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El niño que no deja de hacer cine

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Con 58 años es uno de los cienastas más reconocidos del mundo. Foto: Reuters

Con película recién estrenada, Tim Burton cuenta por qué su vida explica tanto de su obra.

Creo que cuando chico era como Benjamin Button, y he hablado con un montón de niños que se sienten de esa forma: me sentía de 80", cuenta el cineasta Tim Burton, hoy de 58 años, cuando le preguntan cómo recuerda su infancia, que transcurrió en Burbank, California. Tiempos en que era un niño que encontraba mejor compañía en las historias de monstruos que en los humanos. Tiempos en que, dice la leyenda, simuló su propia muerte en el patio de su casa (para espanto de sus vecinos, quienes llamaron a la Policía).

El director estadounidense, de traje negro y barba y bastantes pelos en camino a convertirse en blancos, está sentado en el microcine de un hotel de Londres frente a una treintena de periodistas que han venido a la presentación de su último filme, Miss Peregrine y los niños peculiares, adaptación de la exitosa novela de Ransom Riggs, que se estrenó el jueves pasado en Uruguay. Una historia que parece haber sido escrita especialmente para ser parte del universo Burton, donde han crecido personajes como el enigmático Edward de El hombre manos de tijera (1990), el temeroso Víctor de El cadáver de la novia (2005) o el afectado Barnabás Collins que construyó para su versión de Sombras tenebrosas (2012).

Esta vez, en Miss Peregrine..., hay adolescentes que parecen saber mucho a corta edad y también niños diferentes, con características que asombran y asustan al mismo tiempo, y que viven protegidos de un mundo que no sabe —o no quiere— comprenderlos. Niños como quizás alguna vez se sintió el propio Burton, quien ha contado que siempre fue visto por su entorno como un bicho raro, incluso por sus padres, a los que dejó cuando tenía 12 años para irse a vivir con su abuela.

Ahora, su alter ego parece ser Jake (interpretado por el actor Asa Butterfield, El niño con el pijama de rayas, Hugo, El juego de Ender), huérfano a los 16, a quien su abuelo (Terence Stamp) le ha contado sobre un mundo paralelo en donde viven niños con ciertas peculiaridades, cuidados por una especial mujer llamada Miss Peregrine (Eva Green), quien es capaz de hacerlos vivir sin envejecer y sin mayores sobresaltos, gracias a su capacidad para activar un loop que, ante una situación de peligro, devuelve el tiempo al día anterior. Así, los protege de quienes no comprenden sus habilidades, y también los oculta de sus enemigos.

En la gran casona de Miss Peregrine hay niños que vuelan, otros que son invisibles, capaces de levantar cientos de kilos o sacar llamas de fuego de entre sus dedos. Tienen, por así decirlo, superpoderes. Pero ni en el libro ni en la película son superhéroes ni mutantes, como los X-Men, por ejemplo, con quienes tempranamente los han comparado.

"Creo que el género de los superhéroes está vivo y bien, pero nunca vi la película de esa forma. Siempre pensé que esta sería una versión humana de eso. Siempre vi las peculiaridades de estos niños menos como superpoderes y más como aflicciones. Son sólo parte de cada niño, cada uno tiene una peculiaridad y eso era lo que me interesaba. No el vamos a salvar el mundo, sino el somos quienes somos y esta es nuestra situación. Bajar a la tierra, al nivel más humano, fue lo que me atrajo", cuenta el cineasta sobre esta historia que la revista Rolling Stone definió como una nueva oda de Burton a los que no encajan en la normalidad.

Y él lo confirma. "Siempre me he sentido atraído por ese tipo de personajes, ya que así se siente uno en ciertos momentos de la vida, aun cuando se haya vuelto más conversador, tenga amigos, éxito o popularidad. Son ese tipo de sentimientos los que se quedan con uno para siempre", cuenta el cineasta. Y por eso, no es raro que haya sido elegido como el director de la adaptación de la novela, realizada por Jane Goldman.

Alguien le pregunta a Tim Burton cuán oscura es Miss Peregrine y los niños peculiares. Y el director de películas de un tono tan lúgubre como La leyenda del jinete sin cabeza (1999) o Frankenweenie (2012) se ríe.

