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El regreso tras el escándalo Weinstein

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Georgina Chapman, vuelve tras detonar el escándalo en Hollywood.

NOMBRES

La diseñadora británica Georgina Champan se divorció luego del escándalo que involucró a su marido. Ahora intenta revivir ella y su marca.

El 15 de marzo Georgina Chapman, la ex mujer de Harvey Weinstein, salió de su casa en el West Village de Nueva York. Después de casi seis meses en que se mantuvo alejada de la prensa y aislada de la escena de la moda, la creadora británica y cofundadora de la marca de Marchesa asistió a una reunión con representantes del Consejo de Diseñadores de Moda de América (CFDA). Era el primer paso para retomar su vida y seguir adelante con la etiqueta especializada en trajes de noche y vestidos de novia que creó con su socia, la modelo Keren Craig y que durante más de una década destacó en la pasarela neoyorquina y en las alfombras rojas de Hollywood.

Un éxito que el 5 de octubre del año pasado quedó en compás de espera, cuando The New York Times publicó las acusaciones de abusos sexuales contra Harvey Weinstein, quien fue el marido de Georgina durante once años. Días más tarde, la diseñadora anunció la separación y declaró a revista People: "Mi corazón se rompe por todas las mujeres que han sufrido un tremendo dolor a causa de estas acciones imperdonables. He decidido dejar a mi marido. Cuidar a mis dos hijos pequeños es mi primera prioridad y les pido a los medios de comunicación privacidad en este momento".

El asunto no paró ahí. Luego se publicó que Weinstein había presionado a algunas actrices para que vistieran los diseños de su mujer en la gala de los Oscar (amenazándolas con no invertir en sus promociones) y Marchesa quedó salpicada también por la polémica. Georgina desapareció del mapa. En febrero, dos días antes del desfile de la marca en la semana de la moda de Nueva York, Marchesa canceló la presentación que tradicionalmente se realizaba en Hotel St. Regis. En esas ocasiones era normal encontrarse en la primera fila con Harvey Weinstein al lado de la todopoderosa editora de Vogue, Anna Wintour, quien fue de las invitadas de honor a su matrimonio en 2007.

Pero la pasada temporada de la pasarela neoyorquina para Marchesa no hubo ni primera fila ni celebridades aplaudiendo los diseños que luego lucirían en las grandes galas. En su lugar la marca entregó un catálogo con las imágenes de sus nuevas creaciones.

Por lo mismo, la primera aparición de Georgina Chapman después del escándalo era importante para Marchesa. También lo era para sus colegas de la escena fashion neoyorquina, quienes querían brindarle su apoyo. Georgina fue recibida por los diseñadores Michael Kors, Tommy Hilfiger y la presidenta de CFDA, Diane von Furstenberg. Todos, apenas la vieron llegar, comenzaron a aplaudir. "Estábamos felices de verla", diría von Furstenberg a The Hollywood Reporter después de la reunión y agregó: "Georgina es una gran diseñadora, miembro de la junta comprometida, madre devota y buena amiga. Todos la apoyamos".

Ese momento, que parecía la vuelta a la normalidad para Georgina, inmediatamente fue eclipsado cuando al dejar el edificio fue acosada por una decena de paparazzi. Fue un shock para la diseñadora.

El secreto del éxito.

Georgina Chapman es inglesa, tiene 44 años y es hija de un multimillonario propietario de un emporio cafetero. Ya había creado su firma de moda, Marchesa, cuando se casó con el Harvey Weinstein. En 2004 después de estudiar diseño en la Escuela de Arte de Chelsea se asoció con su amiga la ex modelo Keren Craig. Se instalaron en un pequeño estudio londinense y bautizaron su marca como Marchesa en un homenaje a la Marquesa Luisa Casati, aristócrata italiana de los años veinte que fue famosa por su excéntrico vestuario, su elegancia sofisticada y su curioso estilo de vida. Las diseñadoras aseguraban que ella expresaba lo que querían hacer: ropa con un aire vintage, inspirada en el glamour de las primeras décadas del siglo XX, pero con interpretación contemporánea.

Georgina y su socia Keren aseguran que su gran madrina fue la fallecida estilista Isabella Blow. En 2004, cuando solo habían lanzado una colección, Blow vistió uno de sus diseños durante la semana de la moda parisina. Georgina revelaba el episodio en una entrevista en Vanity Fair en 2010: "Isabella fue nuestra principal valedora. Le debemos el arranque de nuestra carrera". Después de eso, decía, empezaron a recibir pedidos de Estados Unidos y se hicieron un sitio en las tiendas Neimann Marcus.

Sin embargo hay otras versiones sobre el veloz éxito de Marchesa en Estados Unidos, donde en menos de cinco años se convirtió en la marca favorita de las celebridades. La explicación pasa por la influencia de Harvey Weinstein: el mismo año que partió Marchesa, Georgina conoció al productor tras coincidir en una fiesta en Manhattan y al poco tiempo eran novios. Weinstein habría logrado contactarla con grandes nombres de la escena fashion y convenció a las actrices de sus películas de vestirse de Marchesa.

La primera en insinuarlo fue la crítica de modas de The Guardian, Hadley Freeman cuando en 2006 escribió sobre el desfile debut de marca en Nueva York. Entonces Georgina aún era novia de Weinstein, un factor que para la periodista explicaba porque entre los asistentes al desfile había tantas celebridades. En su artículo comentaba que le parecía extraño que Felicity Huffman y Penélope Cruz hubieran llevado vestidos de Marchesa para los Globos de Oro de ese año; Misha Barton también llevara uno de sus diseños para los Baftas; y Scarlett Johansson también lo hiciera para el estreno de la película La Isla. La periodista finalizaba su texto diciendo: "Había algunos vestidos bonitos, pero en general era una colección pesada y forzosamente embellecida. Si lo que pretenden es ropa femenina para chicas jóvenes, entonces han alcanzado su objetivo. Para el resto del mundo parece desconcertante". 

Se sintió humillada, rota y paralizada

"Me sentí tan humillada y tan rota que… pensé que sería irrespetuoso salir… Pensé, ¿quién soy yo para ir por ahí mientras todo esto está pasando? Aun sigue siendo muy crudo. El otro día, estaba subiendo las escaleras y tuve que pararme; fue como si todo el aire hubiese salido de mis pulmones". Esas fueron las primeras palabras de Georgina Chapman después del escándalo del año pasado. Tardaron bastante: las dijo en la última edición estadounidense de la revista Vogue. Champan insiste en que todos los casos de abuso de su exmarido hacia otras mujeres fueron una (terrible) sorpresa. "De ninguna manera. Nunca (supe nada). Nunca he sido de esas personas que se obsesionan con el lugar en el que está alguien", confesó.
Por eso, cuando el mundo supo de los abusos de su marido Chapman tuvo que recurrir a sesiones de terapia. "Al principio no pude porque me sentí paralizada. Y de alguna manera sentía que no me lo merecía. Y después me di cuenta: Esto es lo que ha ocurrido. Tengo que asumirlo. Y tengo que seguir adelante. ¡Tuve momentos de rabia, de confusión, de incredulidad! Y tuve momentos en los que lloré por mis hijos. ¿Cómo van a ser sus vidas? ¿Qué les va a decir la gente?... Porque ellos adoran a su padre".

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