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Tras la pista de nuestros antepasados

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Un nuevo estudio generó debate científico.

Una técnica para detectar los primeros hombres por su ADN y la evidencia de la posible manipulación humana de huesos de animales estaría reescribiendo la historia.

En algún momento, entre los 200 mil y 100 mil años atrás, el hombre— casi tal cual como es ahora— apareció. Desde entonces, se comenzó a escribir la historia de la humanidad, pero ese estreno aún sigue difuso. Por ello, cualquier dato que pueda surgir sobre ese período es fundamental y crítico, porque el más mínimo error en la interpretación de lo encontrado puede cambiarlo todo.

A fines de abril, una publicación en la revista Nature puso a hablar a todo el mundo científico. Un grupo de paleontólogos y arqueólogos del Museo de Historia Natural de San Diego aseguran haber encontrado huellas de herramientas humanas en un hueso de mastodonte. Hasta ahí todo bien, excepto por la fecha en el calendario donde situaron el hallazgo: 130 mil años atrás. Por ahora, la mayoría de las pruebas apuntan a que el hombre habría llegado al continente americano hace 20 mil o 30 mil años. ¿Qué pudo haber pasado durante los 100 mil años restantes? Las teorías son variadas, pero las dudas son aún más.

"Si están en lo correcto, esto sería sorprendente", opina Roberto Campbell, arqueólogo y académico del programa de Antropología de la Universidad Católica de Chile. "Si hubiera sido hallado en África o Europa, generaría menos dudas, pero el problema es que lo encontraron en América". Esto va a dar que hablar por muchos años, agrega.

Pero la historia constantemente se reescribe una y otra vez. A mediados de los años 70, el arqueólogo y antropólogo estadounidense Tom Dillehay hizo un descubrimiento tan asombroso como polémico. Cerca de Puerto Montt encontró huellas de presencia humana de 14.500 años, se trataba del sitio arqueológico de Monte Verde. Hasta ese momento, la teoría que imperaba era que el ser humano había pisado el continente recién mil o mil 500 años después. Durante décadas hubo una aguerrida disputa entre quienes defendían la teoría antigua y los que se abrían a las nuevas fechas. Hoy, Monte Verde prevalece.

Si bien los autores afirman haber reproducido las huellas encontradas en el hueso de mastodonte —de manera de comprobar que no pudieron haberse hecho naturalmente—, para César Méndez, científico del Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia de la Universidad Austral, eso no es suficiente. "Me parece que la evidencia que presentan es muy blanda. No explican realmente cómo otros procesos naturales podrían ser responsables de las huellas", opina. Un trabajo publicado muestra que monos en el Amazonas utilizan rocas como herramientas y dejan huellas parecidas a las del estudio de los 130 mil años, comenta a modo de ejemplo.

A su juicio, esto tiene que ver más con la urgencia de publicar "lo más antiguo" que con hacer ciencia, y que este tipo de investigaciones con "súper fechas" aparecen cada dos o tres años, por lo que hay que ser cautos con ellas. Hoy los científicos tienen un aliado clave: la tecnología.

También a fines de abril, pero esta vez en la revista Science, otro trabajo dio de qué hablar. Se trata de la detección de la presencia de neandertales —un antepasado humano— en cuevas donde no se habían encontrado restos de huesos. El grupo liderado por científicos del Instituto Max Planck para la Antropología Evolutiva desarrolló una técnica que identifica ADN humano en sedimentos.

"Este trabajo es muy importante, porque permite buscar presencia humana donde no se han encontrado huesos, así como también analizar lugares donde no hay otro tipo de evidencia", dice Francisco Rothhammer, académico del Instituto de Alta Investigación de la Universidad de Tarapacá.

El grupo analizó los sedimentos de diversas cuevas en Europa y Rusia y no solo encontró la presencia de los neandertales, sino también de los denisovanos, otra de las líneas emparentadas con la humana ya extinta. Si bien toda nueva técnica tiene que ser mejorada, "los métodos que utilizan son muy refinados y exactos", agrega. Aunque la tecnología seguirá abriendo puertas a nuevos hallazgos, esto no elimina los posibles errores en la interpretación, coinciden los expertos. "Ninguna técnica es 100% segura, nada es definitivo, y no todo está completamente comprobado", opina Méndez.

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