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¿Es posible tomarse un año sabático?

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No consiste en quedarse sin hacer nada, sino al contrario

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Tomarse un tiempo para hacer cosas pendientes o simplemente para alejarse de la rutina parece ser productivo. ¿Pero cuándo tomarlo? ¿Qué hacer? ¿Cómo aprovecharlo?

En inglés se denomina gap year pero en español le decimos año sabático. La Real Academia dice que sabático viene de sábado, pero también dice que refiere a un año “que era dedicado por los hebreos, después de otros seis de trabajo, a dejar descansar sus tierras, viñas y olivares”. Y nosotros nos referimos a él como eso que parece algo lejano para todos, al menos en Uruguay, donde no estamos acostumbrados a decidir dedicarnos un tiempo a cualqueir actividad que nada tenga que ver con la rutina. Porque esa es la base, la idea y el sustento del año sabático o del gap year: “gap”, en inglés es brecha, hueco; es decir, dejarnos un espacio que consista en hacer algo, sea lo que sea que se aleje de lo cotidiano y diario, pero nunca en quedarse un año sin hacer nada, concepto con el que se suele confundir. “Creo que ‘no hacer’ sería algo que no recomendaría”, dice la psicóloga Analia Barbery.

“Se entiende por sabático como descanso. En este sentido comprendo que tomarse un año sabático puede estar referido a un sinnúmero de actividades”, explica la especialista. Eso sí, advierte: la o las actividades, así como la conveniencia o no, la necesidad o no de cada persona de tomarse un año sabático, siempre se tienen que pensar de manera singular; es decir, siempre depende de las circunstancias y contexto de cada uno y cambia en cada caso.

Por su parte, la psicóloga Verónica Orrico lo define como “un período de la vida en que nos permitimos alejarnos de la rutina, del trabajo, estudios o lo que hagamos habitualmente, para vivir nuevas experiencias o realizar actividades que siempre tuvimos pendientes”. Se trata, entonces, de que hagamos lo que hagamos, sea un tiempo para dedicarnos a nosotros mismos: “Ese período será enriquecedor en la medida en que lo enfoquemos como una etapa de crecimiento personal. Salir de la rutina, conocer lugares y personas, experimentar con nuevas actividades, nos ayudará a conocernos más y, en ocasiones, a dar un giro a nuestras vidas”, agrega.

Todo parece muy sencillo y hasta idílico, pero, ¿cuándo conviene tomarse este tiempo? ¿Es productivo para todos? ¿Conviene tener un plan de actividades? ¿Aprovecharlo para viajar, aprender algo nuevo o hacer algo pendiente? ¿Tiene algún riesgo?

Estas son algunas de las respuestas a esas y otras preguntas. Una vez más: nunca una respuesta aplica para todos, porque las circunstancias casi siempre son distintas.

Cuándo parar

Hay algo muy millennial en esto del año sabático. Esa generación a la que pertenecemos los que nacimos entre 1982 y 1995 sobre la que tanto se ha hablado, escrito y dicho, parece ser la que está más decidida a dejar todo durante un tiempo, unos meses, e incluso, años. Es que eso es casi parte de su esencia: preferir la movilidad al asentamiento, privilegiar las experiencias a la estabilidad laboral, ser dinámicos y espontáneos, y tener estructuras menos sólidas que generaciones anteriores. Por eso es cada vez más común que las personas que tienen entre 20 y algo y 30 y pocos, elijan dedicar un año de su vida a hacer lo que quieren en ese momento y no a sus trabajos, estudios o profesiones.

Ese es el caso de María Inés (24). Dejó su casa en el interior del país para estudiar agronomía en Montevideo. Sobre el final de la carrera se dio cuenta de que cuando terminara, se iba a ir a vivir al exterior un año, a trabajar de lo que consiguiera para aprovechar a viajar, conocer gente nueva y extender su horizonte. Y ese fue su objetivo durante los últimos dos años, cuando empezó a trabajar mientras hacía su tesis. Ahora está en Australia, viviendo con una amiga y viajando para conocer un lugar nuevo cada vez que puede; el año que viene ya retomará su vida como ingeniera agrónoma en Uruguay pero por ahora esa no es la prioridad.

No se trata del deseo de tener vacaciones, mucho menos de un capricho. Es más bien la necesidad de no quedarse con las ganas de hacer un corte en su vida para poder hacer eso que tanto quieren y su rutina no se los permite. Por eso, estas personas ya tienen un nombre: gappers, por gap year.

