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"Los mejores artistas no son los más talentosos"

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"Con mi disco solista me saqué un tapón del alma", dice Lea Ben Sasson.

Artista, mánager y productora, siempre supo que quería vivir de la música. Con Ruben Rada ganó prestigio y con su disco solista autoestima.Y ahora planifica un futuro más calmo.

DANIELA BLUTH

Con la música, Lea Ben Sasson transformó el dolor en alegría. Tenía siete años cuando murió su papá y también cuando agarró una guitarra por primera vez. Su cómplice en esa aventura fue Norma, la señora que la cuidaba a ella y a sus hermanos —uno mayor y otro menor—, fanática del folclore y de una paciencia infinita. "Norma fue la primera persona que me dio una herramienta para combatir la tristeza, la guitarra", recuerda. Con ella y a puertas cerradas aprendió a tocar y cantar Merceditas y Zamba de mi esperanza. "A partir de ahí le pedí a mi mamá que me pusiera una profesora de guitarra y nunca más me desvinculé de la música. Siempre fue el motor de todo... y la constante".

Pero el camino para convertirse en mánager y productora no fue sencillo. A fines de los 80, cuando terminó el liceo, vivir del arte no era una opción. O al menos no lo era en su entorno, una familia tradicional de la colectividad judía donde la música —su mamá Lina cantaba y su abuelo tocaba el laúd— eraconsiderada un hobbie y no una profesión. Con una vocación "súper definida" pero pocas ganas de contradecir a su madre, armó "un combo" que incluía estudiar un secretariado empresarial bilingüe por las mañanas y cantar en boliches y fiestas privadas por las noches. "El secretariado era una tortura, pero me ayudó un montón para lo que hago hoy. Claro... me di cuenta mucho después", admite y larga la primera de varias carcajadas roncas.

A los 46 años y con más de dos décadas de carrera, asegura que su tarea implica contener, cuidar y ayudar al otro. "Es parte del rol, por eso me autodenomino idishe mánager", bromea.Hoy, desde su agencia Glamity trabaja con Ruben Rada, Fernando Cabrera, Francis Andreu y el cuarteto vocal La Otra, del que es arte y parte.

Estilo.

Su primera producción la hizo casi sin darse cuenta, cuando todavía trabajaba como secretaria de la comisión directiva de Hebraica Macabi y tuvo que organizar una competencia regional. Consecuencia de ese entusiasmo inicial y con la ayuda del segundo marido de su madre, Ariel, armó su primera productora. Trajo a la brasileña Alcione y llenó el Cine Teatro Plaza. Trajo a Djavan. A Armando Manzanero. Y antes de cada show presentó un artista uruguayo, esos mismos que hasta entonces veía como fan. Así conoció a Mariana Ingold, Osvaldo Fattoruso, Jorge Schellemberg, Leo Maslíah, Jorge Nasser. "No había ticketeras, no había celulares, no había mails. Era muy difícil trabajar, no sabías qué iba a pasar hasta un rato antes del show", recuerda. Además, los músicos uruguayos "estaban re ninguneados" y sus canciones no sonaban en la radio. De a poco Lea se hizo un nombre y un lugar en el medio. "Yo hacía todo sin saber cómo se hacía, a pura sonrisa, solo para estar en la música".

El gran salto llegó de la mano de Ruben Rada. Al Negro lo conoció en 1996 en Canal 5, ambos invitados como panelistas de La sed y el agua para debatir sobre la no profesionalización de la música uruguaya. Lea, que nunca había pisado la televisión, defendió a los artistas locales y explicó qué había que hacer para cambiar ese escenario. "Fui como la voz de ellos. ¡Y me amaron!". A la salida, Rada se le acercó y le tiró alguna de las muletillas con las que, al parecer, siempre aborda al sexo femenino. Con un poco de galantería y otro tanto de simpatía, le pidió que lo llevara hasta la casa de su hermano. En ese entonces vivía en México y quería volver a Uruguay. Precisaba un mánager que pensara y reenfocara su carrera. Lea no lo recuerda, pero el músico dice que ella le respondió cortito y al pie: "Hecho". Además, luego de escucharla cantar la invitó a ser una de sus coristas.

Ese día comenzó una maratón artística que sigue hasta hoy y que implicó, justamente, profesionalizar el ambiente musical uruguayo. Aparecieron los contratos, la agenda, los teloneros, el caché. Con Rada llenó dos Teatro Solís y al poco tiempo empezó a trabajar con la Abuela Coca y Fernando Cabrera. Después llegó La Otra, Francis Andreu, cruzar a Buenos Aires, Gustavo Cordera, Javier Malosetti.

—En el ambiente musical está la idea de que tenerte como mánager es sinónimo de ganar dinero. ¿Qué hay de cierto en eso?

—Me parece tan injusto cuando la gente me dice 'Pah, vos que le salvaste la vida a Rada'. Nooo, si compras el libro de Rada yo aparezco en el capítulo 17. El tipo tenía un camino recorrido, pudo detectar lo que hizo mal y yo lo ayudé a encaminarse, a no ser tan impulsivo, a tener una estrategia. La verdad es que los mejores artistas no son los más talentosos, son los que toman las mejores decisiones. Hay artistas mucho menos talentosos que él que la hicieron mucho mejor. Él es un genio, hay menos de diez en el mundo como Rada. Lo digo no desde la fan... aunque nunca me la pude sacar.

