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Momento para libros pendientes

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Leer en la playa

COMPORTAMIENTO

El verano es ideal para leer. Pero, en tiempos de redes sociales y Netflix, ¿cómo concentrarse en la lectura?

Leer en la playa

Reposera, termo y mate en mano. Una sombrilla, (quizás) un sombrero y un bolso. Adentro del bolso, entre otras cosas, un libro. Pero no cualquiera, sino ese que está desde hace meses en la biblioteca esperando a que por fin lleguen las vacaciones, o al menos, los días en los que le podamos dedicar un poco más de tiempo. Es que, es cierto, durante el año encontrar o hacerse tiempo para la lectura se hace cuesta arriba especialmente teniendo en cuenta los tiempos de la rutina, el trabajo, el estudio, los hijos y las demás obligaciones.

Por eso, tanto para lectores asiduos como para aquellos que frecuentan menos la lectura, las vacaciones son ideales para disfrutar de un libro. ¿O acaso leer en la playa no es uno de los mayores placeres de la vida?

Sin embargo, (todo lo bueno siempre tiene un pero), hoy en día, la concentración para leer un libro se ve cada vez más interrumpida y amenazada por la hiperconexión constante: Facebook, Twitter, Instagram, WhatsApp, y todas las redes sociales. Cada una de las notificaciones que llegan son una excusa para cerrar el libro y revisar el celular. Además, estos son tiempos en los que el mundo está al alcance de una pantalla, tiempos de series y Netflix, tiempos donde hacerse un espacio para lectura, parece ser (para algunos) cada vez más difícil.

¿Hay claves para poder concentrarse en un libro sin interrupciones?, ¿hay estrategias de lectura que funcionan mejor?, ¿hay un horario más apropiado que otro?, ¿conviene apagar el celular?, ¿cómo encontrar silencio?

En primer lugar, hay que hallar un momento propicio para la lectura. "Creo que al tiempo para leer uno se lo hace. Es como esa gente que dice yo no tengo tiempo para cocinar, bueno, el tema es cuánto te importa a vos lo que estás comiendo. Con la lectura sucede una cosa similar", dice a Domingo Diego Jemio, periodista argentino. En este sentido, parece haber una premisa esencial: el tiempo no aparece solo, el tiempo se busca. "¿Cómo se encuentra?", se pregunta Jemio: "Yo creo que la clave es menos pantalla y más lectura, si es que te dan ganas de hacerlo, claro".

En este sentido, por supuesto, hay que cuestionarse qué tan interesados en leer estamos. "Desde hace mucho tiempo tengo claro que leer es tan necesario como comer. Hay que hacerlo cada día y ante el menor atisbo de hambre", sostiene Renzo Rossello, periodista de Domingo y escritor. Por eso, él se impone "dosis diarias" de lectura: de quince minutos a media hora por las noches, antes de dormir. Sin embargo, dice, cuando el libro es "de verdad absorbente", utiliza cualquier momento que le quede libre durante la jornada para poder volver a él. "Nunca va a existir ese tiempo si no se construye a hachazos en medio del murmullo cotidiano, la televisión, el celular, los bueyes perdidos", agrega el periodista. Sobre el tema, el escritor Felipe Polleri, que leyó un promedio de entre 60 y 80 libros en el año, opina que "leer es una pasión, no un laburo, no es cuestión de hacerse tiempo". Al menos, sostiene, él vive a la lectura de esa manera.

Jemio, que vive en Buenos Aires, dice que en general no suele encontrar un momento de silencio absoluto en el medio de la ciudad para leer, pero que sin embargo cualquier hora en la que tenga un ratito libre, sea donde sea, es ideal para agarrar el libro que esté leyendo. "Yo no tengo un lugar ni un tiempo propicio. Leo acostado en la cama, en el sillón, arriba del colectivo, en el tren, justamente mi clave es hacerlo a toda hora; yo tengo el ejercicio de leer arriba de un colectivo mientras voy agarrado a una baranda, o sea que en definitiva la clave es esa, porque si uno busca la paz para leer, quizás todo quede reducido a los 15 días o 20 que vos tengas de vacaciones todos los años. Me parece que no hay un momento ideal, sino que si uno tiene ganas, lo puede hacer".

