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Sampaoli tiene corazón

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Como estilo de trabajo, Sampaoli solía llamar a sus asesores de madrugada.

Usualmente parco y frío en público, el entrenador de la Selección de Chile muestra su lado más íntimo, más lejos de las obsesiones.

Jorge Sampaoli entra al mediodía a un salón de Juan Pinto Durán, el complejo deportivo donde concentra la Selección de Chile, y se podría estimar que lleva ya cuatro horas y media en jornada laboral o, si se prefiere, seis despierto: invariablemente el horario de entrada para su equipo de trabajo son las siete y media. Es jueves, pero el dato no alcanza para calcular cuándo será su próximo día de descanso.

—Los sábados venimos de nueve a una. Y después vamos al estadio a ver partidos, nos los repartimos con mi equipo. Los domingos no es obligación venir, pero tenemos que analizar fútbol todo el día.

—¿No hay días libres?

—No, libres no.

—¿No cree en el descanso?

—A veces es necesario, pero no tenemos tiempo.

—Para un solo partido, digamos el debut con Ecuador, ¿cuántos partidos ven?

—Muchos, muchísimos, y no soy solo yo, es mucha gente trabajando para un partido en particular. Para el que me consulta, hemos analizado todos los partidos del proceso anterior de Ecuador, todos los del proceso nuevo, todas las fechas FIFA y todos los partidos en sus clubes de los jugadores titulares.

Este argentino, que se consolidó como entrenador de renombre internacional con Emelec y con la Universidad de Chile, y que logró llevar a la selección de ese país a los octavos del Mundial de Brasil, dice que como pasatiempo el fútbol le aburre, pero como profesión le apasiona.

También cambió su forma de trabajar. Hasta hace poco eran famosas las historias en las que llamaba a su asesores a las cuatro de la mañana para analizar un partido. "Eso fue en determinado momento, ya no lo hago. Es un avance profesional que tiene que ver con la exactitud. La ansiedad era mía, esa obsesión no era prudente. La obsesión se tiene que transformar en calidad, para que el jugador tenga la información adecuada en el momento preciso".

—¿No era necesario?

—No lo era, era una obsesión mía por llegar a un lugar dentro de mi profesión el que me era muy lejano. Antes era una persona extremadamente autoexigente y eso no me daba la posibilidad de pensar, de estar tranquilo. La vorágine me permitió estar donde estoy hoy, pero tuve que aprender a manejar otros tiempos, ser más sabio, más concreto.

—¿Está más desapasionado?

—No, yo soy apasionado con todo; el fútbol, el deporte, especialmente con ganar. Con eso nací y con eso voy a morir. Lo que estoy haciendo es tratar de atenuar las consecuencias de esa pasión, que no sea tan desbordante, porque eso te hace no ser tan objetivo.

Cuando se le pregunta qué significa ganar, Sampaoli es contundente: "Para mí, ganar es todo". Un sentimiento con el que nació, un fanatismo propio de su Argentina natal, donde perder duele.

Como tantos otros chicos de su país, tenía el sueño de ser futbolista. Destacaba como un hábil volante y a los 17 años integraba las divisiones menores de Newells Old Boys. Pero el sueño duró poco: una fractura de tibia y peroné, a los 19 años, truncó su futuro como futbolista.

Influencias.

El 2 de marzo Jorge Sampaoli fue recibido en Múnich por Josep Guardiola, técnico del Bayern, arquitecto del Barcelona de Messi, para muchos el mejor equipo de todos los tiempos, y actualmente el entrenador más influyente del planeta. Estuvo dos días con él, lo escuchó, vio sus entrenamientos, intercambiaron métodos, almorzaron solos, en un rito significativo para el argentino, muy similar al que el español vivió, casi una década antes, cuando visitó a Marcelo Bielsa en Rosario.

—Es así, fue similar. Y Pep me entregó lo que yo esperaba, lo que fui a buscar. Al escuchar a alguien tan ganador, se sacan conclusiones. Es un apasionado, transmite pasión con cada cosa que dice; de ese mensaje resultan sus equipos, y con figuras de nivel mundial, él genera mucha atención por su energía.

—En esas esferas, ¿se siente ya uno de ellos, un técnico de élite?

—No, no, no.

—Pero Guardiola lo recibe para escucharlo. Y aun así usted mantiene cierto trato de abajo hacia arriba en relación a él o a Bielsa.

—Yo siento que puedo debatir y exponer mi idea con cualquier entrenador del mundo y en cualquier lugar. Eso me pone muy orgulloso: he podido desarrollar unaidea que no he tenido que modificar, la idea de no ser menos que nadie. Pero también entiendo que mucho de eso depende de los jugadores, con otro grupo, nada de eso hubiese pasado. El proceso con Chile me ha hecho llegar a lugares que nunca imaginé, cosas que para el resto, para mi mismo, me parecían inaccesibles: el respeto que he generado, la admiración de gente como de la que estamos hablando... Pero si me pusiera en un lugar de elite me pondría ya un techo.

