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Un personaje que logra lo imposible

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El éxito de la técnica depende en gran medida de cómo se lee.

El libro El conejito que quiere dormirse del psicólogo Carl-Johan Forssén Ehrlin pudo solucionar un gran problema y es best-seller.

ANA LAURA PÉREZ

Tiene casi 4 años y le cuesta dormirse. Cada noche, pasamos juntos por un proceso que lleva entre una hora y media, y dos horas, a veces más. Leemos un cuento y apagamos la luz. Pide agua. Se la traigo y le pido silencio. Sigue hablando. Que cante, me pide. Canto. Y lo veo pelear contra el sueño. Moverse. Tratar de relajarse. Yo me tenso. Él se tensa. Se mueve de nuevo. Y así por largo rato hasta que, finalmente, se duerme. Mi alivio dura un segundo. Se que mañana todo empezará de nuevo. 

El psicólogo sueco Carl-Johan Forssén Ehrlin escribió El conejito que quiere dormirse en 2010 y en 2014 publicó en Amazon la primera versión en inglés. El éxito fue casi inmediato y miles de padres de todo el mundo comenzaron a decir que esas 16 páginas habían solucionado el mayor de sus problemas. ¿Cómo un libro infantil sobre un conejito de nombre Carlitos —o Roger en su versión anglosajona— se convirtió en best-seller mundial y derrotó a 30 millones de títulos entre los que figuran las sagas eróticas sobre 50 sombras, los vampiros y cientos de clásicos?

"La historia completa vino a mí en un segundo. Yo iba conduciendo mi auto, así que desperté a mi madre que estaba conmigo en el asiento del acompañante y le dije que escribiera rápido lo que le iba a decir, pero todo lo que encontramos fue una servilleta y un lápiz que apenas funcionaba. Tenía todos los personajes, las técnicas que tenía que usar y las bases de la historia. En cuanto llegué a casa tuve que ponerlo todo por escrito y empezar a dar sentido a la historia", le contó Forssén Ehrlin al periódico británico The Guardian.

Sin embargo, le llevó tres años incorporar a la historia todas las técnicas que conocía de su formación como terapeuta conductual y coach de desarrollo personal, entrenamiento mental y liderazgo. Tal vez porque ya había editado dos libros de autoayuda y psicología para adultos, Forssén Ehrlin decidió lanzarse a la aventura solo y ser su propio editor. "En Suecia, los libros que mejor se venden son los autopublicados. Estamos en una nueva era creciendo en el mercado del libro donde las personas que son muy activas en las redes sociales se convierten en los nuevos grandes lectores", le dijo al Guardian.

"La intención es ayudar a los niños a dormir bien, a mejorar su autoestima y a prepararse para superar los obstáculos que encontrarán a lo largo de su vida. Mi objetivo con el libro es ayudar a los padres de todo el mundo que tienen problemas con sus hijos a la hora de ir a dormir. Quiero que este libro ayude a los niños a relajarse y a dormirse más rápidamente cada vez que escuchen el cuento", dice él mismo en una de las últimas páginas del texto. Pero, ¿es verdad que funciona? ¿Cómo funciona?

Soy escéptica por definición y este caso está lejos de ser la excepción, pero la desesperación y la fe ciega se parecen entre ellas. Es martes y se acerca la hora de dormir. Ya le expliqué que hoy vamos a leer un cuento especial, sobre un conejito que tiene sueño. Leí las instrucciones de la primera página y practiqué escondida en el baño los tonos distintos con los que hay que leer cada parte del cuento.

El libro relata en 2.600 palabras la historia de Carlitos y el proceso en busca de su sueño perdido, un viaje onírico en el que conoce al Caracol Dormilón, a la sabia Lechuza de Ojos Adormilados y al Tío Bostezo. Pero la clave no es la historia sino el modo en el que se la cuenta.

Según explica el propio Forssén Ehrlin al comienzo, El conejito que quiere dormirse exige más de quien lo lee que un libro infantil común y corriente. El sistema consiste en leer el cuento bostezando en las partes donde lo señala, haciendo énfasis exagerado en palabras marcadas con negrita como "dormir", "sueño" —cerca de 80 veces usadas en la historia— y "ahora" —con 89 menciones— y bajar la voz en otras marcadas en letra cursiva. Aunque el libro las tiene, y son muy hermosas, lo ideal es evitar que el niño se distraiga con las ilustraciones.

Voy por la segunda o tercera página y no puedo evitar sentirme extraña. Una mezcla entre ridícula —por estar haciendo énfasis en palabras y frases donde no lo haría normalmente— y maestra de la hipnosis. Mientras temo encontrarme con una parte en la que deba decir "1,2,3, duerme", sigo leyendo entusiasmada: "Carlitos se da cuenta de que está muy cansado, tanto que solo quiere acostarse a dormir. Pero, ¿cómo voy a acostarme a dormir aquí mismo, ahora?, se dice. Además, le he prometido a mamá que bajaríamos a casa del Tío Bostezo y me iría a dormir, ahora".

