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Pasión a todo vapor

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Las locomotoras avanzan, con los coleccionistas al fondo: Mathias Tolosa y Víctor Lampariello (Foto: Fernando Ponzetto).

Ferromodelismo, la atrapante afición que compartieron Wilson Ferreira y Sinatra y hoy une a Rod Stewart con un colega uruguayo.

LUIS PRATS

La antigua Allegheny Steam de la compañía Chesapeake & Ohio hace sonar su silbato. Se escuchan las órdenes del maquinista. Los pistones mueven las ruedas y la locomotora acelera elevando su penacho de vapor. Una escena como las que ocurrían en cualquier estación de Estados Unidos, pero 87 veces más pequeña. La máquina, de unos 15 centímetros de largo, avanza por las vías de Víctor Lampariello, uno de los principales ferromodelistas del país, según lo describen sus colegas.

Lampariello comparte la pasión por los trenes en miniatura con figuras como Rod Stewart y Mick Jagger. Y como lo hicieron en el pasado Wilson Ferreira Aldunate o Frank Sinatra. De hecho, el coleccionista uruguayo intercambia mails con el músico británico y tiene una invitación para visitarlo y conocer sus maquetas basadas en el sistema ferroviario de Chicago.

"Cuando Stewart se presentó en el Estadio Centenario hace dos años, le armamos una maqueta bajo la tribuna América. Pero él casi no pudo verla debido a los compromisos protocolares y quedó muy fastidiado. Nosotros mantuvimos el contacto y ahora intercambiamos información. Él es fanático ferromodelista y construye todas sus maquetas. Se lleva el material a las giras, lo pinta y lo arma. Llegó a diseñar un puente de once mil piezas… A Jagger también lo apasionan los trenes, aunque no los arma. Tiene su maqueta junto al estudio de grabación de su casa. Y cuando se cansa de tocar, se va a jugar con sus trenes", cuenta.

Numerosos uruguayos también sienten esa irresistible atracción por los sistemas ferroviarios en miniatura, aunque existe un arco grande de dedicación, desde quienes tienen los trenes inmóviles en sus cajas hasta quienes los hacen funcionar en entornos que buscan reproducir la realidad en el detalle. Y algunos pocos, como Lampariello o Mathias Tolosa, elevan la afición a un nivel prácticamente profesional.

El primero, por ejemplo, posee una serie de maquetas modulares que representan diferentes paisajes (una ciudad, una refinería, una montaña), que pueden encastrarse entre sí hasta formar un largo recorrido. Lo ha presentado en algunas exposiciones. Ahora trabaja en otra maqueta, que cuando esté terminada dispondrá de unos 300 metros de vías y hasta teléfonos, para avisar a otro operador la salida de alguna formación. Claro que la labor le puede llevar diez años, admite, ya que el placer está en hacer el trabajo con afán meticuloso.

Tolosa, en tanto, "fundó" su propia compañía ferroviaria, a la que llamó Trenes Uruguayos, con locomotoras azules y vagones grises. De profesión imprentero, Mathias confeccionó planchas de diminutos carteles transferibles con el logo de su empresa ficticia para aplicar en cada una de las máquinas.

Lampariello, empresario del sector del audio y la iluminación, compró una vez un gran lote de material propiedad de un comprador compulsivo que nunca lo había utilizado. Además de ampliar su colección, decidió abrir una tienda especializada, Estación del Hobbie. Cuando Tolosa la descubrió, a través de su padre, quedó flechado por los pequeños ferrocarriles y se sumó al club. Claro que llevaba los trenes en la sangre: su abuelo había trabajado en AFE.

Ambos habían tenido de niños su trencito y de mayores la afición se reactivó. Igual que el ingeniero Ruperto Long, expresidente de UTE, hoy vicepresidente del Tribunal de Cuentas y escritor.

Idénticos.

Todo el material rodante es una réplica exacta de uno real antiguo o moderno e incluso las fábricas de estos juguetes pagan derechos por producirlos. La escala más difundida es la H0, que significa en inglés "medio cero": 1:87. Las vías hoy son flexibles, por lo cual puede elegirse la amplitud de las curvas, por ejemplo. Y además de trenes y vagones, existe todo tipo de elementos para recrear el entorno: casas, edificios, puentes, tanques de agua, montañas, bosques, túneles, carteles publicitarios, automóviles y por supuesto gente, todo a la misma escala. Buena parte de eso se compra desarmado, pues la instalación forma parte del entretenimiento. Si los ferromodelistas son muy hábiles, pueden hacerlo con sus propias manos. Un ejemplo es Julio Ramos, quien además de trabajar en el comercio de Lampariello, es capaz de fabricar desde cero una locomotora.

El movimiento de todo el conjunto siempre dependió de energía eléctrica de bajo voltaje, por lo cual se los conoce como "trenes eléctricos". Pero en el presente la tecnología digital es clave, empezando por la planificación del trazado de las vías e incluyendo el control de los coches.

Trucos.

Las locomotoras vaporeras llevan en su interior una pequeña resistencia, que al calentarse hace evaporar un líquido y despide la columna de vapor por la chimenea. Y existen otros trucos. Lampariello suele agregar a sus maquetas autitos que parecen dirigirse solos: se mueven a batería y tienen un pequeño imán, que sigue un circuito metálico escondido bajo el piso de la maqueta. "Cuando la gente ve eso, no puede creerlo", comenta.

