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Olesker, el hombre

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El odio es un asunto grave en los uruguayos. Hay pueblos que conocí donde este asuntillo no era relevante. Acá la gente odia mucho y anda envenenada. Y lo increíble es que no lo reconoce, se cree buenita, hace como que no importa y semejante talante lo trafican con argumentos "racionales".

Algunos colegas abogados hasta lo travisten de escuelas del derecho a ese feo sentir. Ni que hablar el mundo de la política donde la "venganza" es verbalizada como una filosofía encubierta. Todo un delirio al que nos sometemos todos, por burros nomás, por no razonar un rato y por ser ovejas a donde nos llevan para donde sea.

Yo sé, yo sé, a veces da para odiar locamente y uno cree que de esa forma se libera algo de adentro. Algo así como una catarsis en terapia, pero una vez aflojado todo eso, la verdad, no queda nada, solo ese dolor que uno experimenta al decir lo peor del otro y punto. Luego el estiércol queda allí, hediondo, inmundo, insoportable.

En Uruguay ya hay más de medio país (si no es bastante más) que odia a Bonomi. Bue, si no lo odia, lo irrespeta, lo bardea, le tiene asquito, no lo banca, no le cree, lo oye y cambia de canal, lo ven como un politiquillo chantún, me da igual. Todos saben lo que digo. No jodan. Lo ven venir y saben que el gordo manda sanata. No lo soportan. Yo creo que dentro del propio Ministerio del Interior, cuando camina por los corredores, se meten para adentro y se mofan de él porque tampoco le bancan la piola. Ya está. Pero él, de forma inconsciente, se hace el fesa. Y es la peor situación cuando el loser se cree que es Gardel. Es Bonaparte en la isla de Elba en su máxima expresión. El delirio.

Reconozco que ese ministerio tiene algo alienante, los enloquece a los tipos, no sé si hay droga pegada en las paredes y algo sucede que casi todos los que transitaron por allí tronaron en algún momento. Más de uno creyó, inclusive, que podía llegar a presidente de macho nomás. ¿Será el poder? Esto no va a pasar porque Bonomi tiene claro que ni para presidente de la barra brava de Peñarol —donde su señora es una afamada contertulia— tiene chance de mojar. Pero, viste como son las cosas, la mente de la gente es muy rara, muy rara.

Bonomi se tiene que retirar y poner una escuela de gastronomía o algo así. Si Pepe es su amigo lo tiene que ayudar. Hay que sacarlo de escena porque los chorros nos tienen pal churrete a todos (¡la oposición calladita, por favor!) Una fuente que tengo en Presidencia me dice que Vázquez mira con pánico el botón de la camisa de Bonomi que tiene apuntando a todo el mundo —ese que usa como arma mortal— por temor a que le salte al otro ojo. ¿Sería una casualidad o un atentado premeditado? No quiero meter manija, pero yo sospecharía. Tabaré: mirá que el gordo es frío como un pescado de aguas profundas.

Es hora del recambio ministerial y los uruguayos nos merecemos algo mejor y voy a proponer un nombre que ha sido inmerecidamente dejado de lado: ¡Que Olesker vuelva a las grandes ligas! Seamos francos, se extraña ese jugador de claridad, modernidad, pensamiento conciliador, visión flexible, mirada liberal y capacidad de construir acuerdos. ¡Uruguayos! No resignemos los mejores hombres. Los peores como Papadoupulus, Filgueiras y Mir, obvio que merecen el ostracismo por burros. Son unos ignorantes, poco formados en la escuela de la vida, poca noche, poco estaño, poco chango, poco boliche, poco todo (demasiado título). Pero Olesker, mírenlo y advertirán que es copia fiel de aquello que tiene que ser un crá. ¡Aprendé Miranda vos que sos prolijo, bañadito y con ese relato embole de siesta dominical! ¡Vamos todos por Olesker a movilizarnos y a cacerolear! Pido una caceroleada de blancos, colorados, frentistas, peristas, rubistas, independentitas y novickistas (ponele nombre a la murga macho, ya está) para sacar esta noble decisión patriótica adelante. Un país somos todos y para eso se requiere unidad nacional. Olesker es el hombre. Sentirlo es amarlo. Amarlo es sumar. Sumar es ser feliz. ¡Olesker! ¡Olesker! ¡Olesker! Que lindo que suena.

CABEZA DE TURCO

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