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El nuevo aventurero de la TV

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Trabajar con animales es lo que él más disfruta.

El zoólogo canadiense Dave Salmoni es una de las caras de Discovery Channel; lo apuntan como el heredero del “cazador de cocodrilos”, el australiano Steve Irwin.

Hay quienes dicen que es el sucesor de Steve Irwin, el personaje que se hizo televisivamente famoso bajo el apodo de "el cazador de cocodrilos". Sus detractores, en cambio, creen que no es más que es una mala imitación de ese aventurero australiano que murió en 2006 después de haber sido herido por una mantarraya.

Pero algo es cierto: Irwin y Dave Salmoni —zoólogo canadiense, 39 años, rostro de Discovery Channel— tienen varias cosas en común. Una: Salmoni ha hecho una serie de programas de televisión dedicados a la naturaleza y sus habitantes. Otra: ha sido atacado en varias ocasiones por animales salvajes, y muchos de esos ataques han ocurrido frente a la cámara. Otra más: ambos han recibido cuestionamientos desde el mundo de la ciencia por realizar arriesgadas maniobras al momento de acercarse a algunas de las especies más peligrosas del mundo.

Pero Dave Salmoni es bastante menos histriónico que su antecesor: le gusta el peligro, pero sus pasos son más medidos que los del "cazador de cocodrilos". Quizá eso se deba a que, antes de llegar a la televisión, este canadiense era también científico. Uno que se dedicaba tiempo completo a la conservación, primero en el Zoológico Bowmanville de Toronto y después en la reserva Sabi Sands de Sudáfrica, hasta donde viajó con dos tigres de bengala criados en cautiverio, que fueron puestos en libertad en la selva.

"Mi ambición era trabajar en conservación. Un día, el jefe de Discovery vino a conocer mi proyecto. Me preguntó cuánto impacto había tenido yo en el mundo de la conservación hasta ese momento. Yo tenía mi título y había sido muy exitoso en mi vida académica, pero él insistió en que tenerlos a ellos como socios podía ayudar en mi trabajo", cuenta Salmoni, quien realizó así su primer programa, Living with tigers (Viviendo con tigres), al que le siguió Into the lions den (En la guarida del león), donde quiso demostrar que leones y seres humanos podían convivir en un mismo lugar.

Este programa tuvo un doble desafío para Salmoni: tratar con un animal siempre impredecible como es el león y, además, demostrarse a sí mismo que había superado el ataque que sufrió en 1998, en Canadá, cuando un ejemplar llamado Bongo le arrancó de las manos un pedazo de la alfombra de adiestramiento y le rasgó un brazo.

A partir de esa experiencia, Salmoni grabó el espacio After attack (Después del ataque).

Ese sería el primero de muchos riesgos. Con el tiempo vendrían fracturas, caídas, ataques de animales, sustos pequeños y mayores.

—¿Cuál es el límite entre el show televisivo y el peligro real en las grabaciones?

—Creo que estamos acostumbrados a ver gente en televisión que miente sobre sus aventuras. En mi caso, lo que ves es lo que ves. Si digo "ese animal casi me agarra" es porque casi me agarra. Ningún animal está entrenado. En el canal me dejan hacerlo porque saben que, si no, lo voy a hacer igual. Hace veinte años Discovery me conoció como un hombre al que le gusta el peligro. Y nada es fingido.

No obstante, al tiempo que Salmoni asume su gusto por el riesgo, tiene claro que esa actitud le hace recibir críticas. "Nadie en el mundo tiene este tipo de oportunidades. Somos muy pocos", justifica al respecto.

Riesgos inesperados.

