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Cuando el show es en el living

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TENDENCIAS

Música en vivo a través de streaming y redes sociales: una tendencia que crece, también en Uruguay, y que agrega un nuevo modo de disfrutar del hecho artístico.

Ir a un concierto solía (y suele) ser equivalente a un operativo logístico importante. Revisar el estado de cuenta bancario (o la chanchita), reservar y comprar la entrada, pensar en el viaje hasta la sala o estadio, muchas veces hacer cola y otras veces padecer apretujones y refriegues.

Ya no. Ya no se necesita otra cosa que agendar la fecha, sentarse (o acostarse) en la parte favorita del sillón o sofá, conectar la Smart TV (o tablet o celular), encontrar el show en cuestión y listo: en una calidad visual completamente aceptable y en sonido estéreo disfrutar del concierto en vivo de la banda o artista favorita.

Ver un recital en directo a través de una pantalla no es una novedad, claro. La televisión abierta y por sistema de abonados lo viene haciendo desde hace décadas. Pero la web, las redes sociales y el streaming —como le llamamos ahora a la transmisión porque es más cool— le agregan al hecho del disfrute musical en vivo un componente que el mercado está siempre buscando para incorporar a su producto o servicio: la comodidad.

No solo deja de ser necesario desplazarse. Tampoco se necesita verlo a la hora estipulada, porque el concierto en cuestión queda publicado para el disfrute posterior.

La tendencia respecto al consumo de música en vivo parece ir en la misma dirección que el goce de la música grabada: a través de la web y on demand. Se disfruta del concierto de la misma manera que de un disco o una canción.

Pero así como no es lo mismo ver y oír a Bob Dylan que escuchar uno de sus discos, tampoco da igual estar en un concierto que ser testigo del hecho musical a través de una pantalla. La experiencia que otorga el acto de presencia, en el lugar mismo del hecho artístico, no va a desaparecer, al menos no por un buen tiempo. No por tener altísima resolución, repeticiones, gráficos y animaciones la gente ha dejado de ir a un partido de fútbol.

En lo que hace a la música en vivo, YouTube se ha convertido en una de las plataformas más importantes para poder apreciarla. Un solo ejemplo, de muchos: fue por ese canal donde se pudo seguir, en julio pasado, la edición estadounidense del festival Lollapalooza, que tuvo entre los momentos destacados las fallas de sonido que aquejaron a los británicos de Radiohead, uno de los principales nombres de esa edición del festival. La asociación "YouTube-música en vivo" era, parece ahora, previsible. O directamente una consecuencia. Porque antes de empezar a transmitir conciertos en simultáneo, el canal era una prácticamente inagotable fuente de videoclips y canciones (o discos enteros) disponibles para el deleite de fanáticos, curiosos o melómanos.

Hace poco, la tendencia llegó a Uruguay con las transmisiones de Vera TV —de conciertos de artistas como Lucas Sugo, Once Tiros o el festival Antel Fest— y otras empresas como Videotime. Pero ahora, tres emprendedores empezaron a valerse de las redes sociales para transmitir música en vivo.

Federico Langwagen, Mathias Maciel y Diego Lemos se juntaron en torno a la idea de transmitir conciertos a través de Facebook, bautizaron a esa idea Bro TV, invirtieron unos 15.000 dólares en equipos y se instalaron en el estudio de grabación Lang Estudio.

Ahí, acondicionan la sala mayor cada vez que se define un concierto en vivo. La primera experiencia fue una breve presentación de la cantante y compositora Alfonsina, que por estos días anda promocionando su segundo disco Pactos. Ese primer paso salió bien y el siguiente fue un concierto entero, lo que se concretó con Alberto "Mandrake" Wolf y su nueva banda Los Druidas.

Más allá de la comodidad, un concierto por streaming en una red social también permite la interacción

¿Por qué Facebook? "Porque la gente está ahí ahora", dice Lemos. El razonamiento es que si el público está en esa red, hay que llevarle el concierto. Que no haya que hacer otra cosa que detenerse mientras se hace scroll y empezar a escuchar. "Que no tenga que hacer clic en un vínculo para ir a otra parte", agrega Lemos. Otra vez: comodidad.

