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Mi casa en la mano

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Con una tablet o un smartphone se controla la casa (Foto: Marcelo Bonjour)

Cada vez hay más hogares inteligentes en Uruguay gracias al avance y difusión de la domótica en los últimos años.

LUIS PRATS

Cuando el dúo Hanna-Barbera creó la serie de dibujos animados Los Supersónicos en 1962, el futuro se presentaba como algo feliz y espacial que haría más fácil la vida de todos. El protagonista, don Súper Sónico, era un ciudadano de un presunto año 2062, con autos voladores, edificios casi flotantes y, sobre todo, un montón de aparatos que hacían funcionar su hogar automáticamente.

Desde que se estrenó el programa a hoy transcurrió más tiempo del que falta para llegar al escenario anticipado por los libretistas. Y aquel fabuloso porvenir se fue colando, chip a chip, en lo que llamamos presente. Por eso, muchos de los inventos futuristas hace rato que se encuentran en los hogares, a través de las aplicaciones de la domótica, que podría resumirse en términos simples y apurados como la ciencia de las casas inteligentes.

Hay uruguayos que ya encienden las luces de su casa, cierran las ventanas, controlan su temperatura o riegan el jardín a través del celular. Incluso, para estar más seguros, contestan desde la playa el portero eléctrico de su hogar en Montevideo o hacen ladrar a un perro guardián inexistente.

Hace casi treinta años, a un periodista francés, Bruno de Latour, se le ocurrió unir la palabra domus (casa en latín) con informática y así bautizó a la domótica, que venía avanzando con pasos todavía lentos, a la espera de la revolución digital. Ya entonces se procuraba controlar automáticamente ciertas funciones de una vivienda, que hacen a su confort, seguridad, consumo y comunicaciones, liberando al usuario de varias de las acciones rutinarias de cada día. El primer accesorio que lo permitió fue seguramente el control remoto, popular desde los años 70. Una década más tarde se difundieron las computadoras personales. El avance de los dispositivos móviles de comunicación en este siglo XXI puso en la palma de la mano (y en una pantallita) el dominio final de esas funciones.

En el país ya trabajan varias empresas de este rubro. Sus responsables indican que si bien el mercado residencial todavía está restringido a los sectores alto y medio alto, estas soluciones puede aplicarse a cualquier tipo de hogares, además de edificios, oficinas, plantas industriales y dependencias públicas. "El mercado crece un 30% al año", indica Juan González Dibarboure, de Foxy House.

Tampoco es un privilegio reservado a expertos en informática o en comunicaciones, porque la interfaz gráfica resulta de fácil lectura y operación. Así, en la pantalla se despliegan íconos y carteles que remiten directamente a las funciones: iluminación, seguridad, cámaras, artefactos, cortinas, consumo eléctrico, control de la temperatura, riego y otros, de acuerdo con el pedido del cliente. Un par de toques con el dedo y la casa se pone en marcha.

Ideas.

El ingeniero Norberto Zejerman está al frente de la empresa Domotec desde 1994, cuando buena parte de las aplicaciones ya existían pero debían comandarse desde una PC. "Era un concepto que teníamos en la cabeza con el advenimiento de las grandes superficies, que eran destinatarios naturales de esta tecnología. Vimos luego que se podía extender a las viviendas. Lo que había entonces no satisfacía las necesidades de los clientes. El mercado uruguayo es muy exigente sobre lo que quiere invertir y el rédito que busca. Alguna vez me preguntaron: ¿Qué hago con la alarma vieja?. Y era gente que se compraba una casa de un millón de dólares, sobre una alarma que valía 150…", recuerda.

"Eso representó un estímulo para desarrollar el sistema. Había que buscar algo que integrara a los instaladores y a los fabricantes, y se logró", añade.

