Usted sabe cual es la razón por la que este país es terraja y solo conocido por algún gol de Suárez o las derrapadas dialécticas "peperiles"? Sin anestesia: porque acá no pasa nada, nada de nada.

Algo tan pequeño no merece atención planetaria si no acaece algo relevante. Y como acá no sucede nada, chau Pinela. Lo nuestro es ser chichipíos. En Uruguay no hay ni asesinos seriales, ni prostitutas de lujo, ni Snowden, ni nada. Y los que querían guita nos aman pero se fueron: Nati Oreiro y Victor Hugo Morales, divinos, progres y todo bien con la aldea, pero vivir acá ni que vengan degollando. Es que todo es medio pelo che.

Uruguay nunca aprovechó su ventaja de pequeño número. Ni siquiera entendió que tenía que ser lo que Argentina y Brasil no eran. De garcas nomás. Al revés, fue siempre tan enorme el complejo que tenemos, que medio país quiere ser como Suar y su exexposa, y el otro medio país quiere vivir en un carnaval brazuca bailando y mamado con cachaza (solo una república que enloquece puede tener departamentos que discuten lo del "casco" de la moto; sin comentarios).

Lo raro de esta nación es que hay dos países adentro de uno: el de marzo a noviembre y el de diciembre a marzo. Este segundo es un país en stand by, achotado, más parecido a la perra Laika perdida en el espacio que a humanos con algún sentido en la vida. Usted va a trabajar y mira la rambla de Montevideo y empieza a ver todas las playas llenas de gente retozando al sol cual si fueran iguanas en las Galápagos. Todas. ¿No trabaja nadie acá? Los fines de semana el que no tiene casa en un balneario, garronea a su vecino o a sus amigos. Y los balnearios no son todos top, son medio chumingas. Igual se llenan. Hasta los nombres que les pusimos son una berretada: Shangrilá, Atlántida, Salinas. Todo es "aspiracional" para luego no tener ni saneamiento, ni basurero. Nada, jodete. ¡Ay Diosito Santo!, como dice la canción.

Observe con atención como la televisión (a la llegada del verano) empieza con los noticieros a escarmentarnos: robos estirados, niños insolados, médicos hablando de cremitas, funcionarios de gobierno que nunca les hacen una nota opinando de todo, meteorólogos asustándonos con el sol como si fueran curas haciendo exorcismos y hasta algún perrito perdido. Aburrido es poco. Pueblerino. Somos Juan Lacaze (bello, bello, bello).

Y otro clásico del verano —que ya se viene— es esa algarabía impostada del Carnaval. Yo estoy entre los que me pudro con eso, ya lo saben. Tuve mi época pero basta de lugares comunes. Después me pasa lo de siempre: termino mirando VTV con una cerveza y puteando solo. Me caliento porque sé quién hace la teca allí, quién le pone el alma y quien no. Claro, siempre me asombro con algún descubrimiento nuevo, pero me pudre el alcahueterío en las letras de algunas murgas oficiales: es sumisión en clave de servilismo. ¡Quiero ver si le dicen algo al bien amado Sendic con su título "novedoso"! Porque en ese terreno te hacen campaña política olímpicos. O sea: feo my love, feo. ¡El carnaval de la gente debería ser de todos y no una terrajada direccionada donde si no sos de izquierda sos una mierda! (¿eso es "pluralismo inclusivo"? No me gasten).

Hay otras mil razones por las que, además, somos terrajas. Comemos más tortas fritas en verano que en invierno, no hay clásicos de fútbol en enero si no nos agarramos a trompadas (menos mal que no es la copa Ancap porque a esa la choleaban) y las flatulencias en los bondis de las rutas del Este son asfixiantes. Y esa moda de ir vestido a todos lados con las camisetas de los cuadros de fútbol es otra terrajada mayúscula. O hablar sin pronunciar correctamente (en esto tenés la culpa vos Pepe que de tanto joder los achotaste más a los pibes). ¡Eshteée… no jóoodas Túurcoooo!

En fin, menos mal que Pepe decía: "educación, educación, educación" y el gran Taba dice ahora que retoma el ADN del asunto. ¡Que sería si no fuera así! Gracias chicos. Gracias ustedes si que la tienen clara. ¡Shoy sheleshteeee, shoy sheleshteeee, sheleshteeee, shoooy shóoo!

CABEZA DE TURCO i washington abdala