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Cómo sobrevivir con éxito a la previa de fin de año

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Diciembre es uno de los meses más intensos del año

COMPORTAMIENTO

En general, diciembre es un mes que nos estresa más que otros: al cansancio acumulado durante el año se le suman compromisos sociales, exámenes, las Fiestas, planificar vacaciones, entre otras actividades.

Diciembre es sinónimo de final del año. Y, lo sabemos, en esta etapa todo parece resultar más difícil. Al cansancio acumulado, se le suman las reuniones con todos los amigos, —queremos verlos a todos en un mes —, organizar las Fiestas —con quién pasamos, quién lleva qué— comprar regalos, dar los últimos exámenes, los niños que terminan las clases, organizar las vacaciones y un montón de actividades y tareas que generan un estrés extra. Incluso hasta caminar por las calles suele hacerse más pesado en estos días: las personas aprovechan los descuentos, corren de acá para allá, hay colas en todos y cada uno de los comercios, los ómnibus parecen ir más lento y el calor enlentece a la ciudad.

"Podríamos decir que diciembre es para la mayoría, el mes más intenso del año. Intenso en las emociones, pero también en cuanto a las actividades, compromisos sociales, presiones económicas y familiares. Parece que el mundo se termina y hay que hacer todo ya", dice Verónica Orrico, psicóloga y terapeuta cognitivo-conductual.

¿Cómo sobrellevar el final del año y no morir en el intento?, ¿ por qué queremos hacer en un mes lo que no hicimos en once?, ¿conviene hacer un balance del año?. Aunque por supuesto, siempre depende de la situación de cada persona, existen ciertas claves para evitar una sobrecarga de estrés en esta última etapa y así no desear tanto que simplemente llegue el 2 de enero y todo haya pasado.

Despedidas y fiestas.

"Tenemos que juntarnos antes de que termine el año", esa parece ser la premisa y no es válido cuestionarla. En diciembre hay que agarrar el calendario y arreglarse las fechas para poder cumplir con todos los compromisos, que, por cierto, son muchos.

Florencia (27) dice que desde principios de este mes ha tenido todos los fines de semana "ocupados": "Es que me he juntado con mis amigas de facultad que hacía pila no veía, con mis amigas de toda la vida que como todas tenemos horarios distintos siempre es difícil que podamos coincidir, con mis primos, que organizamos una despedida del año todos juntos y la semana que viene tengo una cena con mis compañeros de trabajo y la despedida del año del club".

Y aclara: "No es que tenga una gran vida social, pero siempre en esta época es así de intensa". La cuestión no va por lo intenso o no de la vida social de cada uno, sino que diciembre es un mes en que nos damos cuenta de que no vimos a muchos amigos durante el año, o que quizás no los vemos hace tiempo, o simplemente queremos "despedir" el 2017 con todos.

Para la psicóloga Orrico, especialmente en este momento del año, cuando las exigencias sociales son mayores, es necesario priorizar: "Decidir con calma a qué despedidas queremos ir, con qué personas realmente queremos estar, para no sobrecargarnos y estar presentes emocionalmente y no solo físicamente en cada encuentro", aclara.

Con respecto a las despedidas y reuniones de fin de año, el psicólogo Alejandro De Barbieri sostiene que es necesario procurar cuidar la alimentación, que es un factor clave, no solo para el físico, sino a nivel psicológico.

Pero no solo las reuniones con amigos pueden ser más "demandantes" en esta época del año. Estamos a mediados de diciembre, solo falta una semana para Navidad y quince días para año nuevo. En definitiva, no queda nada para las Fiestas. Y si bien son una ocasión para reunirse y celebrar, también traen consigo un montón de cuestiones que pueden resultar estresantes.

Por un lado, las más prácticas: con quién pasar cada fecha, elegir los regalos, repartir las tareas y todas las cuestiones domésticas. Por otro, las más profundas. Primero hay que tener en cuenta que estas son fechas de particular sensibilidad.

"Está la presión social de que todo sea lo más perfecto posible", sostiene la psicóloga positiva Mariana Álvez. Pero además, dice la especialista, las reuniones familiares son momentos oportunos para que los problemas y conflictos salgan a la luz. A su vez, son fechas especiales para quienes han pasado por una pérdida reciente. "Las Fiestas siempre reflejan la ausencia, si hubo una pérdida, una separación, siempre es la primera Navidad sin esa persona", dice De Barbieri. "La Navidad y el fin de año son momentos en que los vínculos afectivos están más presentes", explica Orrico. Y, por lo tanto, "son factores de vulnerabilidad para la angustia la pérdida de un ser querido, el haber vivido una experiencia traumática, la imposibilidad de reencontrarse con personas que viven lejos y la falta de recursos que impiden comprar obsequios", agrega la psicóloga.

Clases y exámenes.

Por un lado, primaria y secundaria terminan las clases y, si los niños y jóvenes no "se llevaron" ninguna materia a examen, están oficialmente de vacaciones. Es decir, dejar de estar cuatro u ocho horas en la escuela, colegio o liceo y empiezan a estar más tiempo en la casa. La familia entera, por lo tanto, convive más tiempo que durante el resto del año.

