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"Lo único que a mí me domina es la música"

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"Es un ambiente jodido el de la música tropical; hay mucha hipocresía" (Foto: Fernando Ponzetto)

Surgió en el Carnaval y vivió para contar la trilogía sexo-drogas-cumbia. Como solista y como empresario, sabe qué es estar del otro lado del mostrador en el negocio.

LEONEL GARCÍA

Una pecera, un retrato familiar con su esposa y dos hijas mayores y una estufa a leña gobiernan el living de la casa de Gerardo Nieto (47). El gran nombre de la cumbia romántica desde hace 27 años intenta prender el fuego; necesario fuego: una gripe le pegó fortísimo y hoy viernes debe salir al ruedo con su banda. Quien le aportara voz e imagen a Karibe con K, YFG La Diferencia, NG La Banda y L’Auténtika, desde hace 12 está al frente, como cantante y empresario, de su propio proyecto solista. Y siempre sin dejar el Cerro, Casabó. Por calle Gambia hay viento; lo que no hay es pavimento.

"Yo me crié acá, a seis cuadras. Era el menor de cuatro hermanos. Mi padre trabajaba en el Frigorífico Nacional. Este era un barrio de inmigrantes y había cuatro frigoríficos que funcionaban muy bien". El intérprete de clásicos de la música tropical uruguaya como Polvo de estrellas (casi un himno del género), Fría como el viento o Barco a la deriva se entusiasma con el recuerdo familiar y barrial. "El que trabajaba ahí era un bacán. Por eso mis abuelos me contaban que difícilmente los padres mandaran a los hijos a estudiar".

Gerardo vivió los estertores de esa época, mientras hacía la escuela en la 143 y el liceo en el 22 de La Teja. Llegó hasta segundo. "Repetí primero por inmadurez. Yo era muy sensible, muy mimoso. No entendía eso de pasar de una maestra a varios profesores. ¡Iba a llorar con la adscripta! Y eran tiempos difíciles en casa, que el frigorífico cerraba, que a mi viejo lo trasladaban...". La música era su escape. A los seis años ya deleitaba a los vecinos con temas de Beto Orlando y Los Cuatro Soles. El Carnaval fue su despegue. A los 14, estaba en la cuerda de sobreprimos (los de voz más aguda) de la murga La del Futuro. El conjunto no tuvo futuro y no volvió a salir. Más suerte tuvo en humoristas Los Carlitos, donde contribuyó al primer premio de 1987.

Tentaciones.

Del Carnaval, un ambiente mirado de reojo en los circuitos culturales en los años 80, se fue a otro más denostado aún: la música tropical. "A mí me gustaba ser un poco rebelde, no ir con la manada. Nunca entendí qué le veían de ordinaria, de terraja". Participó de un casting para un grupo: Sonora Dinamita, dirigida por Alfredo Rivero. Un hermano de este, Eduardo, le hizo la prueba. "Yo hablaba y hablaba. Le tiraba las credenciales del Carnaval y el tipo nada. ¿Usted no me va a escuchar?, le pregunto. Eso, los músicos. Yo miro imagen y presencia, me contestó". Gerardo, alto, pintún, verborrágico y pelilargo en épocas que eso garpaba, de golpe pareció encajar en otro proyecto, pero de Eduardo. Así se embarcó en mayo de 1989 en la nave que cambió al género: Karibe con K. Estaba él, el romántico; Yesty Prieto, "con temas más comprometidas socialmente"; Miguel Cufós, con algunas "intermedias"; y Fabián "Fata" Delgado, con plenas y diversión.

"Desde el primer momento supe que iba a andar. Está mal que lo diga, pero yo tenía oído y me daba cuenta que la banda sonaba bien. Antes las orquestas sonaban bárbaro, pero parecían una radio en vivo, no ofrecían un show. Ese fue el cambio que impuso Eduardo como director. Y nuestras letras hablaban de romanticismo. Antes era distinto (canta): Cortaron a Elena y se la llevaron pal hospital. Éramos más profundos... ojo, ¡no era Shakespeare lo que hacíamos (risas)! Pero había un principio, un desarrollo y un final. Y las historias románticas, en todo estilo, jamás pierden vigencia. Además, con el público éramos muy cercanos, recibíamos y dábamos cariño".