Ahora bien, una vez que se encuentra el tiempo y el espacio para leer, sea antes de dormir, en el ómnibus, durante el almuerzo o en las vacaciones, el siguiente paso es lograr concentrarse para que la lectura no sea algo superficial. Y en este punto, uno de los factores de mayor distracción son, justamente, las pantallas. "En estos tiempos de hiperestímulos e hiperconexión es cada vez más difícil sustraerse para una operación tan sensible y profunda, a la vez que simple, como la lectura", reflexiona Rossello. Y además, Jemio agrega: "La tecnología y el estar hiperconectados es en algún punto fantástico pero también en otro punto es un poco alienante. Me parece que eso influye en la capacidad de concentración".

Por eso, una de las claves es destinar, conscientemente, parte del tiempo que le dedicamos a revisar el celular, a leer un libro. En tanto, la concentración, dice el periodista argentino, es algo que se ejercita. "Es como cuando éramos estudiantes y ejercitábamos la cantidad de horas sillas para aprender algo. En este caso, no es una obligación ni un examen, sino que uno lo hace por placer", dice.

Por eso, para que el ejercicio sea más efectivo y profundo, uno de los consejos es silenciar el celular, según la psicóloga positiva Mariana Álvez. También se puede optar por desconectarlo de Internet o, directamente, apagarlo y dejarlo alejado de nuestra vista. De esta forma, ninguna alerta o notificación va a interrumpir el tiempo de lectura. Pero también, dice la especialista, "apagar la televisión" y la computadora, ayudan a la concentración. En definitiva, no estar expuestos a posibles distracciones.

Eso sí, una vez que el libro atrapa, resulta prácticamente imposible abandonarlo. "Si un libro me agarra, puedo estar horas y horas leyéndolo, incluso una noche entera. Pero también me ha pasado que agarro uno y lo dejo. Yo empecé a leer muy joven, mi viejo era un gran lector, mi casa estaba llena de libros, entonces lo que me resulta más difícil ahora es encontrar uno que me fascine y además pueda comprar", dice Polleri.

Por eso, qué libro leer es tan importante como decidir hacerlo. Sobre esto, Jemio dice que no tiene una estrategia de lectura puntual: "Lo primero que te tiene que surgir es el deseo por un libro. A veces son lecturas solo movilizadas por eso, otras veces por el trabajo, o por una especie de árbol genealógico de la literatura que uno va haciendo, es decir, tal escritor te recomienda a tal otro escritor, algún libro te sugiere algún otro texto y así se va armando, en mi caso de manera caótica y aleatoria, lo que voy leyendo". Para Polleri, la operación es similar: "Cuando vos lees libros sobre literatura, te van surgiendo los autores, entonces voy sobre lo seguro. Fui un lector continuo toda mi vida. Y eso hace que más o menos tengas una guía de qué leer, y además hay amigos que te van tirando autores nuevos. La novedad por la novedad no me interesa en absoluto. La literatura no es como la computadora, lo último no es lo mejor".

Los libros que Bill Gates eligió como favoritos en 2017

Como todos los años, Bill Gates, uno de los empresarios más influyentes e importantes del mundo, hizo una lista con sus cinco libros favoritos del año. Como viene haciendo desde hace un tiempo, el empresario realizó un video animado para hacer sus recomendaciones.
En esta ocasión, empieza diciendo que "fue un año ocupado", pero de todas formas se hizo tiempo para leer varios libros buenos. En primer lugar nombra Evicted: Poverty and Profit in the American City. Escrito por Matthew Desmond, sociólogo, trata el tema de la pobreza en Estados Unidos a través de historias particulares; el empresario dice que es "una brillante representación de los estadounidenses que viven en la pobreza".
El segundo es The Sympathizer, de Viet Thanh Nguyen, una novela que ganó el Premio Pulitzer a Obras Literarias de Ficción, sobre un soldado vietnamita en medio de la guerra. "Es una historia muy triste", aclara Gates.
Luego le sigue The Best We Could Do, escrita por Thi Bui. "Es de lectura rápida", dice. Se trata de una novela autobiográfica que cuenta la vida de una joven hija de refugiados vietnamitas que llegaron a Estados Unidos en 1975, después de la caída de Saigón.
El cuarto es Energy and Civilization: A History, de Vaclav Smil. Habla sobre cómo los humanos necesitan de la energía para moldear la historia y dar forma al futuro. Gates advierte que quizás la lectura puede ser un poco densa, pero que al final "se sentirá más inteligente y mejor informado sobre cómo la innovación energética altera el curso de las civilizaciones".
Finalmente Believe Me: A memoir of love, death, and jazz chickens, por Eddie Izzard, un libro en el que el autor y comediante británico relata su infancia y toda su carrera.

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