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Opinión | ¿Agradecimiento para todos es posible?

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COLUMNA CABEZA DE TURCO

Será mágico porque mañana los partidarismos desaparecerán. Por Washington Abdala.

Hoy vamos a celebrar todos la democracia. Los que salen primeros porque salen primeros. Los que salen segundos porque pasan a la segunda vuelta. Los terceros y los cuartos porque saben que son necesarios siempre (hoy no se puede hablar de política así que solo referiré conceptos generales para no incurrir en la violación constitucional).

La cuestión es que arrancamos con los festejos de hoy de noche pero seguimos mañana con lo que se viene: cada escuadrón se ubicará en la mejor colina para ir al campo de combate con el entusiasmo a flor de piel y procurando ganar la batalla.

Será mágico porque mañana los partidarismos desaparecerán. De los dos lados, los aspirantes saben que si los colores de sus partidos son intensos el resto de la barra a seducir se las pela. Así que a entender esa máxima, sea como sea.

Es un mes, el que arranca, de tensión, la viviremos como hace tiempo no advertimos en la vida del país: tampoco le pidamos a los candidatos que sean Gardel, que logren magia de un día para el otro y que nos arreglen la vida. No pueden, querrían seguramente, pero no pueden y si lo dicen no les creo. En realidad heredan este carromato y harán lo que podrán con el Frankestein (ya se le pasará la factura al que dejó el muerto, pero esos son otros López).

Un consejo: seamos maduros este mes, no demos la nota ante el mundo por coleópteros falopados que creen que estamos en una guerra santa. Esto es la democracia, la alternancia democrática o la convalidación del oficialismo, no debería producirnos el vértigo que tenemos (yo lo tengo). Pero no debería, digo, pienso, cuando razono me tengo que serenar y pensar que todo va a salir bien (estoy haciendo terapia con ustedes, ahora mismo).

Es evidente que hoy de noche lo único que me importará será cómo la televisión obtiene la mecánica de convalidar a los primeros y a los segundos, y cómo las encuestadoras procesan los resultados. Confieso que en la elección interna estaba a tres televisiones prendidas, los celulares de todos y viendo quién acertaba más en los números.

Ahora es más brava, no lo niego, hay empresas encuestadoras a las que les perdí la confianza hace rato. Conozco cómo actúan y son horribles (¿se acuerdan cuando alguna vez se anunció un resultado por un canal y luego en otro se dijo el resultado verdadero?). Otros, son serios, cuidan sus productos y no camandulean. Lo que les da, les da.

Hoy, con una muestra como la que habrá, no deberían errar demasiado en la cantidad de legisladores de cada partido porque la evidencia empírica se produce en la jornada y no hay cómo errarle. Así que a la nochecita estaremos todos prendidos de los televisores, donde estemos, viendo cómo se juega parte de nuestro destino nacional. Los candidatos estarán para el infarto.

Querría agradecerles a ellos por lo que han hecho. Obvio que con alguna gente uno tiene depositada fe y confianza para el país, y con otros divergencias profundas, pero cada uno entrega lo mejor de sí para hacer mejor al país, y eso me gusta, es bueno entender la política como un servicio hacia la gente “para” la gente y no sacándole el voto “de” la gente.

Y los que hoy se juegan la ropa lo hacen de esa forma, han sacrificado familia, vida, recursos y están soñando con producir un mejor tiempo para todos. Errados o acertados, más ególatras, menos, más románticos, menos, más sólidos, menos, más profesionales, menos, todos en realidad van por un país que creen es el mejor para todos. Excepto algunos -mezquinos microscópicos en sus valores- los conocemos todos, y el país empieza la discusión sobre el contrato social que se quiere dar. ¡Mirá qué papita! Cada uno le pone los pimentones, la cebolla y los aromatizantes que entienda pertinente.

En esas estamos, así que tranquilos uruguayos que hemos salido de muchas más bravas.

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