Mucha cercanía. Mucho cariño. A las tentaciones no se las combatía. "No estaba casado y vivía el momento. Sexo, no sé... tenía, seis, siete, ocho relaciones por día. Todas mujeres diferentes. Era lo habitual. Una vez me internaron, me tuvieron que poner suero (risas), ¡en serio! ¡No te estoy mintiendo! Se nos dio muy fácil, ellas venían solas. ¡Competíamos entre nosotros! Éramos gurises, lo re-disfrutamos. Hacíamos lo que nos gustaba, nos pagaban y teníamos mujeres, ¿qué más se podía pedir?".

Claro, la plata grande, más allá de los 25 discos grabados y 25 bailes por fin de semana, no la veían. Vivían bien, pero no ahorraban. De hecho, su casa actual —cómoda pero no suntuosa, con piscina familiar, otra estructural para carpas, proyectos de acuario, cucha de perro, cuatro perros y casa para niños en el árbol— recién la adquirió en su etapa solista, ya casado y con otra cabeza. Se quedó en el barrio para estar cerca de su madre, hoy viuda, quien lo ayudó a él y a su esposa con la crianza de sus tres hijas.

Hoy lo cuenta con calma, la tempestad ya quedó atrás. Y la tempestad era la trilogía sexo, drogas y plena. "La noche es complicada. Hay que saber bailar la noche... No es para cualquiera, se te acerca mucha gente, todos amigos, porque sos popular, porque sos un posible cliente... Tomá esto, todo el mundo lo hace, ¿sabés cómo te levanta? Y vos, por no quedar como un gil, entrás en esa pavada. Y no te das cuenta que es peligroso. Yo fumo, tomo alcohol y me he drogado. Pero nunca me gustó nada que me pudiera dominar. Lo único que a mí me domina es la música, y me gusta tanto que no me puedo meter en una adicción que me arruine el cuerpo y la voz".

Ser jefe.

Luego de ser parte de una banda, Gerardo cree que el paso natural de un artista es formar su propio grupo. Así en 1995 creó YFG La Diferencia, con Yesty y el coreógrafo Fernando Couto. Una gran banda que, dice, tenía la rara virtud de ser admirada por los músicos pero no tuvo suerte. "El de la música tropical es un ambiente muy difícil y delicado. Nuestros egos nos traicionan. Creo que a Eduardo (fallecido en 2008) le pasó eso, como creó a la banda más popular se pensó amo y señor, que todo había pasado por él cuando en realidad fue un 50-50. Nos hizo ver como traidores y tuvimos problemas para entrar en los bailes y grabar en los estudios".

Así, debió volver a ser cantante-empleado en NG (buen recuerdo en lo económico, malo en lo musical) y LAutentika, con la "k" bien notoria, ya que varios de sus miembros tenían el mismo glorioso pasado. "Pasé por todos los momentos posibles: hice guita y rasqué el fondo". La explosión del "pop latino" en boliches hasta entonces clausurados a la música tropical los obligó a aggiornarse cuando de más de veinte bailes por fin de semana pasaron a casi estar parados. Cuando hay necesidad, el romanticismo puede esperar: aparecieron temas que hablaban de tangas, colitas, lanzas y Cumbia del orto. "En todos los palos hay letras buenas, regulares y malas. Donde entra el gusto, ¿quién puede decir qué cosa está bien o mal?", ensaya como defensa. A su repertorio él le sumó temas como Shakira, Amiga mía, Puerto Pollensa o La puerta. Para entonces, sobrevivían unos últimos "pelitos infames" hasta que decidió ayudar al paso del tiempo rapándose.

