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El momento de repensar la educación

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La educación a distancia impone otras lógicas y reglas

DE PORTADA

La pandemia y las clases a distancia están cambiando algunas lógicas de la educación. Expertos dicen que es una oportunidad única para mejorarla.

"Si bien teníamos conocimiento de lo que se estaba generando con este virus no pensábamos que iba a llegar a tanta profundidad”, dice Johana, maestra de la escuela N° 101 de Playa Pascual, Doctor Carlos Núñez. “Sinceramente la suspensión de clases fue un choque bastante importante a nivel general, tanto para docentes como para alumnos”, agrega.

Playa Pascual es una localidad del departamento de San José que tiene cerca de 7.000 habitantes, dos escuelas y un liceo. Johana es maestra de tercero. En su grupo hay 27 niños que habían empezado las clases el lunes 2 de marzo. El tiempo que tuvieron para conocerse fueron dos semanas exactas. El viernes 13 llegó el coronavirus a Uruguay. El sábado 14 el gobierno anunció la suspensión de clases. El lunes 16 ninguno de los 27 niños de tercer año de la escuela 101 de Playa Pascual fue a clase.

En principio la medida de suspensión de clases fue tomada hasta el 30 de marzo. Después se extendió hasta el lunes 13, cuando termine Semana Santa o de Turismo pero lo cierto es que, como el gobierno evalúa la situación semana a semana y toma nuevas medidas todos los días, es poco probable que la actividad en primaria y secundaria vuelvan a la normalidad para entonces.

Se cumplieron tres semanas de clases a distancia en Uruguay, una experiencia nueva y que, como el coronavirus, dejará sus consecuencias. Los primeros días fueron para los docentes de pruebas, de entender, de buscar formas, de aprender, de probar, de hacerle saber a sus alumnos y alumnas que ellos seguían estando presentes, de buscar las maneras para estar cerca de todos.

“A partir de ese momento comencé a comunicarme a través de la vía Sistema Guri (Gestión Unificada de Registros de Información) que busca unificar la información y registro de datos de los maestros y alumnos. Mandé varios mensajes a las familias para hacerles llegar que en los próximos días se iba a comenzar a trabajar a través de la plataforma Crea 2 y junto a ello tutoriales sobre este nuevo espacio de interacción”, apunta Johana.

Al no tener respuestas de las familias empezó a probar con otras alternativas hasta que decidió armar un grupo de WhatsApp donde estuvieran familiares o referentes de los niños. “Desde ese momento me fue más fácil y práctico para comunicarme directamente. Me hicieron saber que hay muchos casos en donde el niño no tiene ningún dispositivo móvil para realizar las tareas o dependen de uno solo que es el celular de su madre, padre, abuelo, abuela o referente, en esos casos la hacen en la medida que pueden”. Todavía, sigue Johana, están buscando alternativas para hacer llegar materiales a los niños que no tienen Internet o un dispositivo electrónico para hacer las tareas.

Esta es la primera vez que los maestros, maestras y profesores de este tiempo en Uruguay se enfrentan al desafío de tener que dar clases a distancia. Uruguay venía con una ventaja respecto a la región: la de ser uno de los países con mayor conectividad de América Latina y contar con el Plan Ceibal. Aunque al comienzo todo pueda parecer un poco caótico, aunque haya muchos aspectos a mejorar, aunque todo aún sea demasiado prematuro, hay algo que no se puede negar: esta es una oportunidad de transformación para la educación uruguaya.

¿Hacia dónde iremos? ¿Se puede volver atrás? ¿Cuál es el rol de los maestros y cuál el de los alumnos en este contexto? ¿Y el de las familias? Hay muchas preguntas que pueden tener algunas respuestas. Otras que no. Pero algo es seguro: “Yo creo que en estos últimos 12 o 15 días estamos aprendiendo más de lo que aprendimos en los últimos 10 años sobre, por ejemplo, el vínculo maestro-alumno. Realmente creo que va a haber cambios en la educación después de que esto termine. Ojalá que sea muy pronto y podamos hacer una lectura crítica”, señala Héctor Florit, consejero de Primaria.

La familia

El rol de la familia en la educación de los chicos vuelve a estar en el tapete
El rol de la familia en la educación de los chicos vuelve a estar en el tapete. Foto: Lucía Borrelli

Silvana y Juan despiertan a Julieta y a Lara todos los días a las 9 de la mañana. Desayunan y después se van al cuarto y hacen las tareas del colegio desde la computadora o el celular. Julieta está en primero de liceo y tiene deberes de todas las materias. Lara está en quinto de escuela y a eso se le suman las tareas de inglés. Paran para almorzar y vuelven a las pantallas. A veces, dice Silvana, le preguntan alguna duda. A veces, dice Julieta, extraña ir al liceo porque ahí “tenés cara a cara a los profesores y si yo no entiendo algo no los tengo que andar molestando mandándoles mensajes y todo”. Yo pienso, dice Lara, que estando en casa “si no haces una tarea o sea si te olvidás de hacerla y mañana te das cuenta de que la tenés que hacer u otro día, ahí se te van acumulando tareas y es cada vez peor”. Cuando terminan todo van al patio y aprovechan las tardecitas que todavía quedan de sol.

