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Melinda Gates, una filántropa supermillonaria que viene de la clase media

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Melinda Gates

NOMBRES

Luego de 27 años de matrimonio, Melinda Gates se divorció de Bill. La separación tiene repercusiones financieras y también políticas.

Aproximadamente un año antes de que Melinda Gates y Bill Gates anunciaran su divorcio, ella fue entrevistada por Oprah Winfrey. Había publicado un libro (el pretexto para el encuentro) llamado The Moment Of Lift (algo así como “El momento del empuje hacia arriba”), con el subtítulo “Cómo empoderar a las mujeres cambiará al mundo”.

Obviamente, la entrevista formaba parte de un tour promocional. Había que vender libros y seguir anclando el nombre de la autora, hasta ahí esposa de uno de los hombres más ricos y poderosos de la historia, en el imaginario colectivo como filántropa y representante de un feminismo diplomático, poco dispuesto a irritar en serio al patriarcado.

Aun así, Gates dijo en esa charla cosas que matizan algunos de los principales estereotipos asociados a ese pequeñísimo grupo de supermillonarios. Al comienzo de la conversación, Winfrey cita una parte del libro: “Ser muy rico puede ser confuso. La riqueza puede inflar y distorsionar la percepción que tengas de ti mismo”. Hasta ahí, todo es de Perogrullo. Pero Gates concluye: “Sobre todo si piensas que el dinero mide el mérito”. No estará impulsando tomar el Palacio de Invierno pero esa patadita a quienes nunca cuestiona las ventajas de una holgada situación económica y piensan que hacer un montón de dinero es en sí mismo algo valioso, sí se sintió.

Ella justificó esas palabras con su origen: “Creo que viene del hecho que crecí en un hogar de clase media, en el que mis padres tuvieron que hacer un importante esfuerzo para poder pagar por una educación universitaria para mí y mis tres hermanos”.

Oriunda de la ciudad de Dallas, Gates nació en 1964 con el apellido French en una familia católica. La ahora divorciada fue una destacada alumna y egresó de la universidad no solo con el título de ingeniera sino también con la distinción “valedictorian”, o sea una estudiante destacada a quien se le otorga el honor de pronunciar el discurso en el acto final de los egresados.

Ingresó a la empresa fundada y dirigida por su exesposo, Microsoft, a principios de la década de 1980 y ascendió a encargada de marketing de algunos de los productos más importantes de esa empresa, entre ellas el programa de procesamiento de textos en el cual fue escrita esta nota: Word.

En 1987 conoció a Bill Gates y su relación empezó bajo el signo de la permisividad: “Melinda tenía otros novios y yo tenía a Microsoft”, dicen que dijo una vez Bill Gates. Ella, por su lado, dijo sobre sus primeros años de romance con Bill: “Era nueva en la compañía, había muchos hombres y… una sigue investigando”.

Pero cuando ambos siguieron en la relación, llegaron a una suerte de encrucijada. Luego de que ambos pronunciaran las palabras “Te amo”, dicen que Bill le preguntó: “¿Y ahora qué hacemos?”. Lo que al menos él hizo de acuerdo a un artículo publicado por el conglomerado de medios CNBC, fue ir a su casa, agarrar un marcador y proceder a anotar en un pizarrón las ventajas y desventajas de contraer matrimonio.

El artículo de CNBC comentaba en parte el estreno de la serie documental Bill Gates bajo la lupa (disponible en Netflix), en el cual Melinda también contó cómo fue el primer y segundo encuentro entre los dos: “Nos conocimos en una cena y charlamos. Luego de un rato, me preguntó si quería salir con él y algunos de sus amigos a bailar. Le dije que no, que tenía planes. Semanas más tarde, nos encontramos en el estacionamiento de la empresa y conversamos un ratito. Me invitó a salir, pero no para una fecha cercana, sino para más adelante: ‘Dos semanas luego del viernes que viene’, me dijo”.

En el documental, Melinda cuenta que la propuesta de salida no la impresionó en absoluto. “¿Dos semanas a partir del viernes que viene? Le dijo que eso no era nada espontáneo, que me llamara en otro momento. No sé… que me llamara dos días antes de salir o algo. Me llamó una hora después. ‘¿Te parezco lo suficientemente espontáneo ahora?’”.

