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Opinión | Ser como mejor te salga

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Washington Abdala. Foto: Archivo El País
Nota a Washington Abdala, abogado, politico, profesor y escritor uruguayo perteneciente al Partido Colorado, en su domicilio de Montevideo, ND 20171110, foto Marcelo Bonjour - Archivo El Pais
Marcelo Bonjour/Archivo El Pais

COLUMNA CABEZA DE TURCO

"Los que explotan granadas dialécticas hacen daño". Por Washington Abdala.

La ventaja de llegar a cierta edad mental es que sentís que el recorrido vale la pena: uno se va liberando de prejuicios y se escapa de las limitaciones de la personalidad que se imponen, en buena medida, por el “hecho social”. Se acaba lo superfluo y se ingresa a un realismo pleno para encarar la vida.

Por eso se puede elegir mejor la gente para la navegación y el recreo. Ahora se sabe que al quedar menos tiempo no vale la pena gastarlo con los que no lo ameritan. Si algo hizo evidente la pandemia es que no siempre aplicamos las horas a lo verdaderamente sustancial. Una piña como la que se pegó la humanidad, y aún no salimos de ella, obliga a repensar todo. Y es útil que eso sea así porque establece un rango de prioridades y de sinceramientos que -a veces- por respeto y buen talante encaramos con otros humanos infumables ¿Para qué perdí estas horas con estos fulanos si no me hacen bien al alma? Perdiste, ya no sirve la pregunta.

Como todo asunto desafiante, como toda situación límite, Karl Jaspers ya lo enseñaba y allí se ven los pingos. Ser uno mismo sin ofender al otro, se puede. (Y si se ofende un poquito, bueh, tampoco es el fin del mundo).

No creo en los libros de autoayuda, creo en la terapia, creo en las religiones (aunque no profeso ninguna), creo en la sensatez y creo en ciertos valores éticos. En el acierto o en el error es mejor hacer que lo sincero salga a flote. Y si no sale rápido: perdimos. Claro, a veces estás en modo tal o modo cual, lo que impone aceptar los códigos de la fiesta: en un baile de disfraces no podés ir de saco y corbata negros. En los roles de la vida es igual, procurar asumirlos siendo uno mismo pero entendiendo que el conjunto es más importante que la insignificancia de la existencial individual.

Noto que la posmodernidad y la posverdad actuales me agarran con un relato frontal, con menos enojo emocional y más capacidad de aporte. Algunas plataformas en las que merodeo son un festival de haters y me causa fatiga de solo pensar los enojos relocos que andan por allí. A mí ya no me entran las balas, llega un momento en que andas convencido de tu vida, de tus valores y los que no los comparten, que sean felices, que partan hacia sus mundos mejores, yo tengo mi isla de Ghiligan.

Por eso la clave son los territorios civilizados donde los diferentes están dispuestos a cruzar mensajes y alejarse de la confrontación dialéctica en clave de escupitajo. Ya recibí demasiado escupitajo (en otras vidas que tuve) como para insistir en esa delicia. Los que quieran estar en esas zonas, todo bien, yo solo remo en mi andarivel, miro hacia los costados para ver si hay buena gente y si encuentro mala madera, que flote, pero ya no la quiero ni ver. ¿Para qué?

¿Estoy escribiendo abstracto hoy? Lo que quiero decir es que hay que ser como mejor te salga a ti mismo o misma, y trabajar ese “ser” para que no te parezcas al sargento Sanders (Combate), sino a alguien más amable que no ande por la vida explotando granadas. Los que explotan granadas dialécticas hacen daño.

¿Arrepentimientos? Cero, lo vivido está allí, hay que bancarse a uno mismo; pero se puede siempre ser un poco mejor que ayer, y ese es el baile: superarse, resiliencia, saber que todo es dinámico y sospechar que se puede estar errado si viene alguien y te convence. Lo que no implica dejar de defender tus valores. (Sin necedad).

El presente es un tiempo revolucionario. Volaron vidas que no debieron partir. Se remasteriza la economía de formas que no imaginábamos. Lo ambiental pasó a ser vital. Todos somos la diversidad. Los sapiens somos mejores bichos que hace un tiempo, somos civilizados. Y todo pasa delante de nuestros ojos. Es cuestión de empujar, sumar, apreciar lo que vale la pena y ser buena gente. El resto viene solo. Y no me digas lector que todo esto es obvio, si lo fuera sería más real y no habría que insistir. No me gastes.

PD. Esta nota quedó algo psicoanalítica, ojalá ayude a algunos. A mí escribirla me hizo bien. Digo, para motivarlos nomás.

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