En sus programas, Salmoni siempre busca respuestas a la misma pregunta: ¿cómo viven los animales en los ecosistemas más importantes del mundo? Así, ha hablado de especies en peligro de extinción —en programas como Worlds deadliest towns (Las ciudades más letales del mundo), de 2011—, de animales pocos conocidos —en Frontier Earth (Frontera Tierra), de 2012— y también de los grandes depredadores que habitan lugares recónditos en Islas mortales (emitido por Animal Planet y Discovery), donde recorrió las Galápagos, las Malvinas, algunas islas del Pacífico Sur, de Centroamérica y Alaska, siempre buscando animales con fama de agresivos e indomables.

Islas mortales es hasta ahora el programa que ha demandado más de su conocimiento: debió seguir el comportamiento de ballenas, tiburones, murciélagos, osos, monos, anfibios y otras especies que se mantienen prácticamente sin contacto con seres humanos.

"En cada isla aprendimos algo. Hay situaciones en estos lugares para las que los científicos aún no tienen respuesta, y fuimos ahí a aprender. Por ejemplo, ¿por qué Rangiroa es la capital a nivel mundial de los tiburones? Había lugares donde los animales cazaban de una manera que no sabíamos; otros donde los monos utilizaban herramientas de una forma que pensamos no era posible. Cuando veo un tiburón haciendo algo que ni yo sé por qué lo hace, ¡es genial!", describe el experto en animales.

La mayoría de las islas que recorrieron supusieron para el equipo de Salmoni un trabajo de varios días esperando a que los animales mostraran sus rutinas; días acampando al aire libre, sin agua y expuestos a peligros. El canadiense dice que todo el esfuerzo tiene una doble recompensa: uno, porque le permite estudiar de primera fuente a los animales, con un presupuesto de varios millones de dólares aportados por el canal. Y dos, porque la mayoría de las personas viaja a través de la pantalla en programas como este y pueden imaginarse que están ahí, pero sin los riesgos.

Salmoni considera que, a pesar de los múltiples encuentros con especies peligrosas y de algunos accidentes, en pocos momentos ha pensado realmente que podría morir.

"Una vez un tiburón me iba a morder en la parte de atrás de la cabeza. Estaba incómodo, nervioso, porque no tenía ninguna manera de inhabilitar o pararlo. Otra vez desperté con un oso afuera de mi carpa, y eso es muy riesgoso porque no ves qué hace, no puedes interactuar y no sabes si quiere entrar a la carpa. Pero salvo eso, han sido pocos los momentos en que he sentido que no tengo el control". Pero además, él siente que los riesgos valen la pena. *El Mercurio/GDA

NO PUEDE ESTAR MÁS DE SEIS SEMANAS SIN VIAJAR, ASEGURA

Dave Salmoni asegura que nunca se ha sentido una estrella. Ni siquiera alguien muy conocido, a pesar de sus programas de televisión y de que hace algunos años fue novio de la famosa comediante estadounidense Chelsea Handler. Por ese bajo perfil, dice, todavía puede pasar desapercibido en los lugares a los que va. Sin embargo, en octubre sumó un par de puntos en su camino a convertirse en celebridad: fue invitado a hablar de conservación al lateshow de Jimmy Kimmel en la cadena estadounidense ABC, donde enterneció —y asustó— al conductor presentando en el estudio a una pareja de pingüinos, una rana y un pequeño leopardo bebé. Con esa incipiente fama y después de tantos viajes, lugares recónditos, amaneceres en carpa y días sin bañarse, el lugar favorito de Salmoni sigue siendo su casa en Canadá, y Sudáfrica, donde dice que realmente aprendió a observar a los animales. "Fue el primer lugar donde me dieron libertad y me dijeron: Ahí está tu carpa, ahí está tu comida, ahora anda. Eso era lo que soñaba cuando niño". Sin embargo, aunque ya encontró sus lugares predilectos, no puede pasar más de seis semanas sin viajar: necesita estar moviéndose. "Hace poco le decía a mi novia que ya llevaba mucho tiempo en casa. Me preguntó si había algo malo con ella. Nada que ver, le expliqué. Simplemente, tengo la necesidad de conocer".

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