Esto puede suponer un estrés extra para los padres, que, por un lado, si los hijos son chicos tienen que buscar quién los cuide, y empezar a pensarles actividades para el verano. Sobre el tema, Álvez dice que en lo mejor es disfrutar juntos: "Creo que es bueno que uno como padre se permita aflojar y disfrutar con ellos, jugando, paseando, riéndose y posponiendo lo que se pueda para darse una licencia hedonista. Ellos nos van a agradecer".

Pero esto también trae aparejada otra situación: las vacaciones: "La palabra viene de vacatio, que es vaciarse para llenarse después, es decir, vaciarnos para encontrarnos con la familia, para convivir, para estar juntos", dice De Barbieri. Sin embargo, también son un tiempo propicio para que problemas que no "tuvieron tiempo" de salir a la luz durante el año, se hagan presentes.

Cuando hay hijos de por medio, es necesario que entiendan que las vacaciones no son un tiempo para "romper reglas". Así, como sostiene la psicóloga Orrico, tienen que entender que no se trata de un momento para hacer todo lo que no estuvo permitido durante el año: "Acostarse a cualquier hora, pasar muchas horas frente a las pantallas o comer comida chatarra. Es una gran fortaleza para los niños enseñarles a entretenerse solos, apreciar las cosas simples, estar en contacto con la naturaleza, disfrutar de estar con amigos pero también de estar solos o con la familia".

Así como los niños terminan sus clases, para quienes están en la universidad, diciembre es un mes por demás difícil: es uno de los momentos del año de mayor estrés por la acumulación de parciales y exámenes. Uno tras otro, se suceden como si nunca se fueran a terminar.

Aunque pareciera que no hay tiempo para otra cosa que no sean los libros y resúmenes, los especialistas coinciden en que justamente en estas fechas es cuando más hay que buscar hacerse un ratito para relajarse. "Una buena estrategia es el buen descanso y alternar el trabajo y el estudio con el ocio", dice Álvez. Y De Barbieri agrega que es importante cuidar las horas de sueño, la alimentación y darse un lugar para relajarse, algo necesario para después rendir bien en lo académico.

Por otro lado, es necesario planificar de antemano el tiempo que se estima dedicar a cada materia y a cada tema. Pero además, no plantearse jornadas de estudio demasiado largas, sino estudiar en períodos de 50 minutos y darse un descanso.

Balance.

En diciembre, a veces, queremos hacer todo lo que no pudimos hacer durante el año. Y en ese intento de hacer nos damos cuenta de que quizás hubo "metas" que quedaron en el camino y objetivos que no se lograron. Es positivo hacer un balance de lo que fue el año que va quedando atrás, dicen los especialistas, pero sin quedarse anclado en lo que no se logró.

"Siempre uno lo hace inconscientemente porque tiene que ver con lo que uno se propuso hacer en el año, con lo que hizo y con lo que quedó pendiente", dice De Barbieri. Además, tener un momento para pensar y reflexionar puede ayudar a redirigir la vida y pensar "dónde estamos y dónde queremos estar", como sostiene Orrico.

Para Álvez, lo favorable de pasar raya de lo que fue nuestro año, es centrarse en los aspectos positivos. "Tendremos años más activos y otros más de rearmarnos emocionalmente", dice, y "no debemos olvidarnos que a pesar de no haber logrado las metas propuestas no quiere decir que no estemos sembrando semillas para el futuro".

Pero para hacer un balance es necesario parar y estar en calma, y, claro, la época de las Fiestas no es la más propicia para encontrar un momento de tranquilidad. Conviene dejar que pase el terremoto de fin de año. En ese momento no es recomendable cuestionarse todo lo que no se logró, sino que hay que estar en paz con lo que quedó pendiente. "En la vida siempre hay pendientes, no podemos realizarlo todo", dice De Barbieri. Parte del estrés con el que vivimos hoy, considera el psicólogo, surge de no aceptar que no podemos con todo. "Es necesario ser compasivos con nosotros mismos; la culpa y la autocrítica excesiva no conducen a nada bueno", agrega Orrico.

Así, diciembre no es un tiempo para hacer lo que quedó pendiente ni mucho menos para cuestionarse lo que quedó en el debe. Mirar hacia adelante y proyectarse para el año próximo parecen ser las claves.

Expectativas y realidad: los proyectos para un nuevo año

"A veces el exceso de proyección puede angustiarnos", sostiene el psicólogo Alejandro De Barbieri. Es que puede pasar —de hecho, pasa— que las expectativas superen a la realidad. Por eso, aunque está bien planificar y proyectar lo que esperamos para el próximo año, no hay que hacerlo bajo una lógica de presión y estrés.

Las metas para el año nuevo, en primer lugar tienen que ser realistas y, según la psicóloga Mariana Álvez, deberían ser "pocas" para poder darnos el tiempo y el espacio para alcanzarlas. "Toda persona libre hace que las cosas pasen y no queda relegado a una actitud expectante", agrega De Barbieri.

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