Con la domótica se pasa a estar en control muy cercano del hogar. Esté o no esté en la casa, el usuario la tiene dominada con la punta de los dedos. Zejerman recuerda la anécdota de una familia que viajaba y al llegar al aeropuerto comprobaron que se habían olvidado del pasaporte de la hija. Entonces le pidieron a un familiar que fuera a la casa, mientras ellos hacían todo a través del celular: desactivaron la alarma, abrieron la puerta y guiaron a la persona hasta el lugar donde habían dejado el documento.

Indomus, otra de las firmas de plaza, lleva seis años en el mercado nacional, aunque su socia brasileña comenzó hace 25 en el área de la automatización industrial y hace 12 se extendió al uso residencial. En el país comenzó impartiendo cursos a electricistas e ingenieros para difundir las posibilidades de la domótica.

"Fuimos los primeros en realizar estos cursos, ya que en un estudio anterior vimos la necesidad de los técnicos de entrar en el tema dado que el mercado era muy inmaduro y había poco conocimiento sobre domótica. Tuvimos muy buenos resultados y capacitamos a más de 200 técnicos y profesionales interesados", cuenta la arquitecta Nathalia Yannone.

Facilidad.

El empresario Rodolfo Oppenheimer se define como "chichero", o sea, adicto a los chiches de la tecnología. Por eso, ya hizo tres instalaciones de domótica a medida que se fue mudando de hogar: primero una casa en 1994 con "algo de inteligencia", después con mayores prestaciones en un apartamento de 2003 y ahora en un segundo apartamento.

"Con más experiencia, racionalicé las áreas que más me interesaban, que son luces, calefones, calefacción y alarma. Y le voy a agregar cortinas inteligentes. Todo lo fui instalando antes de mudarme a este apartamento", explica.

En el consumo de energía, "definitivamente hay un ahorro", que puede llegar al 40 % aprovechando la tarifa inteligente de UTE, según estimó, aunque aclaró que el porcentaje de ahorro de una casa no tiene por qué ser trasladable a otra.

"También valoro la comodidad" añade. "Lo manejo todo remotamente de donde esté. Enciendo el aire media hora antes de llegar a casa, la loza radiante la dejo lista en el invierno. Y el resto del día todo está apagado, de manera que no gasto nada en ese momento". Advierte, sin embargo, que la domótica lleva un aprendizaje. "Me ha llevado discusiones con mi mujer, que estaba muy caliente o estaba muy frío, pero finalmente uno empieza a encontrar el punto de equilibrio", cuenta, sonriendo.

Justamente, el público que más demanda el producto son empresarios con un fluido manejo de la tecnología. "Tienen smartphones potentes que utilizan para sus actividades diarias. Sin embargo, la domótica está al alcance de cualquiera porque utiliza interfaces muy sencillas. Tenemos clientes que son personas mayores y sin mucho dominio de Internet", comenta González Dibarboure.

Zejerman, en tanto, asegura que el desafío de toda innovación es que pueda explicarse en 60 segundos. "Buscamos que la tecnología esté al alcance del usuario no entrenado. El dueño de casa, su mujer, la empleada, todos pueden aprenderlo en un minuto", señala.

"El usuario no necesita tener ningún conocimiento sobre tecnología, con solo las ganas de tener un sistema de domótica basta. Nosotros lo asesoramos y le contamos las posibilidades que tiene. Quienes consultan enseguida se involucran en el tema y terminan por sacarle el cien por ciento de posibilidades a la domótica y obtienen lo que vinieron a buscar", dice por su parte Yannone.

Zejerman estima el gasto en domótica entre 3 y 5% del costo de la propiedad, como referencia, aunque señala que las opciones son muchas. Yannone indica que el costo va de la mano de la cantidad de puntos que se quieran automatizar, no de los metros cuadrados de la propiedad. "Hay viviendas pequeñas que tienen más inteligencia que otras de mayor metraje", comenta.

Un kit básico de automatización ronda en los 3.000 dólares, aunque con sus variantes puede llegar a 40.000 o incluso más.