“Por suerte disfrutamos de estar en casa los cuatro así que la vamos llevando bien”, cuenta Silvana. Como Juan sigue trabajando en el campo es el único que sale y entra de la casa, tomando todas las precauciones. “Ahora soy yo el encargado de los mandados”.

Este modelo de educación, explica Renato Opertti, licenciado en Sociología, magíster en investigación educativa y director de la escuela de postgrados de la Universidad Católica, “pone nuevamente la discusión de que la educación sin el soporte familiar es renga”. Hoy más que nunca, agrega Florit, “le estamos pidiendo a las familias que sean educadoras, porque, en realidad, para los más chiquitos el acceso a las plataformas y a la continuidad de los aprendizajes se hace cuando hay una familia”.

Con esta situación también hay una estructura familiar (independiente del tipo de núcleo que sea) que se puede ver alterada. Porque esto no se trata solo de maestros y alumnos.

Ángeles y su hija Florencia (8) viven solas. Tienen una sola computadora, una sola televisión y un solo celular. Ángeles está teletrabajando desde que llegó el coronavirus a Uruguay pero Florencia también tiene tareas del colegio por hacer. Para que puedan cumplir las dos la rutina se acomodó de esta manera: Ángeles se levanta temprano y gana horas de silencio y concentración por la mañana. Al mediodía la lleva a la casa de sus abuelos a cuatro cuadras de la suya, donde hay otra computadora. De tarde la busca y de nochecita hacen juntas los deberes del colegio. A veces todo se superpone: deberes y trabajo. Hay que encontrar la manera de cumplir con todo aunque, dice Ángeles, no es fácil. “Yo extraño a mis maestras y a mis amigos y lo que más me cuesta es estar en la computadora para hacer los deberes, manejar la computadora con programas nuevos y adaptarme a eso”, cuenta Florencia.

“Creo que estamos ante un fenómeno en el que los padres y madres están tomando mayor responsabilidad por la educación de sus hijos y me parece positivo”, sostiene Opertti.

“Todo esto lleva a otras formas y hacia más empatía. Capaz que ahora los padres y madres entienden más a las maestras y viceversa, y se ayudan más. Creo que todo esto lleva a una revalorización del rol de la maestra, el maestro y el profesor. Uno lo puede ver desde la adversidad de la coyuntura por la situación que estamos pasando, pero también lo puede ver como una ventana de oportunidades para ver cosas que antes no veíamos”, señala.

Florit agrega: “En muchos aspectos esta crisis va a tener cuestiones fundacionales que van a hacer al vínculo entre el alumno y el maestro, a las ideas, a lo relevante de lo afectivo en la educación”.

Antes de terminar de explicar su trabajo a distancia con los alumnos de Playa Pascual Johana dice que no quiere dejar de pasar la oportunidad para agradecer. Y este parece el mensaje más importante por estos tiempos: “Por último, quiero destacar y agradecer el compromiso y la voluntad de todas las familias que están haciendo posible que esto funcione a través del aula virtual y por dedicarle el tiempo que los niños merecen para hacer las actividades. Todos y todas tienen su tiempo y eso es particular en cada uno. Le demuestran que es muy importante su proceso de aprendizaje”.

Todo esto se está tratando, como viene siendo la vida desde el coronavirus, de tender redes para que todo pueda funcionar de la mejor manera posible: maestros, alumnos y familias forman ahora, más que nunca, parte de una misma ecuación.

Una nueva oportunidad

Por primera vez maestros se enfrentan a enseñar a través de la tecnología
Por primera vez maestros se enfrentan a enseñar a través de la tecnología. Foto: F. Pozetto

“Esta es la oportunidad más importante que ha tenido Uruguay para repensar la educación en los últimos 30 años”, asegura Opertti. Para él, estos cambios obligados por el coronavirus, más allá de la crisis, son una ocasión clara para que el país pueda poner las cartas sobre la mesa y ver hacia dónde va en materia de educación.

A su juicio, este es un “tren que pasa una sola vez. Y tenemos que aprovechar el momento para no perder el tren”. El tren, en este caso, es la oportunidad de repensar las estrategias educativas y, según Opertti, poder colocar a Uruguay como un país de punta en la región: “Esta es la oportunidad más importante que tenemos para hacer un uso real y muy fuerte de la ventaja comparativa que tenemos respecto a América Latina. ¿Cuál es? Que somos el país más conectado y que somos el país que tiene más acceso a plataformas educativas y más contenidos educativos en esas plataformas. ¿Qué falta para que eso sea educación de calidad? Falta una propuesta educativa profunda, una propuesta educativa transformacional”.

En este sentido, explica, el mundo en general está tendiendo hacia modelos educativos de cohabitación, es decir, modelos híbridos que combinan la presencialidad y las clases a distancia. “Naturalmente la tendencia es ir hacia esquemas donde la posibilidad de una educación sea sin fronteras y sin límites. Es decir, que tú puedas acceder al conocimiento sin limitaciones de tiempo ni de espacio”.