—Pero, ¿no tiene ansias de reconocimiento, en su país, por ejemplo? Un columnista argentino, Ezequiel Fernández Moores, decía que en la 9 de Julio la realidad es que nadie lo reconocería. ¿Concuerda?

—No, nadie.

—¿Le gustaría?

—No, no me gustaría. Me interesa ser embajador de mi ciudad, de Casilda, eso me pone orgulloso.

—¿Y chileno? ¿Ha logrado sentirse chileno?

—Más que eso, como mi formación como entrenador fue peruana, mi consolidación fue chilena. Le debo eso al país.

—Pero, ¿le gustaría tener la nacionalidad, por ejemplo?

—La verdad es que sería algo lindo, que sea algo que nazca del pueblo, si ellos lo deciden, si estiman que he hecho sentir a la gente, me gustaría mucho nacionalizarme. Si me lo dan por un tema político, no me sirve.

Sampaoli cumple este diciembre cinco años interrumpidos en Chile, siete en total. Casi no se ha mimetizado con el medio; su círculo social, fuera de sus colaboradores, es mínimo y, dice, no ha hecho amigos. Tampoco sigue los códigos del resto de los técnicos chilenos: habla sin problema de temas extrafutbolísticos, se embandera abiertamente, tema casi tabú en antiguos seleccionadores.

"No entiendo de política, pero entiendo de realidad, la de mi país y la de Chile. Hay realidades que están atentando contra el ciudadano, eso es lo que me preocupa: que las peleas en el poder, disputas sangrientas, las termine pagando el ciudadano. La vida es tan corta que la gente debería tener el mejor tránsito posible. Le pongo un ejemplo: pasó el aluvión del Norte, la ayuda fue muy poca en relación con la catástrofe; habría que haber detenido el país, pero encendía la televisión y estaban pasando un reality, mientras había compatriotas con el barro hasta la cintura. La intervención sobre sufrimiento es totalmente relativa. Nosotros jugamos y pusimos una bandera, pero siento que no apoyé en nada. ¿En qué ayuda a alguien sin casa esa bandera? Hay una solidaridad muy cómoda, sin urgencia".

Más respiro.

Quienes conocen a Sampaoli dicen que parece más tranquilo ahora que cuando dirigía el Universidad de Chile. "La competencia alejada te da más respiro. En el club estaba la tensión todas las semanas, compitiendo, explicando el trabajo al dirigente que consume las críticas de los medios, que se pone nervioso y que duda de la capacidad de uno. La selección me ha hecho bien saludablemente, no sé si mi salud mental hubiese sostenido la realidad de seguir así semana tras semana.

—¿Va al psicólogo?

—Sí, voy. Me interesa la parte psicológica de escucharme, de escuchar a la psicóloga y de debatir con ella. Es casi un diálogo con uno mismo, que me ha sido muy beneficioso. He entendido cómo funciona el tema de la psiquis, que no hay generalidades para el tratamiento. Me gusta mucho, miro una serie brasileña que se llama Psi que se mete de cada caso, se involucra, como una autopsia psicológica. Es lo que tengo que tratar de ver con mis jugadores, quién está bien con su relación matrimonial, quiénes se están separando. Su rendimiento está directamente relacionado con eso.

—¿De qué más se dio cuenta, conociéndose?

—En que pienso más en los demás que en mí. Que quiero que la gente que quiero esté bien. 

UN ARGENTINO GLOBAL

-Jorge Luis Sampaoli nació en Casilda, Provincia de Santa Fe (Argentina) el 13 de marzo de 1960).

-Su carrera se inició en las inferiores de Newells Old Boys. Cuando tenía 19 años una fractura de tibia y peroné dejó atrás su sueño de ser futbolista.

-Desde ese entonces se dedica a ser entrenador. Comenzó con el club Alumni, donde logró salir campeón. Allí es recordado porque lo expulsaron de un partido y se subió a un árbol afuera del estadio para seguir dando instrucciones.

-Esa actitud fue lo que llamó la atención y lo llevó a dirigir Argentino de Rosario. El siguiente paso fue Perú, donde dirigió equipos hasta 2007.

-Después trabajó en Ecuador y Chile. En 2011 se puso al frente de la Universidad de Chile y ganó con su equipo la Apertura, la Clausura y hasta un trofeo internacional, la Copa Sudamericana. El hecho no pasó inadvertido. En diciembre de 2012 se hizo público el nombramiento de Sampaoli como técnico de la selección nacional de Chile.

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