Yannone asegura que luego de la instalación y el período de aprendizaje por parte del usuario no es necesario contar con planes de mantenimiento porque no se producen incidencias. Si se requiere una ampliación del sistema, la inversión resulta menor pues el cerebro del sistema ya se encuentra instalado.

Por otra parte, el uso adecuado y planificado de la energía puede generar ahorros, teniendo en cuenta que la calefacción y la refrigeración suelen ser los principales componentes del gasto en ese rubro. Un termostato inteligente puede acceder al pronóstico del tiempo a través de Internet y así controlar mejor la temperatura. De la misma forma, las luces se programan para encenderse o apagarse en determinados horarios o incluso a la caída del sol.

Seguridad.

Uno de los aspectos que más buscan los usuarios de las soluciones domóticas es la seguridad, en particular entre los clientes de Montevideo. Los de otras zonas, como Punta del Este, pretenden además el manejo automático y centralizado de luces, temperatura o riego en residencias de gran superficie.

Para mantener todo bajo control, despierta especial interés la llamada "simulación de presencia", con integración de cámaras, sensores y alarmas. Al atardecer, se encienden automáticamente las luces y se cierran las cortinas de la casa. Hasta se pueden incluir grabaciones, como el ladrido de un perro cada tanto. Desde afuera resulta difícil darse cuenta si hay gente en la casa o no. Si alguien llama en el portero eléctrico, es posible atender por el móvil, incluso a kilómetros de distancia, e incluso sacar una foto de quien tocó el timbre.

En el interior y el exterior de la casa se colocan sensores, que tanto pueden medir la temperatura o la luz del lugar como registrar presencias o movimientos extraños, iniciando los protocolos de alarma.

También se busca facilitar las rutinas de la casa: en viviendas de mucho metraje, el usuario al retirarse de su hogar solo necesita pulsar el botón "Salida", con lo cual se cierran todas las cortinas, se apagan todos los equipos de aire acondicionado y las luces, y luego de unos minutos se activa la simulación de presencia. De esa forma, no tiene que ir de un lado a otro preparando la casa para poder salir.

"Hoy tenemos 260 casas instaladas y el 99% nunca ha tenido una intrusión. Solamente hubo un caso de intento de robo, que no se concretó", sostiene Zejerman.

Eso sí, el empresario desaconseja algunas posibles acciones que encierran riesgos, como llenar el jacuzzi antes de llegar a casa o prender el horno en forma remota. "No quiero inundaciones por fallas u olvidos, o que se prenda fuego porque olvidaron un recipiente plástico en el horno", alerta.

Si bien estos sistemas están asociados a viviendas de alto valor, los proveedores apuntan también al mercado de viviendas de clase media. "La domótica podría ayudar a más usuarios en la seguridad y en su diario vivir", sostiene Yannone.

Arquitectura.

La arquitecta Perla Taranto supo de la domótica en 1999 a través de un ingeniero eléctrico y térmico que le comentó las ventajas del sistema. Lo usó en su casa y desde entonces lo incluye en sus obras. "La domótica forma parte de nuestros proyectos desde el principio", señala.

Asegura en ese sentido que planificar desde cero una vivienda inteligente tiene sus ventajas, ya que se conciben las instalaciones eléctricas y sanitarias apuntando a ese fin. "Los sistemas son muy versátiles y se adaptan a las diferentes escalas. Es un producto buenísimo".

"Hacemos el diseño y el cliente se entusiasma cuando ve que todo se controla con un dispositivo móvil", agrega Taranto. "La gracia es que toda la casa se maneje por sí sola y el cliente se pueda olvidar de algunas rutinas. La gente pide cada vez más estas soluciones y algunos quieren personalizar mucho el sistema".

En Foxy House, en cambio, promueven la facilidad de la instalación de sus equipos, que permiten aplicarlo sin problemas en casas ya construidas y habitadas. "El sistema es inalámbrico y puede ir ampliándose", comenta González Dibarboure.

