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¿Sirven las dietas mágicas?

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SALUD

Atraídos por famosos y redes sociales, muchos prefieren recetas “milagrosas” frente al recomendado paulatino descenso.

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Antes de irse de vacaciones, Ana Falbo se propuso llegar espléndida al verano. En coincidencia con su cumpleaños número 34, empezó un plan de aporte proteico que en un mes le quitó seis kilos, los necesarios para lucir un cuerpo delgado en las arenas brasileñas. De vuelta en Buenos Aires, se debate ahora qué dieta seguir para bajar los tres kilos de exceso que se trajo de allá. Sin los sobres ni las barritas proteicas que conformaban su estricta dieta, basada en la ingesta solo de los productos proteicos y algunos vegetales, Ana reconoce que engordó la mitad de lo que bajó y en el mismo tiempo: apenas un mes. "Sabía que podía pasar eso, pero bueno, estaba de vacaciones, no me quería privar de comer lo que me gusta. Y si pude bajarlos antes, puedo bajarlos ahora", dice sin dramatismo ni lamentos, salvo por el dinero gastado, ya que la dieta de aporte proteico implica en el inicio del tratamiento un alto desembolso de dinero: unos 2.800 pesos para la primera semana del plan (en total son cuatro etapas que a medida que la persona pierde peso se van suplantando los sobres por proteínas reales, como carnes magras, pollo y pescado).

Ana no habla de fracaso. De hecho, viendo el vaso medio lleno, podría decirse que aún conserva tres kilos menos de los que tenía cuando empezó. Y sigue luciendo delgada. Pero le queda un sabor amargo por no haber podido conservar el peso logrado. "Creo que se me hizo difícil sin los productos y en un punto los extrañé, porque te acostumbrás tanto a comer solo eso que cuando no los tenés se te hace difícil —reconoce—. Cuando hacés dietas de este tipo, te aferrás mucho a los sobres, estás controlada por tu médico y resulta mucho más fácil".

Proteica, del metabolismo acelerado, detox o ayuno líquido son algunas de las dietas " del momento" en las que depositamos por estos días nuestra fe para bajar de peso. Desesperados por sacarnos los kilos de más ante situaciones sociales, la fiesta de casamiento propia o de alguien cercano —o mismo un encuentro amoroso— caemos en las dietas de moda, varias de ellas extremas por las pocas calorías ingeridas y la eliminación de grupos enteros de alimentos, como harinas, azúcares y lácteos.

En general, prometen un descenso muy rápido de peso. Y gozan de la popularidad que les dan las redes sociales, donde se muestran semana a semana los resultados del sacrificio, que de todas maneras es a corto plazo: en cuatro semanas se pueden bajar hasta 10 kilos, dependiendo del sobrepeso que se tenga. "Es un mes de sufrimiento y listo", dice Ana, como para explicar por qué eligió esa dieta y no un plan de descenso tradicional.

Sin duda, el corto plazo es una de las claves para entender por qué elegimos este tipo de dietas. Diversas investigaciones sostienen que el tiempo en que uno puede sostener estos sacrificios alimentarios que llamamos dietas, es de unos 30 días, que es justamente lo que llevan estos planes para perder la mayoría de los kilos.

Además, el hecho de estar divididas en etapas juega un papel muy importante a nivel psíquico: la superación de una instancia y el comienzo de otra "más placentera" (o menos restrictiva) actúa como motor que mantiene motivada a la persona y la impulsa a avanzar. La misma lógica se aplica en el caso de la dieta del metabolismo acelerado de la nutricionista estadounidense Haylie Pomroy, que se volvió famosa —y viral— en Argentina luego de que Malena Ginzburg y más tarde Nancy Pazos contaran cómo se había deshecho de 10 kilos en un mes. Dividida en tres fases que se aplican de lunes a domingos y que deben repetirse a lo largo de cuatro semanas, la dieta es furor y hasta tiene un grupo de apoyo en Facebook donde sus seguidoras se dan ánimo y se pasan recetas para seguir con el plan nutricional.

