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Los perros también se deprimen

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Los cambios en su entorno son la primera causa de la depresión.

Las mascotas pueden ponerse tristes y lo demuestran en su comportamiento: no juegan, comen menos y tienen más sueño. Especialistas dicen cómo tratar el tema.

Falta de apetito, somnolencia, decaimiento y desinterés ante las cosas que antes le emocionaban, pueden ser algunas señales para diagnosticar que su perro está atravesando por un cuadro depresivo. ¿Es esto posible? Según los especialistas, sí.

Marcelo Moscoso, psicólogo canino, explica que al igual que los seres humanos, las mascotas también son propensas a sufrir de esta enfermedad. Aunque a veces sus síntomas se confunden con decaimiento o aburrimiento, pueden ser reflejo de un problema que está afectando gravemente al estado anímico de su perro.

Por lo general, los canes deprimidos suelen apartarse de otros con los que solían jugar, no se sienten motivados a salir de paseo y permanecen inmóviles en su espacio predilecto de la casa. En algunos casos, también se produce el efecto contrario: están nerviosos todo el tiempo y se desplazan de un lado al otro sin razón.

Pueden presentar conductas extrañas como aullar o llorar por las noches. En casos extremos, también desarrollan comportamientos autodestructivos como golpearse contra las paredes o morderse la cola u otras partes de su cuerpo. Además, es frecuente que se acerquen excesivamente a sus amos.

Esto, explica la veterinaria Laudia Cazañas, suele suceder por un cambio en su entorno más cercano. Por ejemplo, sus dueños se van de vacaciones o no permanecen en la casa por mucho tiempo, lo que ocasiona en el perro un temor al posible abandono.

Mango, la mascota de la familia Montenegro, no pudo soportar la ausencia de sus amos, quienes se fueron de vacaciones durante dos semanas. A su regreso, la mascota empezó a presentar sintomas que al principio indicaban que padecía de alguna enfermedad, sin imaginar que estaba atravesando por un cuadro depresivo. La caída de pelo en la zona de la cara y la falta de apetito fueron el motivo para llevarlo a la consulta. Después de varios exámenes, se confirmó que los daños físicos eran un reflejo del desánimo que atravesaba el perro, que fomentó una pérdida de defensas.

Cazañas dice que el estrés causa una depresión en el sistema inmunológico del animal, lo que conlleva a múltiples enfermedades. Incluso, desarrollan infecciones bacterianas en la piel que si no son tratadas oportunamente, pueden ser "la puerta de entrada para más enfermedades".

La llegada de un nuevo miembro al hogar, ya sea un niño u otra mascota, también puede ocasionar que el perro se sienta desplazado, explica la veterinaria. Joaquin y Maribel Donoso llevaban dos años de casados y su "único hijo" era su mascota de raza york shire terrier llamada Gretta. Cuando su primer hijo nació, toda la atención se dirigió hacia él e inconscientemente dejaron de prestar atención a la perrita. El animal repentinamente dejó de comer y trataba de llamar la atención de diferentes formas, como "una niña", explica Maribel. La mejor solución para ellos fue que la mascota empezase a socializar con otros perros. Empezaron a llevarla todas las tardes a actividades en las que tenía que compartir varias horas con otros canes. Así, poco a poco la perrita se recuperó y "volvió a ser la misma de antes". El trabajo en el hogar también contribuyó, ya que cuando su hija empezó a crecer fomentaron el contacto entre ambas.

Es díficil determinar los síntomas con exactitud, afirma la veterinaria, ya que una modificación en su comportamiento también puede ser la señal de un proceso patológico en desarrollo. Es por esto que primero se debe realizar un chequeo clínico general y analizar si coincide con los cambios en el perro y su ambiente. El mejor tratamiento en estos casos, según Cazañas, es detectar los cambios que ocasionaron la depresión en el animal y compartir más tiempo junto a la mascota.

Las salidas al parque y los paseos funcionan como distracción y permiten que sienta la atención por parte de sus amos. Si su estado de ánimo no mejora, se recurre a la medicación, explica la experta, que se asesora con un psicólogo canino. En el caso de Mango, los especialistas le administraron cortisona, pero al ser alérgico al medicamento tuvieron que sustituirlo por vitaminas. Después de dos meses de tratamiento, la mascota de la familia Montenegro se recuperó de su depresión y los resultados se evidencian en el crecimiento de su pelo y en el aumento de interés por los juegos y las actividades junto a sus dueños.

Moscoso afirma que la depresión es un padecimiento común en los perros pero poco difundido. Además, explica que el tratamiento depende del interés de la familia y es importante que se preste mayor atención a las mascotas en el caso de cambios en el hogar. Si la familia planea un viaje para las vacaciones, recomienda que encuentre un lugar para dejar a su perro y esté acompañado de personas durante el día o por otros perros.

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Los cambios en su entorno son la primera causa de la depresión.

Actualidad El Comercio/GDA

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