"Para ser ferromodelista se necesitan tres cosas. Las dos primeras son espacio, porque las maquetas ocupan su lugar, y tiempo para dedicarles. Si no hay espacio o tiempo, los trenes quedarán guardados en el ropero. Y la tercera es dinero, que marcará lo que el ferromodelista podrá hacer", explica. Si bien iniciarse en el hobby no es caro, como las posibilidades de ampliación son infinitas, se requerirá una inversión cada vez mayor.

En Uruguay, la asociación de ferromodelistas se disgregó, pero en otras latitudes, como en Estados Unidos y Europa, los grupos de fanáticos son grandes y exigentes. "Si en una demostración descarrilás un vagón, te suspenden", comenta Tolosa, mientras la Allegheny Steam sigue a todo vapor.

Variedad de modelos y tamaños.

La variedad de modelos puede deslumbrar a cualquier coleccionista: locomotoras a vapor o diesel, modernos o antiguos, trenes europeos de alta velocidad, vagones de pasajeros o de carga. Los une la perfección de los detalles que reproducen coches reales. Incluso hay algunos gastados o despintados "de fábrica", porque se supone que están destinados al transporte por parajes sufridos. Generalmente, el público se enfoca en modelos de una época, de un estilo o de una compañía determinadas. Si bien los trenes eléctricos conocieron su auge en Europa a partir de fines del siglo XIX, hoy la mayor difusión corresponde a marcas estadounidenses (aunque muchos de sus productos hayan pasado a fabricarse en China). La escala más popular en casi todo el mundo desde fines de la década de 1950 es la H0, más pequeña que la tradicional 0 y por lo tanto con mayores posibilidades de agregar accesorios. Los trencitos de jardín son de mayor tamaño (escala 1:24). Víctor Lampariello piensa instalar uno de esos en el terreno de su casa.

Trenes, el viejo hobby de Wilson.

Además de haber sido correligionarios políticos, Wilson Ferreira Aldunate y Ruperto Long compartieron su pasión por el ferromodelismo. "Muchas veces, cuando un congreso político se tornaba un tanto tedioso, Wilson me llamaba aparte y comenzábamos un animado intercambio de opiniones y diagramas. Muchos compañeros pensaban: ¿qué estarán tramando? A lo que yo también contribuía, con cierto halo de misterio… Aún conservo algunos de aquellos croquis, de puño y letra de Wilson", cuenta.

Pocos meses después del fallecimiento de Ferreira Aldunate, su hija Silvia visitó a Long con una gran bolsa llena de accesorios del tren eléctrico del líder blanco.

"Siempre me decía que te quería regalar algunas de estas cosas, me dijo ella. Ahora que no está, sabemos que las vas a valorar y cuidar bien. Fue una enorme emoción. Algunas de las estructuras estaban a medio armar, de modo que con mis hijos nos dedicamos con todo entusiasmo a finalizarlas. Así, en nuestro tendido ferroviario hoy tenemos con orgullo el aserradero de Wilson, la iglesia de Wilson, la estación de Wilson y muchas cosas más", añade.

De niño, Long tenía un óvalo y una sola locomotora, que todavía funciona. "La situación no daba para expandir el parque ferroviario mucho más, pero yo me enamoré para siempre de aquellas maquinitas. Tal vez los sueños de ingeniero ya andaban por mi cabeza", recuerda. Cuando su hijo Rodolfo cumplió seis años, recuperó el viejo tren regalado por sus padres y añadió otros nuevos. La pasión se contagió a Rodolfo, así como a su hija Magdalena, lo cual desmiente que sea un hobby solo para varones. "Y yo descubrí lo hermoso que es hacer junto con los hijos cosas que nos apasionan a todos: no veíamos la hora de que llegara el fin de semana para zambullirnos en la piecita de los trenes, donde llegamos a pasar el día entero, almuerzo incluido", asegura.

Las locomotoras avanzan, con los coleccionistas al fondo: Mathias Tolosa y Víctor Lampariello (Foto: Fernando Ponzetto).
Las locomotoras avanzan, con los coleccionistas al fondo: Mathias Tolosa y Víctor Lampariello (Foto: Fernando Ponzetto).
Víctor Lampariello con sus maquetas (Foto: Fernando Ponzetto).
Víctor Lampariello con sus maquetas (Foto: Fernando Ponzetto).
Una antigua mina en una etapa del recorrido de Lampariello (Foto: Fernando Ponzetto)
Una antigua mina en una etapa del recorrido de Lampariello (Foto: Fernando Ponzetto)
El control digital del minisistema ferroviario incluye teléfonos para conectar a los operadores (Foto: Fernando Ponzetto).
El control digital del minisistema ferroviario incluye teléfonos para conectar a los operadores (Foto: Fernando Ponzetto).
Un diagrama del material del ferromodelista Wilson Ferreira Aldunate, de su puño y letra (Foto: Ruperto Long).
Un diagrama del material del ferromodelista Wilson Ferreira Aldunate, de su puño y letra (Foto: Ruperto Long).

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