Forssén Ehrlin tiene una explicación para esta extraña prosa. "Muchas de las frases están ahí para hacer que el niño se confunda un poco. Entonces, están más receptivos a las sugerencias que les das para que se relajen", dice en una entrevista con The Telegraph y agrega que su libro "es el equivalente verbal de una mecedora".

Tras haberse convertido en un absoluto éxito de ventas —y ser traducido a 35 idiomas— el libro fue editado por Penguin Random House, que lo publicó en Uruguay en diciembre y con la que Forssén Ehrlin firmó un acuerdo para escribir varios libros más. Los primeros seguirán siendo para dormir, pero varios medios internacionales aseguran que el psicólogo sueco tiene la intención de aplicar las mismas técnicas —repetición y sugestión— para hacer otros sobre cómo ir al baño y comer toda la comida.

Todavía no me animo a sacar los ojos del libro ni a detener la lectura. Probablemente el motivo sea que aún no me permito admitir lo que vengo percibiendo. Hace varios minutos que su cuerpo está relajado y, aunque está de espaldas, siento en la lenta cadencia de su respiración que está dormido. Solo 20 minutos pasaron. ¿Será demasiado bueno para ser cierto? ¿Funciona para todos los niños?

"No puedo decir que funcione con todos los niños. Los padres somos muy importantes en el proceso. Si estamos estresados, se lo demostraremos al niño. Lo sentirán mientras estamos leyendo la historia", asegura Forssén Ehrlin. El escritor dice que León, su hijo de dos años, duerme muy bien y está convencido que en gran medida se debe a la cercanía con el trabajo de su padre. "Ha escuchado el libro muchísimas veces. Incluso se lo hemos leído cuando estaba en el útero de su madre, así que está acostumbrado".

Aunque no todos son fans declarados, son pocas las voces que se alzan en su contra. Además de algunos reclamos de padres en las reseñas de Amazon porque sus hijos quedaron fuera de la promesa de sueño rápido, una columna publicada por la consultora editorial Imogen Russell Williams en The Guardian asegura que si bien "muchas de las ideas detrás de El conejito que quería dormirse "son sensatas" no así el objetivo detrás de ellas.

"Realmente me gusta el concepto de una historia diseñada para dejarle claro a un niño ansioso que es amado, suficientemente bueno y que sus preocupaciones (incluida la mortalidad) pueden ser diferidas hasta la mañana. También algo parecido puede decirse de acostumbrar a los niños a relajar sus cuerpos y dejarse llevar por el sueño, en vez de combatirlo. Pero los cuentos infantiles no son, a mi juicio, sobre engañar a tu hijo para que se duerma".

Hace unos días que 20 minutos son el tiempo máximo para conciliar el sueño y atrás quedaron las dudas sobre si funcionaría de nuevo. Voy a buscarlo a la casa de mi madre después del trabajo y me espera en la puerta. Antes de que pueda saludarlo, dice que tiene un pedido importante para hacerme y me mira con sus grandes ojos bien abiertos. Respira hondo y me pregunta: "Mamá, ¿podemos comprarle a la abuela otro libro del conejo?".

Rutinas claras y sin celular.

Según un informe de la Sociedad Uruguaya de Pediatría firmado por la doctora Cristina Scavone, los problemas y trastornos en el sueño pueden observarse en un 30% de los niños durante los primeros años de vida. Estas dificultades muchas veces tienen origen "en que los niños no adquieren los hábitos de sueño en el primer año, lo cual puede determinar dificultades en el futuro, ya sea para iniciar el sueño o para su mantenimiento durante la noche".

Los especialistas uruguayos recomiendan "tener rutinas para que en sus primeros años los niños accedan a ir a dormir sin que eso signifique un enojo cada noche". Esto supone "anunciar que es hora de irse a dormir y evitar juegos, televisión, y materiales electrónicos" como tabletas y celulares. "Ponerse el pijama, lavarse los dientes, ir a su cuarto y estar con ellos un ratito, una canción, un cuento. El lenguaje que utilizamos acompañando las rutinas es importante. Hablar con voz suave, las consignas para ir a dormir deben ser placenteras. No es bueno que antes de dormir se oigan discusiones de los mayores", asegura Scavone.

En niños mayores de 1 año, es recomendable responder tranquilamente a las demandas razonables como por ejemplo la sed o las ganas de ir al baño, "comprobar que no está ocurriendo nada especial y volver a acostarlo en forma amable terminando con una expresión cariñosa pero firme, que exprese que todos tenemos que descansar". Es importante reconocer las ocasiones en las que el niño está preocupado por algo particular que le impide conciliar el sueño y requiere de un tiempo mayor de atención.

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