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Cómo reconocer a un narcisista

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Narcisismo, vanidad.

COMPORTAMIENTO

Son personas excesivamente egocéntricas. No pueden empatizar con el otro y, por ende, difícilmente logren vínculos sanos. Pero, también, pueden ser vulnerables y vergonzosos.

¿Somos todos narcisistas?” O, mejor, “¿todos conocemos a un narcisista?” También puede decir así: “¿Te has enamorado de un narcisista?” Son preguntas que se ven con frecuencia al scrollear Tik Toko Reels en Instagram. A veces son videos en clave de humor, otras tantas como contenidos creados por psicólogos y coachs.

Dentro de la app Tik Tok figuran más de 84 millones de videos bajo el hashtag “Narcisista”. Otras variantes muy buscadas, como “Narcisistaperverso” o “narcisistas” superan los 5 millones cada una. Esto solo en español. En inglés, son 661 millones de videos para el hashtag “Narcissist”, por ejemplo.

La salud mental y las palabras derivadas de esta suelen ser un recurso bastante explotado para crear contenido en las redes. Pero del otro lado del entretenimiento y los 60 segundos de Tik Tok, hay una patología que, muchas veces, puede resultar desafiante incluso para los psicólogos especialistas.

Entre lo normal y la patología

A la primera pregunta que abre esta nota, si somos todos narcisistas, es posible responder que, según explica a Revista Domingo la magister en psicoanálisis Mónica Eidlin, hay un “narcisismo normal”.

“El amor a sí mismo normal requiere como condición previa la integración de imágenes buenas y malas de sí mismo. A su vez, una percepción más integrada de los aspectos buenos y malos de los demás, en consecuencia aumenta la capacidad de empatía y la posibilidad de hacer una apreciación más real de los otros”.

Esto funciona como una etapa en el desarrollo psíquico de la persona. Pero el problema aparece cuando hay una dependencia excesiva del otro. Entonces sucede lo que se percibe como demasiado egocentrismo y consideración por uno mismo, a su vez que hay falta de empatía y desconsideración por los otros.

“El término ‘narcisista’ se refiere a la persona que organiza su personalidad sobre mantener su autoestima consiguiendo la afirmación desde fuera de ella misma. Aunque todos tenemos vulnerabilidades en esta área y nos influye la aprobación o rechazo de nuestras personas significativas, en las personas narcisistas esta motivación sobresale a las demás”, responde el psicoanalistaJorge Bafico.

Repasar un mito antiguo, pero actual

Dicen que en la antigüedad, en Grecia, había un joven que se destacaba entre los otros por ser alegre y guapo. Dicen, también, que su problema principal era que se quería más a sí mismo que a los otros. La vanidad y el ego lo cegaban ante sus propios defectos y, sobre todo, ante las virtudes de los demás. Su fascinación consigo mismo era tal, que, sin saber, terminó sufriendo al enamorarse de su reflejo en el agua. Es un mito que desde hace unos cuantos años se vincula a la psicología. “En la tradición griega, se llamaba narcisismo al amor a si mismo. Pero debemos tener presente que el amor a sí mismo es un elemento muy valioso, el problema radica en cómo se administra ese amor, cuánto es depositado en uno mismo y cuánto queda disponible para el resto. Cómo lograr un sano equilibrio para evitar caer en situaciones extremas y patológicas”, explica Eidlin.

Rasgos comunes

En apariencia, una persona narcisista puede mostrarse agradable, segura de sí y simpática. O puede mostrar indiferencia y soberbia, dice la psicóloga Eidlin, coordinadora enTFP Uruguay, una asociación que difunde la Psicoterapia Focalizada en la Transferencia. Los narcisistas, coinciden los especialistas consultados para la nota, necesitan admiración constante, no son buenos escuchas ni confidentes, fantasean con el éxito, les gusta hablar de sus logros de forma incesante y suelen ocultar aquella información que demuestra sus debilidades. Para eso, deben garantizarse tener todo bajo control. Y, claro, un narcisista nunca se asumirá como tal. La lista de características puede seguir: avaricia, perfeccionismo (o un ideal de este muy marcado) y miedo extremo al fracaso, envidia desorbitada hacia aquellos que consideran superiores.