Todo se basa en tres tipos de aparatos: una central que se conecta a Internet y recibe las órdenes del usuario; los actuadores, pequeños dispositivos que se colocan en la instalación eléctrica, y sensores a batería en el techo o las paredes para medir luz, temperatura y detectar presencias extrañas.

Si hay corte de luz o de internet...

Si se produce un apagón, obviamente los equipos no funcionan, aunque guardan la información en memoria no volátil, y cuando vuelve la energía retoman el estado anterior. De cualquier manera, hay usuarios de alto poder adquisitivo que cuentan con sistemas de energía de respaldo.

Si en cambio se cae Internet, el perjuicio es menor, porque si bien no se puede controlar la casa desde el exterior, desde adentro se mantiene el manejo: las luces o las cortinas se accionan con los interruptores tradicionales, que mantienen su lugar en la pared.

"Al principio, el peor enemigo eran las películas de terror".

Aparatos que realizan las actividades domésticas en forma automática son el decorado de fondo en muchas películas de ciencia ficción, empezando por la ya mencionada serie infantil Los Supersónicos. En 1984, el film Electric Dreams mostraba una computadora que controlaba las funciones básicas de una casa.

Hay casos en que las soluciones de la domótica se cruzan con otro género del cine, el de las casas embrujadas, para mostrar cómo sería vivir en una casa inteligente y a la vez perversa. Y lo peor es que llegaron a asustar.

"Cuando arranqué con esto, el peor enemigo eran las películas de terror, en las que casas inteligentes se rebelaban contra sus dueños o los ascensores tragaban a la gente. Aunque parezca mentira, era uno de los mitos a derribar", comenta, risueño, Norberto Zejerman.

Una de las primeras películas que incursionó en esa pesadilla futurista fue Smart house (1999), traducida en América Latina como La morada inteligente. Un niño gana una casa inteligente en un concurso y se la regala a la madre. Al comienzo todo funciona fantástico, pero la casa, llamada Pat, termina encerrando a sus moradores ya que concluye que el mundo exterior es demasiado peligroso para ellos. Pat es reiniciada y se llega al final feliz.

En un capítulo de Los Simpson, la familia accede a una casa inteligente y parlante, cuya voz es la del exagente Bond, Pierce Brosnan. La casa se enamora de Marge y entonces

busca asesinar a Homero, hasta que la descubren y desinstalan su unidad central de procesamiento. El aparato termina en la casa de las hermanas de Marge, donde trata infructuosamente de autodestruirse ante la aburrida charla de las señoras.

LO QUE VIENE.

Internet en cada objeto.

Uno de los escenarios que llegan es "la Internet de las cosas": un mundo en el cual los objetos de uso cotidiano —y no solo las computadoras, los celulares u otros dispositivos móviles—estén conectados a la Red. "Si algo puede conectarse, estará conectado", aseguran los investigadores. La consultora Gartner Inc. calcula que más de 26.000 millones de objetos estarán conectados a Internet en el año 2020. En 2009, según esta misma empresa, eran 900 millones. Muchos de ellos, claro, serán elementos de uso cotidiano en el hogar. Además del control de funcionamiento de esos objetos, otra de las ventajas será lo que se denomina "gestión del ciclo de vida de los productos", que permitirá conocer el rendimiento de cada uno y su vida útil. Además, aumentarán las aplicaciones de la domótica asistiva, destinada a ayudar diariamente a ancianos y discapacitados.

Con una tablet o un smartphone se controla la casa (Foto: Marcelo Bonjour)
Con una tablet o un smartphone se controla la casa (Foto: Marcelo Bonjour)
Desde la cocina también se controla la casa.
Desde la cocina también se controla la casa.
En la pantalla se despliegan las opciones; en esta caso, de temperatura.
En la pantalla se despliegan las opciones; en esta caso, de temperatura.
La domótica agrega confort a la vida diaria.
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