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Opinión |¿Sabemos todos los cuentos?

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Washington Abdala

CABEZA DE TURCO

No siempre somos lógicos, sensatos y racionales. Por Washington Abdala.

Yo no sé muchas cosas, es verdad. Digo tan solo lo que he visto. Y he visto: Que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto del hombre lo taponean con cuentos, que los huesos del hombre los entierran con cuentos, y que el miedo del hombre ha inventado todos los cuentos. Yo no sé muchas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos y sé todos los cuentos”. León Felipe.

Es de las poesías más lindas de habla hispana y seguro que el lector advertirá el azote que se recibe al leer estas líneas. No se enoje el religioso, el romántico, el temeroso. Es solo una poesía que se parece a la Maja de Goya en su versión desnuda: pretende mostrar la versión real de la existencia.

Es que, desde siempre, nos han contado todos los cuentos y por eso estamos acá manteniendo este conversatorio. Es más, somos los propios cuentos que nos inventamos unos a otros. Los sapiens vivimos dentro de nuestros cuentos, por ellos hacemos lo que hacemos y por ellos existimos.

¿Quién nos suministró el manual del amor? ¿Cómo sabemos el límite de la justicia? ¿Quién es un inmoral y quién un ciudadano probo? Todo depende de las narrativas en que nos arropen, los valores que asumimos; los cuentos que tienen mérito para todos y cada uno de nosotros. Y en esto de los cuentos, la familia, la escuela, el país y la forma de ser, todo se mezcla para producir aquello en que navegaremos con nuestra vida. Soy de los que creen que la terapia hace bien porque nos permite observar esos cuentos al enfrentarnos con nosotros mismos, asunto que no siempre la mayoría está dispuesta a hacer porque descubrimos asuntos que duelen, valores que no siempre queremos reconocer y hasta sentires que explotan si se presta atención a los mismos y no se los disfraza u oculta.

En esto de Felipe hay algo que no dice y que parte de la idea que el lector (usted y yo) sabemos: la intuición, la percepción, cierta capacidad de interpretar lo que nos cuentan y una forma de asimilar los mensajes. No siempre nos creemos todos los cuentos, pero es difícil no hacerlo si nos seducen.

Con franqueza el mundo está plagado de cuentos en clave de prejuicio, de ignorancia, de supersticiones, en fin, poblado de negadores de la ciencia, de pensamiento filosófico dogmático, de religiones sospechosas, de políticos demagogos, de gente que niega que el humano llegó a la luna y de cuentos que odian aunque dicen amar. Está lleno del rumor, del chismerío, de la leyenda urbana que contiene el prejuicio y lo reparte de forma apócrifa. Desde el antisemitismo hasta el odio de clase son todos asuntos que a cara descubierta no se asumen pero que, a poco de olfatear los matices de conversaciones, se detectan en los “cuentos” que unos se hacen a otros con semejantes incordios. Y lo que es peor, a veces, gente sensata en otros planos, en algunos menesteres tienen estas desviaciones narrativas y uno queda de cara ante tanta imbecilidad y despropósito.

Es que somos muy irracionales y en algún lado salta la térmica. He visto docentes conocidos, colegas del ámbito universitario que ante evidencia empírica (por ejemplo: migrantes a millones ucranianos, venezolanos o sirios) no captan la realidad y la suavizan para adecuar sus narrativas. Tranquila la barra: somos así, y siempre lo seremos. No es un consuelo pero es como somos, no siempre lógicos, ni sensatos, ni racionales sino que más de una vez somos emoción pura, sentimientos y latencia afectiva. No tengo que decirlo por estos días porque todos lo estamos viviendo así, en consecuencia, creo que se comprende más lo de Leon Felipe. Lo único que habría que saber es que -justamente- si sabemos todos los cuentos no nos debería sorprender ninguno. ¡Y nos seguimos sorprendiendo! La cosa no es sencilla nunca amigos, aunque lo sepamos toda la melancolía anda por allí. Nunca es sencilla. Abrazo fraterno.

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