LIBROS

Se publica por primera vez en un solo volumen los cinco primeros libros de cuentos de la autora Patricia Highsmith.

Es considerada la reina del suspenso. Otro rey del suspenso, pero en cine, eligió una de sus grandes novelas para convertirla en una notable película. Extraños en un tren fue una extraordinaria reunión de talentos: el libro original pertenecía a Patricia Highsmith, el guion a Raymond Chandler y la dirección a Alfred Hitchcock.

"Patricia Highsmith es una novelista policíaca cuyos libros pueden releerse muchas veces. De muy pocos otros puede decirse lo mismo", dice nada menos que Graham Greene en el prólogo a Once, el primero de los libros de relatos reunidos en este grueso tomo de la línea Compendium (Anagrama, $ 1.190).

El volumen reúne los cinco primeros libros de relatos breves de Highsmith —además del mencionado, Pequeños cuentos misóginos, Crímenes bestiales, A merced del viento y La casa negra—, que contiene verdaderas piezas maestras. El tono común tiene que ver con lo siniestro, el crimen irrumpiendo en la vida cotidiana, el giro inesperado de los acontecimientos. La relativa brevedad de estos relatos no impide a la autora trazar complejos retratos psicológicos, pinturas en claroscuro donde se revela lo peor de la naturaleza humana.

"El mundo de Highsmith carece de desenlaces morales; nada tiene en común con el de sus pares, Hammett y Chandler", apunta Greene en el mencionado prólogo. Contemporánea de los clásicos de la novela negra norteamericana, Highsmith logró darle un vuelco al género al crear un tipo de antihéroe que por sus características parece más propio de esta época que de aquella segunda mitad del siglo XX. Su Tom Ripley es un criminal que obra solo en su propio beneficio, aunque por momentos tome el lugar del modélico detective como disparador de una trama.

"Una poeta de la inquietud más que del terror. En sus relatos busca la estocada rápida más que el cerco al lector. Cuán admirablemente y con qué habilidad nos caza", observa de vuelta Greene.

Patricia Highsmith (1921-1995) tuvo una vida complicada, fue alcohólica, vivía rodeada de sus gatos y no perdía ocasión de expresar su odio al mentado sueño americano. Fue gay y también misógina, sobre todo genial.