"Soy la peor persona para preguntarle por eso, porque desde el comienzo de mi carrera todo ha sido oscuro. Batman (1989) era demasiado oscura, pero ahora podría ser un espectáculo de patinaje sobre hielo. El extraño mundo de Mr. Jackera demasiado oscuro, pero ahora hay niños de tres años que cantan sus canciones y hasta a sus perros les gusta".

Lo cierto es que el hombre que comenzó a tener popularidad con filmes como Beetlejuice (1988) o la misma Batman, se ha atrevido en esta última cinta a cambiar el registro, partiendo porque los protagonistas de su nueva apuesta son niños. Y ellos, dice, lo obligaron a recrear los ambientes de la película de la forma más real posible, para evitar hacerlos filmar sobre fondos verdes que fueran posteriormente retocados. Y al igual que en Big Eyes (2014) tampoco están sus actores fetiches, como Helena Bonham-Carter (su ex mujer, de quien se separó en 2014) y Johnny Depp. A cambio, Tim Burton ha presentado a una nueva musa, la actriz francesa Eva Green, y a dos pesos pesados del cine como sus nuevos colaboradores: Judy Dench y Samuel L. Jackson.

¿Cómo ve esta película dentro de su carrera? ¿Es la culminación de un ciclo?

—Probablemente. Pero es incómodo hablar de esto porque mi carrera aún no terminó. Hablar así es como cuando tienes que elegir una escuela para tus hijos antes de que nazcan. Lo único que puedo decir es que yo no busco este tipo de personajes: ellos me encuentran. Son personas con las que me puedo identificar.

El cineasta dice que aún no tiene mucha conciencia de lo que significa una película de "estilo Tim Burton", ni las expectativas que genera. "Soy muy tímido con la tecnología. Por ejemplo, no entro nunca a Internet. He pasado toda mi vida como un niño, categorizando las cosas, y eso fue algo que me convirtió en ese chico raro que pasa toda la vida tratando de convertirse en un ser humano. No me gusta oír lo que dicen de mí. Siempre trato de tener tiempo para mirar por la ventana y pensar acerca de las cosas, sin pensar. Trato de mantener las razones de por qué quiero hacer las cosas, que ojalá sean tan artísticas como se pueda.

Por ahora, esas motivaciones artísticas lo han llevado a realizar una película como esta. "Cuando vuelves a ver películas sobre cuentos de hadas, te das cuenta de que son historias horribles, grotescas, con madres que se comen a sus hijos. Me ha pasado a mí y también, creo, a mis propios hijos: cuando eres nuevo en la vida, todo es abstracto, como si fueran sueños, una imaginería horrorosa que los niños, intelectualmente hablando, no pueden entender (...) Por eso, todas esas cosas que quizás parecían atemorizantes, en esta película traté de mezclarlas con humor y algo de emoción. Que no fueran raras solo por serlo". *EL MERCURIO/GDA

TRES PELÍCULAS CLAVE.

Beetlejuice: el inicio de casi todo.

De 1988, es la primera parte de la aventura Tim Burton, la génesis de su cine, además del inicio de su relación con Michael Keaton, que sería el primero de sus actores fetiche. En Beetlejuice, Burton construye las bases de su universo de personajes desclasados, escenarios de cartón pintado, sangre falsa y un permanente homenaje al viejo cine de terror y a su amado Vincent Price.

Ed Wood: su historia y Johnny Deep.

Protagonizada por Johnny Depp —un actor con el que casi no ha dejado de trabajar desde la extraña y maravillosa El joven manos de tijeras (1990)— es tal vez su película menos mainstream. Con la excusa de contar la historia del peor director de cine, Burton cuenta en Ed Wood (1995) su propia historia y le rinde un hermoso homenaje al cine clase Z cuya estética tanto lo ha marcado.

Big Fish: las fantasías de otro modo.

En esta película de 2003 Burton se sale mucho de su zona de confort para llevar adelante una historia mínima y hermosa sobre la relación entre un padre y un hijo que no entiende cuál es el límite entre realidad y ficción de muchas de las historias que la ha contado a lo largo de su vida. Mientras el padre muere, el hijo desanda el camino de esa vida llena de fantasía que hasta ese momento no se ha dado libertad para entender.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Con 58 años es uno de los cienastas más reconocidos del mundo. Foto: Reuters

NOMBRES&MAGDALENA ANDRADE N. I El Mercurio-GDA

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