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Trama macabra

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Por un azar macabro que parece salido de la mente de algún perverso asesor de marketing, el lanzamiento mundial de Sumisión, la última novela de escritor francés Michel Houellebecq, coincidió con el día de la matanza perpetrada por un grupo islamista radical en la redacción de la revista Charlie Hebdo de París.

HUGO BUREL

El pasado miércoles y en nombre de Alá, tres terroristas asesinaron a doce personas, cuatro de ellas brillantes caricaturistas del semanario, en lo que se considera el ataque terrorista más grave sufrido por Francia desde 1945. El vínculo de la novela con este acto de repugnante barbarie radica en que en ella su autor anticipa una Francia que en el año 2022 se ha convertido al Islam por obra de la victoria de la Fraternidad Musulmana en las elecciones presidenciales. En su trama de ficción, el candidato Mohammed Ben Abbes supera a Marine Le Pen en la segunda vuelta, gracias al apoyo de las demás fuerzas republicanas.

Por supuesto que Houellebeck, que es un autor polémico y ha sido acusado de provocador, xenófobo, racista y misógino, pero también de genio, al punto de haber ganado en 2010 el prestigioso premio Goncourt por su novela El mapa y el territorio, no imaginó jamás que la aparición de Sumisión coincidiría con la matanza de París realizada por tres jóvenes franceses convertidos al Islam, munidos de armas letales y entrenamiento militar.

Por lo que ha trascendido, la trama de Sumisión elabora desde lo que podía definirse como ficción anticipatoria, un escenario que conjuga una distopía amenazadora y posible que incorpora elementos de la realidad y hasta actores de la misma, como la candidata de extrema derecha Marine Le Pen y el actual presidente de Francia François Hollande. Pero lo más notable del asunto es que el futuro que visualiza la novela no es un horizonte demasiado lejano: solo lo separan siete años de este presente que el atentado de los radicales islamitas ha convertido en una pesadilla que interpela a toda la sociedad francesa en relación a temas que van desde la inmigración a la laicidad, pasando por la tolerancia, los valores democráticos y por supuesto el drama de que Francia sea el país europeo que más integrantes ha sumado al grupo terrorista Estado Islámico.

La sangre de las víctimas del miércoles todavía no se había secado cuando la novela de Houellebecq ya estaba en librerías, como una especie de hierro candente que sacudirá sin dudas el ambiente cultural y provocará encendidas polémicas que dispararán las ventas del libro. Un libro que antes de salir ya había sido condenado por algún presentador televisivo por su "islamofobia" y hasta comentado por el presidente Hollande, que aconsejó a los ciudadanos no dejarse devorar por el miedo y la angustia que la novela puede inspirar a propósito del futuro de Francia.

Por supuesto que no puedo juzgar un libro antes de leerlo y trataré de adquirir rápidamente un ejemplar una vez que la edición en castellano llegue a nuestras librerías. No obstante lo que sí puedo afirmar es que en un mundo en el que la información es instantánea y el presente se trasmite casi en directo por los medios audiovisuales —incluida la carnicería en Charlie Hebdo—, a la ficción escrita le queda cada vez menos espacio para operar sobre la realidad. El propio Houellebecq ha dicho que es imposible hablar más de lo que ya se habla y especula sobre la sociedad y la política y no se puede llegar más lejos en los temas del presente. Entonces, imaginar el futuro —cualquiera sea— y describirlo en una ficción le da al autor la primacía de la anticipación y el derecho a expresarse sobre lo que él imagina que vendrá.

Kafka y Orwell, por caminos diferentes y recursos narrativos distintos, anticiparon con minucia los horrores del siglo XX a través de novelas como El proceso o 1984. Especular, anticipar lo que vendrá y quizá acertar es una de las posibilidades del novelista que, denostado en el presente cuenta con la chance de tener razón cuando llegue el futuro. Houellebecq ha tomado ese riesgo y la sociedad francesa tendrá la decisión de confirmar sus sombrías predicciones o convertir a Sumisión en una errónea patraña dentro de siete años.

GENERACIÓN ESPONTÁNEA

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