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El nuevo de la clase

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El cambio de institución puede resultar estresante para los niños

Cambiar de institución educativa puede significar una experiencia estresante para los niños. Existen factores a tener cuenta para saber cómo ayudarlos en el proceso de adaptación.

Cuando Pedro tenía 6 y terminó el jardín de infantes, sus padres decidieron inscribirlo a él y su hermana melliza en la misma escuela, más allá de que en la institución a la que iban se podía cursar los dos primeros años de primaria. A esa escuela también iba su hermana mayor y, además, les quedaba cerca de su casa. Pasaron dos semanas y, antes de que llegaran las vacaciones de Turismo, Pedro seguía sin adaptarse al nuevo centro educativo: no se llevaba bien con sus compañeros y sus padres, tras hablar con la maestra, llegaron a la conclusión de que no estaba haciendo lo suficiente para ayudarlo en la adaptación. Después de las vacaciones y de hablarlo con su hijo, decidieron que lo mejor era que volviera a cursar primero y segundo a donde había hecho el jardín. Y a Pedro se le terminaron los problemas.

Empiezan las clases y ser "el nuevo" de la clase puede no ser sencillo para todos los niños. Un cambio de institución, sobre todo en niños más grandes — entre los 11 y 12 años, cuando los vínculos con los amigos son más fuertes — "puede ser muy estresante: se siente solo en una multitud de desconocidos, con códigos que aún no se conocen y con terror de cometer errores que lo dejen en evidencia", dice la psiquiatra infantil Natalia Trenchi.

Por otra parte, Luis Correa, psicólogo y director del colegio Zorrilla de San Martín, sostiene que en ocasiones, cuando los niños son muy extrovertidos durante los primeros días de clase y buscan ser "populares", puede resultar más difícil la integración que en aquellos que "van buscando con cierta prudencia su lugar". Por lo tanto, la adaptación, puede depender de la estrategia de cada uno. Además, sostiene el psicólogo, es necesario que las instituciones tengan un discurso inclusivo activo que ayude a la integración de nuevos alumnos y fomente la empatía entre compañeros.

Por eso, una vez que se toma la decisión de cambiar al niño de institución educativa, es necesario, según la psicóloga y psicopedagoga Galia Leibovici, que los adultos estén alertas a las reacciones del chico: "Hay que estar atentos al humor con el que está el chico cuando lo levantamos de la escuela, eso es un elemento clave para saber cómo transcurrió su jornada, porque hay muchos niños que no hablan. Por más que el niño hable poco, podés darte cuenta si pasó bien el día o no, por su cara, por su uniforme, si está sucio, si hubo juegos, si hubo diversión". Trenchi, en tanto, sostiene que además del humor, es necesario tener en cuenta la actitud del niño hacia la nueva institución: si tiene deseos de involucrarse en las actividades referentes a la escuela y con sus nuevos compañeros.

¿Cuándo hacerlo?

La decisión de cambiar a un chico de institución no debe ser apresurada y es necesario que muchas variantes sean tomadas en cuenta. Así, Trenchi explica que el cambio de institución escolar es una decisión que no hay que tomar de forma impulsiva "ni como una manera de escapar de problemas ni pensando que una vez que se cambie de escuela se soluciona absolutamente todo". Lo mismo sostiene Leibovici: "Muchas veces al sacarlo de una institución y ponerlo en otra, el problema se va con el niño y allí se acrecienta su sensación de yo no pude. Y eso termina perjudicándolo más de lo que lo favorece".

Además, Correa afirma que, si bien el bullying y el hostigamiento son cuestiones a las que la institución debe estar atenta por tratarse de "conductas abusivas y violentas que habría que evitar y prevenir", existe actualmente "un estado de alerta permanente y cualquier desencuentro entre compañeros, que forma parte de la vida cotidiana, puede ser etiquetado como bullying. A veces hay un exceso de sensibilidad de parte de algunas familias y alguna incomodidad del hijo ya lleva a que lo cambien de colegio".

Sin embargo, antes de cambiarlo, es necesario que los padres o adultos responsables hablen con la institución y evalúen si tiene una postura activa para ayudarlo.

Fomentar los vínculos.

Los especialistas consultados sostienen que hay que ayudar a los niños a crear vínculos con sus nuevos compañeros. Para eso, según Leibovici, hay que repetirles la idea de que los "amigos de antes van a seguir estando y ahora va a ganar nuevos amigos". Correa dice que es importante que la familia se relacione con otros padres de la institución. "Está bien decirle que invite a algún amigo nuevo y estar dispuesto a permitirle que frecuente la casa de otros. Siempre hay que estar presente y manejarse con discreción".

Respuesta de la institución.

Si bien es cierto que no hay que alertarse ante el primer conflicto que un niño pueda tener con sus compañeros, es necesario estar alerta a ciertas señales que podrían indicar que no está pasando bien en la institución educativa a la que concurre. Así, hay que tener en cuenta dos factores: el desarrollo académico y los vínculos sociales del chico. Sin embargo, Leibovici sostiene que ningún factor es aislado de la respuesta de la institución frente a los problemas. De esta forma, cualquiera sea el obstáculo al que se enfrenta el niño, el indicador para tomar la decisión de cambiarlo de institución es, no el comportamiento en sí, sino las respuestas de la escuela o colegio. Hay que tener en cuenta, también, que no todos los modelos educativos se corresponden con los tipos de aprendizajes que requiere cada niño.

Razones para no adaptarse.

Los motivos por los que un niño podría no adaptarse a una nueva institución educativa son varios y dependen tanto de los "niños como de los padres", explica Trenchi. En ocasiones, las exigencias del colegio pueden ser desmedidas para sus posibilidades. "Otras veces la discrepancia viene por el choque cultural entre la familia de origen y el grupo. Hay niños a los que les resulta difícil especialmente la adaptación porque les cuestan mucho los cambios o les faltan las habilidades sociales necesarias para relacionarse", sostiene la psiquiatra.

Puede pasar, también, que sean los padres lo que entren en confrontación "con la institución y boicotean el proceso del niño". Además, según la psicóloga Leibovici, puede que el proceso de adaptación no se haya preparado correctamente y el cambio haya sido abrupto.

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