LIBROS

El casi inagotable escritor irlandés John Connolly regresa a las librerías con una compilación de relatos sobrenaturales.

Es conocido por sus historias policiales protagonizadas por el detective Charlie Parker, pero también tiene una faceta terrorífica o sobrenatural que parece cada vez más importante para comprender y apreciar su literatura, en la que conviven la programación periférica de la BBC en sus años de niñez y juventud (nació en 1968), el conflicto armado irlandés y la inspiración —más que la influencia— de Stephen King. En esta compilación de cuentos, Connolly revisita temáticas sobrenaturales, y lo hace con todo el rigor y la versatilidad de los talentosos y constantes. Niños con poderes, bibliotecas que esconden secretos y otros fenómenos y personajes de una imaginación frondosa y jueguetona, dispuesta a la exploración de lo recóndito y oscuro. Los cuentos se van abriendo de a poco, con un ritmo pausado y firme, propio de un autor acostumbrado a ir revelando las cosas paulatinamente para el placer de quien lo acompaña en el trayecto narrativo.

El libro concluye con un relato —Aquí vivo— que se presenta como autobiográfico y que da varias pistas sobre Connolly, tanto en su faceta profesional como en la personal, para luego adentrarse en un análisis literario y narrativo que en esencia funciona como un ensayo crítico sobre algunas de las más encumbradas obras de literatura fantástica. Así, Connolly analiza y valora clásicos como Frankenstein o Drácula, que además le da pie para anécdotas personales: "Permitidme deciros algo acerca de la Sociedad Bram Stoker cuando yo estudiaba en Trinity (...) Era conocida por la profunda devoción que sus miembros le profesaban al gran hombre, hasta el extremo que si deambulabas por la universidad, y sin querer confesabas sentir cierto aprecio por la obra de Stoker, era más que probable que algunos de sus miembros descendieran sobre ti como aves rapaces y te llevaran a una habitación oscura, donde te obligarían a ver una película tras otra de la productora Hammer hasta que acabaras arrancándote los ojos. Incluso si mencionabas de pasada que tu abuelo había trabajado de fogonero ("stoker", en inglés) en un barco, corrías el riesgo de que se organizara espontáneamente un simposio a tu alrededor".