En estos días los tres están con una agenda bastante nutrida. Ya hicieron una parte del ciclo de conciertos Bizarro Live Sessions, donde además de Mandrake Wolf también estuvo la intérprete y autora Papina De Palma.

Para ella, la experiencia de tocar para Internet fue, dice, "en varios sentidos desconcertante". "Para mí es muy importante la conexión con las personas que me están escuchando. Verles las caras. Escucharlos reírse o estar en silencio, me ayuda a medirme con mis palabras y con los tiempos. En este caso era una cosa medio confusa porque si bien había gente presente (unas cuarenta personas que invitamos), no tenía ni idea de qué era lo que estaba pasando en la red".

Papina De Palma agrega que le fascinó la propuesta, por la oportunidad de probar una cosa nueva. Cuando todo concluyó, hizo un balance. "Se reprodujeron 8.500 minutos de streaming en total. Hubo muchas reproducciones cortas, intermitentes, porque Internet tiene eso. De repente alguien lo veía, pero le llegaba un mensaje o quería buscar una receta de algo y detenía el show. Todo pasa rápido por ahí. También hubo reproducciones completas y porcentajes relacionados a los lugares desde los que se vio más. Montevideo encabezaba la lista, seguida por Buenos Aires, Canelones y Santa Fe".

Según Langwagen, el concierto de Papina fue seguido de manera constante, sin interrupciones, por algo más de 100 personas. Puede parecer poco, en particular si se tiene en cuenta que como también dice Langwagen, la transmisión del concierto alcanzó a 60.000 personas. Pero el técnico pone en perspectiva esos números: "Ese día, un domingo a las nueve de la noche, no hay prácticamente nada en la cartelera de música en vivo en Montevideo. Cuando pensamos en esto, elegimos un momento en el cual creemos que hay gente que está en su casa por comer o descansando en el sofá. Por ahí, Papina hace un show en el boliche Solitario Juan y vende, por decir algo, 80 entradas. Acá, la vio más gente que eso".

"Siempre voy a preferir cantar mirando las caras de los que están escuchando, ahí es cuando la comunicación se completa", dice Papina, pero igual cree que esto es el futuro. "El uso de las redes es real (cada vez más grande, además) y personalmente prefiero tenerlas de mi lado que enfrentarme a ellas. Hago todo lo que puedo por usarlas a mi favor".

La corazonada de Papina parece sustentada. El lunes pasado empezó otro ciclo, "PyG Sessions", llamado así por Paullier y Guaná, el boliche clausurado por ruidos molestos que durante unos años fue un pequeño epicentro de música en vivo en Montevideo. Ahí actuó la rapera Eli Almic, y pronto se vendrán conciertos de las bandas Boomerang y Algodón. El show continúa. En vivo y por las redes.

La fiesta en casa

La web como un boliche bailable

Hay otra vertiente de la música transmitida en simultáneo que es tan importante como los conciertos: la fiesta de música electrónica. De hecho, los tres empresarios consultados por Domingo hicieron su primer streaming en un evento así. El año pasado, en una fiesta organizada por La Terraza en las canteras del Parque Rodó, fue la primera experiencia. La idea, no solo aplicada por Bro TV sino también por otros emprendimientos como Pulse, es otro de los síntomas del actual poder de convocatoria de la actual movida de música y cultura electrónica. Los nuevos servicios de streaming apuestan a replicar en Uruguay ciclos internacionales exitosos como The Boiler Room, una marca con presencia en varios países y que transmite en directo sets de referentes de la música electrónica como Dimitri From Paris, Jamie XX o Purple Disco Machine. Con un par de cámaras o más, el DJ va pasando música frente al público, que acude a la cita para bailar o, simplemente, pasar un rato. "La idea es llevarte la fiesta a tu casa", dice Federico Langwagen de Bro TV.

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