Las posibles razones

Aunque ni ella ni él han querido dar detalles de las razones que llevaron al divorcio, se especula que dos hechos pueden haber influido. Por un lado, Melinda le reprocha a Bill haber mantenido ciertos vínculos con el depredador sexual Jeffrey Epstein incluso luego que se revelaran las conductas de Epstein (quien se suicidó). Por el otro, Bill parecería haber tenido varias relaciones extramatrimoniales.

Fueron felices y comieron perdices durante unos años, pero les empezó a picar el bicho de la filantropía y las dádivas. En un viaje por el continente africano se toparon con la miseria en la que viven millones y millones de personas y deben haber sentido algo parecido a la culpa por ser tan privilegiados. Comenzaron con la fundación que lleva sus nombres y ahí volcaron no una montaña sino toda una cordillera de dólares.

Invirtieron en varios proyectos, en particular vacunas, con la explícita meta de erradicar dos enfermedades: malaria y polio. De acuerdo a una nota publicada por el medio británico The Guardian, la Fundación Bill y Melinda Gates contribuyó a erradicar la malaria en cuatro países desde que se fundó en 1997. Otro logro de la fundación fue anunciado por India en 2014: ese año, India comunicó que era un país libre de polio. 

Además, Melinda parece haberse tomado como un proyecto personal hacer algo por sus congéneres. Se metió a indagar sobre embarazos infantiles y adolescentes, métodos anticonceptivos y otros tópicos relacionados a la reproducción. En el libro The Moment…, Melinda afirma que ningún país salió de la pobreza sin haber hecho facilitado, masivamente, métodos anticonceptivos. “Yo tuve la fortuna de no solo poder quedar embarazada, sino determinar cuándo los quería tener”.

También en el libro da un montón de cifras que le quitan la esperanza y el optimismo a cualquiera. Claro, ella tiene una fundación con muchísimo dinero atrás, y no es cualquiera. Pero incluso ella, con toda esa fortuna, sostiene que eso de ser más o menos generoso a nivel individual no alcanza. No es suficiente que unos cuantos superricos decidan repartir dinero a troche y moche para empezar a solucionar algunos de los más acuciantes desafíos que tiene el mundo actualmente. En la entrevista con Winfrey, Gates dice que solo un Estado puede disponer de las capacidades para enfrentar esos desafíos. Para ella, la solución es colectiva, no individual: “Ni con todos nuestros millones podemos aumentar proporcionalmente” aquellos recursos necesarios para lidiar con ese tipo de problemas.

Más allá de que seguirá siendo una de las mujeres más ricas del mundo aunque se haya divorciado del magnate tecnológico, también parece ser consciente que su género la sigue colocando en un lugar de desventaja en comparación con hombres. “Seamos honestas: los hombres son los que siguen teniendo las llaves del poder. Tienen que ser parte del debate entre los géneros, pero también tienen que estar dispuestos a ceder una parte del poder que tienen”. Suerte en pila con eso Melinda. Si hay algo que la mayoría de hombres no parecen estar dispuestos a hacer es, justamente, renunciar al poder y los privilegios.

Es cuestión de ver las inflamadas discusiones que sigue provocando el tópico de, por poner un solo ejemplo, las listas paritarias en política (que el mérito, que “los mejores”, que los más “aptos”), para percatarse de cuán atrincherado sigue estando el machismo.

¿Qué pasará con la fundación?

“‘La Fundación Gates es la entidad filantrópica más importante e influyente en el mundo actual’, dijo Rob Reich, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Stanford. ‘El divorcio puede tener enormes repercusiones para la fundación y para su trabajo en todo el mundo’. Con un personal de 1.600 empleados en oficinas en todo el mundo, la Fundación Gates dona aproximadamente 5.000 millones de dólares cada año en áreas como la salud pública y desarrollo. Durante más de dos décadas, la organización ha gastado miles de millones de dólares para impulsar las vacunas en el mundo en desarrollo, trabajando con empresas farmacéuticas con el fin de transformar el mercado. Una persona que trabajó tanto con ambos dijo que, después del anuncio, los empleados de la fundación enviaban mensajes de texto y correos electrónicos tratando de averiguar qué había sucedido y qué podría significar para la organización. El consenso fue que todo estaría bien por el momento pero surgieron dudas sobre cuál sería el efecto -dependiendo de cuán amigable sea el divorcio” (De una nota de The New York Times)

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