¿Por qué las elegimos? Según la psicoanalista y docente Olga Mate, lo que prima en esta época es el discurso de "instante" por imágenes, sin proceso ni evolución. "Forma parte de la seducción de una época que apuesta a un sujeto del goce y del sacrificio. Goce en tanto la promesa de gozar de los resultados prematuramente. Son dietas para todos en cuanto la ofertan masivamente, borran la singularidad y proponen resultados igualmente similares. Sin duda, la seducción a la rapidez de una cura, de delgadez, se advierte cuanto mayor es la vulnerabilidad subjetiva".

"Adherimos a estas dietas porque lo que importa es el resultado, no el costo. No importa lo que hay que pagar, sufrir o padecer porque construimos un ideal de belleza con eje en la delgadez, sostiene la médica especialista en nutrición Mónica Katz, autora del libro No dieta. Las dietas que plantean etapas, por ejemplo, son efectivas y llevaderas en el corto plazo, pero no son sostenibles por lo extremo en calorías, en composición de nutrientes y en falta de placer". El secreto del descenso de peso está en el largo plazo, por los menos unos seis meses, que es el período de adherencia a cualquier hábito, y ellas no lo generan".

Sin embargo, a pesar de no ser capaces de generar hábitos saludables, Katz advierte que estas dietas sí pueden provocar cierta dependencia. "El sobrecito o la barrita dan una seguridad que es ficticia porque cuando no los tenés estás perdido", plantea. "La idea es hacer una dieta para aprender a comer, no solo para bajar de peso", sostiene Katz. Y Mater agrega: "La dependencia es psíquica. Estas dietas, acorde con la singularidad del sujeto, pueden facilitar recursos que coayudan a una a-dicción. Y digo a-dicción en tanto que proponen un objeto a consumir, y de allí el sujeto se abraza a cada objeto. Para algunos esta promesa cuasi religiosa funciona no solo en sus cuerpos, sino que les brinda una posibilidad de estabilización que implica reconstruir una realidad".

Pese a las críticas recibidas, quienes hacen o prescriben estas dietas aseguran que hay fundamentos científicos —y fácticos— que las respaldan y que están muy lejos de la magia. Alejandra Hernández, de 46 años, es otra de las pacientes que hizo la dieta proteica de Pronokal. "Lo hice por estética, para verme bien. El primer mes bajé 10 kilos y en los cuatro meses de tratamiento, 21". Feliz por los resultados, desmiente que haya efecto rebote o dependencia: "Podés volver a engordar un poco, pero sabés ordenarte sola. Te enseñan a tener conductas saludables. El sobre no genera dependencia porque te lo van quitando de forma paulatina y reemplazándolo por comida. Es para lograr el objetivo, pero después seguís sola. Yo no los extrañé"

"Cómo mucho, no tengo hambre"

Lara Taraman empezó hace poco la dieta del metabolismo acelerado. A lo largo de sus 40 años siguió todos los planes para bajar de peso que existen: dietas rápidas, lentas, ayunos cortos, ayunos largos y hasta pastillas que prometían un descenso milagroso de la noche a la mañana. "Esa última fue la más ridícula, producto de la desesperación", confiesa Lara, que después de tres semanas de seguir la dieta que hizo Malena Ginzburg asegura que es con la que mejor se siente. "Me la pasó mi personal trainer. Me dijo: Esta es para vos. La verdad es que como mucho, no siento hambre. Me siento realmente bien porque saqué del sistema las harinas refinadas, los lácteos, los azúcares y el café. En cambio, incorporé cosas que jamás había comido como avena, cacao amargo y pan de centeno".

FAMOSOS QUE LAS HACEN Y VIRALIZAN

Malena Guinzburg
La humorista confesó que bajó 10 kilos en un mes gracias a la dieta de metabolismo acelerado. Ni bien lo compartió en las redes, el plan ideado por la estadounidense Haylie Pomroy comenzó a tener miles de seguidores en todo el mundo.

Kim Kardashian

La más famosa de las hermanas engordó 32 kilos después de su segundo embarazo y los bajó con la dieta Atkins, que incluye pollo, verduras, claras de huevo y no supera las 1.800 calorías. Para que funcione, hay que beber dos litros de agua por día.

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