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Quedarse en casa sin culpa

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Para quienes lo practican quedarse en casa es un estilo de vida.

Con la llegada del otoño también crece el nesting: permanecer puertas adentro “anidando” es una elección para muchos que buscan priorizar el bienestar.

"¿Ir a tomar un trago? No, gracias, este fin de semana hago nesting". La frase parece más una proclamación de principios que una excusa para rechazar, de forma amable y bastante cool, por cierto, una salida. Pero eso que todo el mundo practica o practicó alguna vez —quedarse en casa el fin de semana sin hacer nada de nada—, de pronto tiene un nombre que, quienes lo acuñan, juran, es mucho más que eso. De un tiempo a esta parte el concepto nesting (anidar) ha logrado convertirse en una verdadera declaración de un estilo de vida que prioriza la existencia puertas adentro como una manera de lograr el bienestar personal. Permanecer en casa y utilizar el hogar como refugio de la vorágine del exterior parece ser el mejor plan para muchos que buscan recomponer la energía gastada en la semana. "Balancear la vida social con la privada, encontrar placer y refugio en nuestro hogar, regenera y aporta equilibrio a nuestras emociones", asegura Alejandro Corbalán, director de la Asociación Argentina de Counselors.

"El hogar constituye a partir de su posibilidad de cobijo y resguardo, un verdadero refugio. Pero además, la privacidad y aislamiento del mundo exterior brindan a la persona ocasiones de encuentro consigo misma y mayor contacto con las personas más significativas de la vida", agrega Corbalán, que considera ese espacio como ideal para hacer esas cosas que tanto ayudan al bienestar físico y mental.

"La meditación es una práctica claramente benéfica para nuestra psiquis y puede realizarse de manera especial en casa. Pero también un hogar dotado del espacio necesario y adecuado brinda la posibilidad de desarrollar actividades que proveen entretenimiento, diversión y solaz: hacer jardinería, pintar, cocinar, leer, escribir, jugar, y otras actividades complementan el relax necesario para recuperarnos de las tensiones y prisas de la vida laboral", señala.

Pero más allá de la búsqueda de bienestar, hay muchos factores que animan a las personas a quedarse en casa. Para empezar, el clima otoñal disuade planes que impliquen salir; si a eso le agregamos la posibilidad de sumar entretenimiento mediante dispositivos y plataformas tecnológicas como Netflix —último gran aliado de los cultores del nesting, por qué negarlo— la situación se decanta hacia un fin de semana puertas adentro.

Pero, el calor y la promesa de entretenimiento en continuado no alcanzan si los que eligen hacer nesting son, además sibaritas. Si cocinar estresa en lugar de servir como antídoto contra la ansiedad, el delivery es la solución. Ya no hace falta ir a un restaurante para comer rico. La gourmetización de la comida a domicilio es una realidad. "El hogar moderno está dotado de tecnología, ambientación y diseño personalizado, este puede sustituir potencialmente cualquier programa de salida, brindando la posibilidad de una alta calidad de disfrute, con un bajo costo económico y mínimo riesgo, en cuanto a seguridad", describe Corbalán.

Preparando el nido.

Los primeros en notar esta necesidad de quedarse en casa fueron los diseñadores e interioristas, que empezaron a pensar espacios que inviten a las personas a permanecer largos períodos de tiempo dentro del hogar. Luz natural, amplitud, comodidad, confort, personalización son las claves que invitan a la permanencia.

Especialmente después del atentado en las Torres Gemelas, allá por 2001, la gente empezó a experimentar una necesidad de protección que muchos encontraron en su casa, que empezó a equipararse como nunca antes a un refugio. El Lets stay home (quedémonos en casa) se volvió el leitmotiv de ese colectivo que bregaba por la vida puertas adentro. Y hoy se replica en las casas de decoración en formato de cuadritos para colgar. También es furor en redes sociales el #staycozy (algo así como estancia cómoda) acompañado de un sinfín de imágenes de gente reposando en el sillón, bien de entre casa).