Pero para que eso sea posible hacen falta algunas condiciones fundamentales: conectividad y acceso a plataformas educativas, un cambio significativo en los roles de docentes y alumnos y cambios en las propuestas curriculares teóricas de todo el sistema educativo.

“Eso significa que requiere cambios en el ‘para qué’ y ‘qué’ enseñas, ‘cómo’ lo haces. Es decir, requiere todo un esfuerzo muy importante en que la educación asuma que esta dificultad de la coyuntura es la más potente posibilidad que tiene para revisar sus propuestas curriculares y pedagógicas, revisar para qué se enseña y se aprende, en qué se enseña y se aprende y cómo se hace. Si el país hace este tercer punto, todo lo otro va a ser muy potente”.

Esas nuevas estrategias educativas, sostiene el especialista, tienen que ir dirigidas en un sentido tal que acompañen a la preparación de los alumnos y alumnas para el mundo actual y para el mundo que se viene.

Así, deberían orientarse hacia dos aspectos fundamentales: “Primero en esas competencias que sabemos que toda persona tiene que tener para poder desarrollarse en este mundo que son pensamiento crítico, creatividad, trabajo en equipo, empatía, comunicación, diálogo con el otro, aprender del otro, el ingenio. Por ejemplo, en este mundo que estamos viviendo hoy las personas que tienen más ingenio y más creatividad seguramente van a tener más posibilidades de readaptarse, porque van a tener más posibilidades de crear cosas, de innovar. El alumno productor, el alumno innovador, el alumno que produce innovaciones, que las difunde, que las discute, que las valida, hacia ahí debemos ir”, asevera Opertti. Y las otras competencias fundamentales son las alfabetizaciones básicas, “las cosas que cualquiera sea el mundo que vivamos las vamos a tener que tener solventes, las competencias básicas en las ciencias, en las matemáticas, en la lectura, en la formación ciudadana, en la apertura a otras culturas”.

Por su parte Florit, consejero de primaria, afirma: “Una educación integral, inclusiva, de calidad y participativa son los cuatro términos que utilizó el consejo de primaria saliente, digamos, en el que estoy yo, durante los cinco años. Es decir, tratando que los contenidos educativos tengan una potencia y una articulación que los vincule con los intereses de los niños, las necesidades de la vida y una pulsión por seguir aprendiendo”. También cree que una cosa conlleva a la otra: no se puede acceder a las herramientas más integrales “si uno no tiene las herramientas básicas para leer el mundo”.

Ya lo dijo el gobierno: estos días y los que vienen serán claves para detener la curva de contagio del coronavirus. También los días y quizás los meses que vendrán serán claves para mirar la educación con otros ojos. Mientras, maestros, maestras, alumnos y familias se sostendrán como puedan, probando, con aciertos, con errores y trabajando juntos.

El Plan Ceibal para salvar las distancias 
El Plan Ceibal y las ventajas de Uruguay

Si bien la suspensión de clases fue repentina y casi que de un día para otro, Uruguay tuvo siempre la ventaja de contar con el Plan Ceibal y todas las plataformas educativas relacionadas. “Hubo un ingreso masivo a las plataformas durante la primera semana y ahí muchos maestros empezaron a ver cómo se usaba, porque hubo mucha gente que nos sabía usarla. La primera semana fue más de prueba, de exploración”, dice Leandro Folgar, actual presidente del Plan Ceibal.

Fue después de la segunda semana que los maestros y maestras empezaron entender y apropiarse de las herramientas para la confección de la experiencia de aprendizaje. “Ahí también nos enfrentamos a cuestiones que no estaban previstas, como la cantidad de centros privados o de Bachillerato que se incorporaron al uso de las plataformas”.

Es que el Plan Ceibal cuenta con distintas plataformas a las que se puede ingresar desde cualquier dispositivo como es el caso de CREA. “Es una plataforma de gestión del aprendizaje que se podría entender como una escuela o un aula vacía que el docente puede llenar con multiplicidad de recursos”.

educación a distancia

En primera persona: el relato de Lautaro

Lautaro Vila es alumno de 5° Biológico del colegio San Ignacio - Isasa. Si bien la situación para los adolescentes puede ser diferente que para los niños, cuenta cómo se han manejado desde el colegio para mantenerse presente y seguir encontrándose:

“Disfruto mucho más ir al colegio, ver a mis amigos y tener clases con los profesores y compañeros presentes. Es un ambiente en donde uno se siente muy cómodo, va motivado a aprender y disfruta de ello.
Creo que lo más difícil es cuando te surge alguna duda realizando un trabajo y no tenés una persona al lado que te sepa ayudar. De igual manera, creo que el colegio ha hecho un muy buen trabajo ayudando a los alumnos.
Nos crearon un mail a todos nosotros para poder comunicarnos con los profesores, tenemos disponibilidad de foros de consultas a través del aula web y una comunicación muy agradable con los tutores. Hablamos de lo que está pasando con la mayoría de los profesores y siempre nos han preguntado cómo estamos nosotros y nuestras familias”.

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