Desde hace 12 años es el capitán de su propio barco. Así ha festejado sus 25 años, con toque en la Sala Zitarrosa incluido. También se dio cuenta de lo difícil que es estar al timón. "¿Ser jefe y ser amigo de tus músicos? Lo intenté de todas formas y no se puede. Está en la tapa del libro que si sos patrón, no sos amigo. Te hacen la guerra, no te la bancan. Es un ambiente jodido el de la música tropical, hay mucha hipocresía, mucha envidia. Enfrente a vos se ríen, jajaja, pero te das vuelta y te vas con cuatro cuchillos clavados en la espalda. El músico es cómodo: toca y se va. Y vos tenés que correr para todos lados, vestuario, contratos, ¡tu nombre es el que vende! Y siempre están complicados: uh, qué viaje largo, uh, ¿acá comemos?, uh, ¿mañana también tocamos?. Cuando sos blando, te enloquecen. Cuando sos duro, no aguantan y se han tenido que ir. Pero te tenés que poner así. Hoy me llevo bien pero es una relación laboral. Con algunos tengo más afinidad y lo tengo que disimular, para que no queden como alcahuetes del jefe".

Hoy la música tropical es tema de libros y homenajes. Hoy el Carnaval, sus inicios, se enseña en las facultades. "Eso está divino. Cuando hay corazón y sentimientos, no debería haber barreras". Ese respeto del público, de los públicos, también lo nota hacia él. "Quizá me vean distinto", concluye sin pose alguna. "Ven que soy un trabajador, que no actúo, que trato de hacer algo digno".

EXCELENTE E IMPERFECTO

Gerardo lleva 21 años con Virginia, su esposa y madre de sus tres hijas: Melina (19), Luana (14) y Julieta (7). Un viernes el cantante tiene dos toques en Montevideo. El sábado viaja con su banda a Salto y Melo. El domingo hay otra cosa en la agenda, pero no la recuerda. El resto del tiempo está para ellas. "Como padre, soy excelente", dice muy serio. "O al menos eso trato. He cambiado pañales y las he llevado al médico. No delego, tengo presente su historia. ¡Me da bronca cuando los dos las llevamos al médico y este siempre le pregunta a la mamá! Yo comento algo. Ah, sí, sí..., ¡y enseguida sigue con ella! Ojo, ella es excelente madre, pero yo también estoy al tanto de todo".

También les aconseja que estudien. Justo él: "Yo era vago y no hacia caso, ¡no pudieron conmigo!". La mayor de sus hijas está terminando el liceo —lo que lo llena de orgullo— y estudia cocina en la UTU.

Si Gerardo Nieto se arrepiente de algo es de haber tomado drogas. Una vez se lo contó a sus hijas. Y ellas se pusieron a llorar. "Capaz que no se los conté de la mejor forma", admite, serio. "Pasa que vos a tu padre lo idolatrás y lo tomás como a alguien perfecto. Pero tu padre tiene errores. Y yo tuve muchos".

SUS COSAS

Su auto

Su auto particular es un Peugeot 405, con el que viajó por todo el interior con su familia. Para trabajar contrata una camioneta. "Si comprara un vehículo para la banda tendría que contratar a un chofer o manejar yo. Y no puedo hacer la misa y estar en el campanario a la vez".

Sus mascotas

En el living hay una pecera con cinco carácidos. En el jardín hay una piscina armable con plantas y carpas. También tiene proyectada la construcción de dos acuarios de vidrio de importante tamaño. "Me gustan los peces, me dan paz. Me encanta como se mueven, parece algo mágico". También le gustan los perros: tiene cuatro.

Su ídolo

"El Pepe Mujica", dice sin dudar. Gerardo trabajó mucho con el expresidente en campañas electorales. La primera vez pidió para conocerlo en el Quincho de Varela. El cantante asegura que el haber hecho pública su simpatía por el Frente Amplio no le trajo problemas. "O no me enteré".

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"Es un ambiente jodido el de la música tropical; hay mucha hipocresía" (Foto: Fernando Ponzetto)

GERARDO NIETO

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