Como expresa el psicólogoAlejandro De Barbieri, un narcisista representa también un problema para el terapeuta. “Para hacer una terapia tenés que tener cierto grado de apertura para escuchar lo que el psicólogo te va a decir. Pero son personas a las que les cuesta pedir ayuda, tienen que estar muy angustiadas para eso. A mí me ha pasado de que me llamen y me digan que el hecho de que yo los atienda a ellos me va a hacer bien a mí. Obviamente que uno siempre aprende de los pacientes, pero es la actitud que ya te avisa que va a ser difícil hacer una terapia”.

Un desafío para el terapeuta

En el artículo Narcisismo de piel fina o vulnerable y narcisismo de piel gruesa o grandioso. Similitudes y diferencias, la psicóloga Mónica Eidlin y el psiquiatra Ricardo Bernardi hablan sobre cómo tratar a una persona con trastorno narcisista puede llevar al propio terapeuta a rever sus propios límites. “Pone en juego nuestra propia capacidad de empatizar tanto con la grandiosidad como con el temor a la vergüenza o la humillación”, escriben. Y, una vez más, la palabra “empatía” aparece como la contracara que permitirá un mejor análisis.

Para los amigos, compañeros de trabajo, familiares que conviven con esa persona, vincularse es una tarea más difícil todavía. “Su vida emocional está orientada a afirmar su necesidad de ser admirados”, afirma Eidlin. “Experimentan escasa empatía hacia los sentimientos de otras personas, disfrutan poco de la vida, más allá del homenaje que reciben de los demás. Cuando dichas gratificaciones desaparecen, reaparece la sensación de vacío, aburrimiento, desasosiego, lo que promueve búsquedas incansables de nuevas experiencias que signifiquen excitación, sensación de grandeza, brillo, admiración”. El narcisismo puede devenir en la adicción a distintos estupefacientes con los que intentan suplir el vacío y aburrimiento.

Ante la envidia del éxito de otros, lo desvalorizan para sostener su ilusión de superioridad. “Tienden a idealizar a las personas de quienes esperan una gratificación y devaluar y despreciar a aquellas que no consideran importantes. Pero cuando la persona que admiran los rechaza, experimentan fuertes sentimientos de rabia, odio, ira”, añade Eidlin. Los narcisistas aman a aquel que le ayuda a sostener su ilusión de superioridad.

“En general, son incapaces de experimentar auténticos sentimientos de tristeza o duelo frente a una pérdida. Cuando se sienten abandonados o defraudados por otras personas, suelen exhibir una respuesta aparentemente triste, pero si uno lo examina con más detenimiento, resulta ser de enojo y resentimiento cargado de deseos de venganza”.

Hay rasgos narcisistas que sobresalen, pero también hay personas que sufren estas características de manera encubierta. Sobre esto escribieron el psiquiatra Ricardo Bernardi y la psicóloga Eidlin en Narcisismo de piel fina o vulnerable y narcisismo de piel gruesa o grandioso. Similitudes y diferencias, un articulo publicado en TFP Uruguay. Está la grandilocuencia por un lado y el temor a la humillación o la vergüenza por el otro: “Los pacientes vulnerables procuran retirarse de situaciones sociales cuando la evaluación desfavorable que hacen de sí mismos en relación a los demás despierta en ellos intensos sentimientos de vergüenza, dolor o envidia en consonancia con expectativas encubiertas de grandiosidad”.

Los factores detrás del narcisismo están en constante investigación. Pero los tiempos que corren (selfies, videos, vlogs y blogs de la vida privada misma) son favorecedores para este tipo de trastorno.

La psicóloga Eidlin cita a Christopher Lasch, un historiador y sociólogo para quien cada época tiene su patología. La época de la virtualidad trae inestabilidad, vínculos fugaces, miedo a salir lastimado en un vínculo así como a perder el trabajo o tener problemas económicos. Todo esto, y más conlleva a que algunas personas sientan la necesidad “exagerada” de reafirmar su identidad.

Y, concluye la terapeuta, “labúsqueda permanente de la aprobación y la admiración no permite desarrollar una afirmación autónoma y equilibrada de uno mismo, de los propios valores y de las relaciones de reciprocidad con los demás”.

En épocas de selfies y likes

“La subjetividad que nos atraviesa actualmente es la de la sociedad hipermoderna, caracterizada por el pasaje de lo íntimo a lo público y el objeto de consumo como primacía. Estamos en una sociedad donde predomina una lógica individualista que promueve la expansión del yo, por tanto una subjetividad hedonista, inmediata, materialista, creativa e innovadora. Características todas ellas que generan un clima amigable para la expansión del narcisismo en sus diferentes versiones”, explica el psicoanalista Jorge Bafico a Domingo.

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