No hay una edad para necesitar un respiro, es verdad, pero en general son los adolescentes, jóvenes o adultos jóvenes los que deciden frenar todo en sus rutinas y dedicarse a sí mismos.

“Los motivos (para tomarnos este año) pueden ser muchos, pero en general se vinculan con no sentirnos a gusto con la vida que llevamos”, sostiene la psicóloga Orrico.

Así, las razones pueden ser tan infinitas como las personas. La campeona olímpica de gimnasia artística Simone Biles (Estados Unidos), por ejemplo, se tomó un descanso de un año del entrenamiento y las competencias por la imposibilidad de seguir a un alto nivel tras la intensidad de lo vivido en Río 2016; el chef Ferran Adrià paró un año entero y se alejó de todo solo para poder tener tiempo para viajar y aumentar su creatividad conociendo las culturas culinarias de distintas partes del mundo; lo mismo hizo el cantante Pablo Alborán, cuando a principios de 2015 anunció que se iba a tomar dos años para viajar y seguir estudiando, o el actor Javier Bardem cuando nació su hijo, en 2011 y estuvo un año alejado de todo solo para poder acompañarlo.

Es verdad, la realidad de estas personas puede ser muy distinta a la nuestra a la hora de decidir dedicarnos un tiempo para nosotros. Es que lo económico suele ser un impedimento para poder hacerlo. Sin embargo, ya lo dijeron los expertos, tomarse un año sabático no significa quedarse sin hacer nada y una de las opciones es buscar alguna forma alternativa de “ganarse” la vida. Incluso, en los países anglosajones y nórdicos, donde el gap year es moneda corriente, existen programas especiales con actividades de distintos tipos para que ese año fuera de la rutina sea fructífero: desde voluntariados, grupos de viajes a países exóticos, clases de idiomas, hasta propuestas de diferentes destinos del mundo para trabajar y conocer otras culturas. Es que allí, ese tiempo de contacto con uno mismo, de aprender cosas nuevas o conocer el mundo, es reconocido como una parte importante del currículum y quienes lo toman saben que tendrán una reinserción laboral rápida y buena.

Aunque en Uruguay no parece ser tan sencillo, tomarse un año sabático suele ser productivo siempre y cuando no se ponga como excusa para retrasar o no enfrentarse a algo más. “Puede ayudarnos a pensar sobre ciertas decisiones. Tomarnos tiempos para hacer procesos sobre ciertos movimientos a realizar en nuestras vidas. Pero también puede ser un tiempo de estancamiento”, comenta la psicóloga Barbery. Por lo tanto, si el tiempo es sincero y se tiene un propósito genuino, es una buena oportunidad para jugársela y hacer eso que queda pendiente.

Adolescentes

El psicólogo y escritor argentino Alejandro Schujman sostiene que no es conveniente que los adolescentes se tomen un año al terminar el liceo: “Los chicos desde niños tienen muy marcado el camino, el jardín de infantes, el primario y el secundario funcionan como una estructura que los organiza”.

Al terminar el liceo, frente a la incertidumbre de ser grandes, frente al miedo al fracaso o a decepcionar a sus padres, pueden elegir tomarse un año para pensar qué quieren hacer. “Y ese tiempo funciona como un desestructurante del mundo emocional que hace que, en general, nunca sea un año, sino dos, tres o más”.

Por otro lado hay que tener en cuenta que no todos estamos preparados para manejar el tener tanto tiempo libre. Eso sucede, en general, con los adolescentes. Además, "hay algo ilusorio en que van a poder aclarar algo con el tiempo que se diluye rápidamente", comenta y sugiere que la postura de los padres, ante el pedido lógico de los chicos de tomarse un tiempo para pensar, sea sugerirles que hagan algo, aunque se equivoquen y tengan que volver a empezar. 

working holidays

Viajar y trabajar

Son muchos los jóvenes en Uruguay que eligen el working holiday para irse a vivir un año a otro país y poder trabajar durante ese período.

El gobierno uruguayo tiene convenios con países como Nueva Zelanda, Australia, Irlanda, Francia o Alemania y le otorga la visa a jóvenes entre 18 y 30 años que quieran irse a conocer otra cultura.

En el caso de Irlanda, por ejemplo, hay visas para poder ir a estudiar inglés y vivir allí por dos años. Las visas que se entregan por año son limitadas y depende del destino las plazas que se otorgan.

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