"La tendencia es hacer de nuestras casas, hogares. Es decir, diferenciar el lugar que habitamos del resto de los espacios para que nos haga sentir protección, placer, paz y tranquilidad. Todo empieza en la naturaleza. Nuestro primer nido es la panza, un lugar calentito, cómodo, en donde tenemos todo lo que necesitamos. Y aun cuando estamos en la panza nuestras madres ya están preparando un espacio para que habitemos en la casa. A esta acción de preparar ese espacio acogedor se la llama nesting", dice la diseñadora de interiores Magalí Muchnik.

Desde el interiorismo, estar a gusto en casa implica apelar a los cinco sentidos. "Rodearnos de cosas que podamos asociar a lindas sensaciones; aislarnos del ruido de afuera y reemplazarlo por música; poner objetos aromáticos que desprendan olor a hogar; elegir telas que nos den placer al tocar y tener una alacena con sorpresas para darnos nuestros gustos", describe Muchnik.

Otro rubro que supo leer y sacar provecho de esta tendencia es el de la indumentaria. El homewear es uno de los sectores que más creció en el último lustro dentro del universo textil. Prácticamente todas las grandes marcas tienen una línea para vestirse estando en casa, diferente a la bata y el pijama, claro está. Y es otra muestra inequívoca de que la movida nesting está en alza.

En Argentina Eduardo Terzakyan, gerente general de Tienda Suárez —marca dedicada al homewear— cuenta que la gente busca ropa que le permita estar cómoda y verse bien sin salir de casa. "Sentirse cómodo y verse bien es una necesidad, incluso estando puertas adentro. Y quedarse con el pijama no es una opción porque hasta que no te lo sacás es como si no arrancara tu día. Nosotros hacemos cosas cómodas y de calidad para estar adentro, pero que también puedas usar afuera si tenés que ir al súper. Empezamos con las medias y después con los Domingos, que son los pantalones coloridos de algodón que te permiten estar cómodo y al mismo tiempo presentable. Y pronto vamos a sacar remeras más largas, también siguiendo la misma premisa", dice.

Stay Home Club, una firma canadiense de ropa y accesorios para el hogar ha hecho del nesting su identidad empresaria. Al momento de describirse, no dudan en apelar a cierto mensaje pesimista: "Stay Home Club es una gama de productos de estilo de vida para personas sin vida. Somos un club que nunca se reúne, pero un club no obstante. Cada pedido se envía con una tarjeta de membresía". Olive Mew, su creadora, confiesa que desde joven siempre prefirió quedarse en casa antes que salir de fiesta con amigos.

Entre aislarse e invitar amigos.

Sin dudas uno de los aspectos negativos del nesting es el aislamiento. Encerrarse en casa en búsqueda de bienestar puede llevar a un peligroso e indeseable ostracismo. Por eso mismo, los cultores de esta práctica aclaran que anidar no es aislarse. Incluso, puede ser todo lo contrario si se elige recibir gente en casa. "Por eso, a la hora de elegir quedarnos más tiempo en casa por elección y no por obligación ni por falta de ganas de salir, es importante también saber elegir a las mejores compañías para acompañarnos en esa interioridad. Los encuentros de pequeños grupos en la comodidad del hogar brindan la posibilidad de intercambios ricos en cuanto a la profundidad comunicacional, manteniendo la vida social y satisfaciendo la necesidad de pertenencia natural en los seres humanos", dice el director del centro Argentino de Counselors.

Invitar, reunir y agasajar a familiares y amigos son también algunas de las posibilidades que brinda el nesting y que permiten continuar con la vida social incluso sin salir de casa. Y si se elige estar sin compañía, las redes sociales dan la ilusión de estar ahí, sin perderse nada de lo que pueda acontecer en el grupo de amigos, con quienes podemos compartir —y hasta presumir— de la decisión de hibernar el fin de semana. Es más: hay sociedades enteras, como la danesa, que suele encabezar todos los rankings mundiales de felicidad año tras año, que hacen del nesting un estilo de vida. Y no son pocos los que creen ver en el hygge (un concepto más abarcativo que el nesting, que alude a estar en una situación en la que te sientes acogido, cómodo, relajado y libre) el secreto de su felicidad sostenida en el tiempo. Los daneses son mucho más proclives a recibir en casa que a encontrarse afuera, en un bar. Y procuran reunirse en pequeños grupos, con ropa cómoda. Como dato adicional podría decirse que prefieren un juego de mesa a una maratón de Netflix. Gustos son gustos.

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