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La política es la vida misma

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Política

COLUMNA CABEZA DE TURCO

Washington Abdala

Ahora se viene la brava, sea cual sea el resultado que se arme en la noche de hoy, difícil para Sagitario —como le gustaba decir al uno— que todo salga prolijito.

Los blancos tienen que arreglar para adentro su resultado luego de estas semanas complejas. Es verdad, algunos muy sobrios, otros más desbordados, pero como son un desafiante fuerte del poder, ahora tienen que demostrar su veta profesional y ordenarse en los próximos días si quieren estar en el "fixture" en un lugar destacado en la largada.

Lo propio le cabe a los colorados, tendrán que maximizar su fotografía para estar lo mejor posible en los próximos días y crecer. Como todo lo humano dependerá de la pasión acotada y el grado de sensatez que se ponga. Luego, a rodar mi amor.

A las colectividades históricas que son desafiantes del oficialismo, ahora se les acabó el tiempo de jugar sin VAR. Les van a cobrar todo y tienen que tener una concentración absoluta en sus despliegues tácticos si quieren desalojar al oficialismo (y quererse un poquito no viene mal. Tampoco se trata de sexo tántrico).

El oficialismo deberá amalgamarse en un entramado consistente y producir algo de refresco para concitar atención. La verdad, no es verdugueo, con lo que tienen no alcanza. Sumando sonrisas no da porque la gente está (¿la gente? ¿cuánta?) desilusionada y distante. Lo saben.

O sea, vienen semanas difíciles para todos liderazgos emergentes. Es recién ahora que se ponen a prueba los pingos.

Ser ganador no es fácil, ser perdedor es bien duro. Pero combinar a ganadores y perdedores adentro de cada colectividad requiere alquimia, talento y madurez.

Porque hay algo claro: el mejor líder de la interna es el que más le gusta al partido político que lo votó, pero resulta que como la elección es a tres vueltas, la segunda vuelta (la primera del balotaje) no exige exactamente el mismo perfil de oferta electoral. ¡Ey, ey, ey!

Luego de la elección interna de hoy es como salir de una pista de barro e ingresar en una piscina: se requieren otros atributos para nadar allí. Ya no es el regodeo intrapartidario sino que se elige un presidente para todos. Por eso es tan complejo lo que viene y tan desafiante. Y por eso, todos saben que el camino del “centro” es vital y los errores se pagan con la guillotina.

Los resultados dicen mucho, las distancias también, las cabezas abiertas para entender la orden que emiten las urnas y la grandeza tendrán que ser un asunto no menor en el intercambio de lo que se vendrá en las próximas horas.

¿Me perdonan que haga este razonamiento? Si es muy terraja lo que viene, si es un bochorno de negociados burdos por “figuretismo” o “posiciones” a futuro, el que esté metido en esa conspireta está liquidado, muerto y enterrado. Y ojo que eso la gente lo olfatea al toque.

La gente (sí, la gente, todos nosotros) sabe lo que quiere y por eso vota como vota. No se le puede reprochar nada al ciudadano. Nada. Va y vota como siente, como entiende que es mejor para el país y principalmente para él. Y así debe ser.

No hay nada menos generoso que el voto. Ya sé: los candidatos todos desmentirán semejante afirmación. Dirán que el sueño de país es colectivo y que la solidaridad es un deber ético. ¡Minga! Todo eso es hermoso luego que a mí, al que vota, a nosotros los habitantes de este país, nos sirva el candidato con lo que hará, que no nos presione más con impuestos, que nos deje ser libres sin temor a ser asesinados, que nos arrope con un mínimo de seguridad y que nos devuelva algo de lo que tenemos derecho en términos de dignidad. Tampoco pedimos subsidios o pensiones graciables. Seriedad y laburo.

El que comprenda eso y conecte con la gente saldrá a flote. Los otros morderán el polvo. No tiene misterios. La política es la vida misma.

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