Para Lea, el Negro le abrió "la puerta grande" de la industria musical. Gracias a su trayectoria, se sentó en la mesa de las multinacionales. Juntos hicieron espectáculos para niños, programas de televisión, radio, giras y discos. El objetivo común, que el músico pudiera vivir de los suyo en Uruguay y se comprara una casa, se cumplió en 2003. Lea estaba "tan radificada" que precisaba una pausa. Aplicó para una beca en Inglaterra y se fue a estudiar al Liverpool Institute for the Performing Arts. Además de management y canto, aprendió que "con Internet y un cambio de huso horario" podía manejar su oficina a larga distancia. De la ciudad de Los Beatles voló a Buenos Aires, donde vivió ocho años y trabajó nueve meses para la productora Day 1, de Sony.

De esa experiencia en la ciudad porteña trajo su primer y único disco solista, No son rosas (2012). Pero la iniciativa no fue suya, sino del guitarrista y productor argentino Diego Rolón, quien la dirigió y ayudó con los arreglos. "Fue una cosa nunca soñada. Me parecía que iba a molestar a mis artistas, que yo era menos, que no podía hacer las dos cosas...Y Diego me sacó un tapón del alma". En el disco suenan músicos argentinos y algunos invitados de la casa. "Eso me hizo bien, porque mi nombre está mezclado con la producción y el golazo que metimos con Rada. Cuando abordo a un músico uruguayo quiere que le dé trabajo y lo saque campeón".

Formar.

Son las 14.30 del lunes y Lea almuerza una tortilla de espinaca y arroz en la cantina de Canal 12. "Estoy en una dieta asesina, bajé 17 kilos en un año y medio". En realidad, aclara después, se trata de un proceso de desintoxicación. "Cuando era más joven usé drogas y ahora no, fumé y ahora no, me alimenté muy mal y ahora no. Estoy reaprendiendo con nutricionista y psicólogo a cambiar los hábitos para tener una vida más saludable y atajar las nanas de los años. Es un pendiente cuidarme. En la entrega vos te vas... Cuando siempre hacés para el otro te dejás para lo último. Forma parte de ese masterplan cuarentón".

La esperan varias horas de grabación de Yo me llamo 2, el reality local en el que es jurado junto a Omar Varela y Roberto Musso. La noche anterior fue larga —La Otra cantó junto a la Orquesta Juvenil del Sodre— y las ojeras la delatan. Apela a las enseñanzas del secretariado y se maquilla, sola y sin espejo. Después llegará el tiempo de lookearse para entrar al estudio. La televisión fue otra de las gratas sorpresas que le deparó Buenos Aires. Su primera incursión fue en El casting de La Tele, que se grababa en Ideas del Sur. Y ahora por los pasillos la llaman Rocío Jurado. "Descubrí que podía hacer una cosa que nunca había pensado. Y era yo en primera persona. Me gusta, me divierte y me sirvió mucho para mi autoestima. Entre el disco y ser la chica de la tele la autoestima se me terminó de acomodar. Increíble, ¿no? ¡Después de 15 años de terapia!", dice y suena la carcajada.

Inquieta, poseedora de un gran sentido común —"es uno de mis fuertes", dice— y "un poco agotada del artistario", Lea sueña y planifica. Acaba de terminar un curso de gestión cultural y abrió La escuela de la voz, un proyecto que la tiene ilusionada. "Me encanta el desafío de formar. Es un proyecto para la vejez, algo que me va a encantar hacer cuando no quiera viajar más con ningún artista ni hacerle entender a nadie de más de 40 años que está siendo infantil en sus análisis. Es agotador. Por Rada lo haría hasta la muerte, la mía claro".

El azar del encuentro.

El año pasado Lea anunció en su Facebook la noticia del compromiso con su novio desde hacía tres años, Fabio Fernández, y generó más revuelo que muchos shows y presentaciones de discos. “Lo conocí en la calle, no tiene nada que ver con el mundo artístico, tiene mi misma edad y es afrouruguayo”, dice para definir a su actual compañero de ruta. Lea y Fabio se cruzaron por primera vez en una Montevideo semi desierta, de madrugada, en una escena que mezcló lo mejor de cualquier película romántica con The Truman Show. “Él era taxista y yo iba en mi auto. Me pidió el teléfono. Paraba en cada semáforo. Me pareció re lindo y con ojos de bueno. No tuve miedo. Terminamos sentados en el capó del auto charlando a la luz de la luna. Capturé el azar de un encuentro”. Los anillos de compromiso llegaron más por una formalidad que por la intención de casarse. “Y también es él poniéndome los grilletes y que todo el mundo sepa que estamos juntos. Porque no es fácil ser pareja de alguien famoso... y eso que yo no soy ‘la’ famosa”, dice. Por edad y circunstancias, el proyecto de tener un hijo quedó por el camino. Ahora, la mánager disfruta de los tres nietos de Fabio, que la convirtieron en la “abuela Lea”.

SUS COSAS.

El primer casete.

Casualidad o no, el primer casete que Lea compró en su vida fue Adar Nebur (1984), de Ruben Rada, que en la tapa tenía al mismísimo músico vestido como un jeque árabe rodeado de chicas en minifalda. "Me lo compré y lo gasté, le pasaba la birome Bic. ¡Era re fan!". Ahora lo tiene en formato CD.

Su banda sonora.

Como parte de una rutina de desintoxicación, Lea sumó una caminata al menos tres veces por semana. Prefiere salir por la mañana y lo hace acompañada de su iPod, donde suenan además de Rada, Stevie Wonder, Michael Jackson y el unplugged de Alejandro Sanz. ¿Y mujeres? Hace poco conoció a la mexicana Lila Downs.

Lectura viajera.

En medio de tanta música, Lea también se hace tiempo para la lectura, en general cuando viaja. Su escritora favorita es la nicaraguense Gioconda Belli; y de ella el libro La mujer habitada. Asegura que hay una mirada femenina para todo y apuesta a los equipos de trabajo donde las mujeres son mayoría.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
"Con mi disco solista me saqué un tapón del alma", dice Lea Ben Sasson.

Lea Ben Sasson

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