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El mejor mago de cartas de la historia y su fugaz visita a Uruguay

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Juan Tamariz 1

EL AS DE LOS ASES

El español Juan Tamariz cumple 80 años el mes próximo y no piensa en retirarse.

Juan Tamariz es un antigalán simpático, dos condiciones que muchas veces, cuando se conjugan, dan buenos resultados a la hora de relacionarse con el mundo. Pero por sobre todas las cosas, es el mejor mago de cartas de la historia.

Desgarbado, con un look bohemio (que incluye a veces una pintoresca galera) y dueño de un humor que viene de sus raíces andaluzas, exuda talento y creatividad. Esta es su primera carta de presentación. Pero detrás de su segunda carta, el as de los ases, hay mucho, muchísimo, estudio y dedicación, algo que el público no siempre ve, porque en el escenario lo que se muestra es el resultado de largos procesos de trabajo.

Juan Tamariz (Madrid, 1942), vive por y para la magia. Con su galera ha logrado recorrer el planeta y ser respetado y amado tanto por el público como por sus colegas, gracias a un profundo pensamiento teórico y filosófico que ha volcado en varios libros de su autoría (algunos de los cuales han sido traducidos al inglés, alemán, italiano y francés). El aplauso del auditorio, dicen, es el máximo premio para cualquier artista. Pero el respeto de los colegas -sin necesariamente tener que ver en esto la vanidad- es un plus invaluable.

Nadie pone en tela de juicio la calidad y el legado de megaestrellas de la magia y el espectáculo como David Copperfield, pero muchas veces detrás de sus puestas en escena hay cientos de personas involucradas (entre las que habitualmente están los creadores de los trucos) y millones de dólares invertidos. Pero sentarse en una mesa y hacer un juego con un simple mazo de cartas que deje boquiabierto al mismísimo Copperfield, no es chicha de piña.

“Bajo mi punto de vista, el objetivo del mago o la magia no es otro que el de trastocar la realidad de los espectadores, hacer que se pregunten qué es lo que han visto, y durante un momento conseguir que vivan algo insólito, no comprensible por la lógica”, dijo Tamariz en una entrevista de 2018 con el portal español Jot Down. Y agregó que en la magia no hay engaño, porque el que avisa, no traiciona: “A mí no me gusta la palabra truco, aunque se le haya llamado así muchas veces. Yo prefiero llamarlo juego. Truco, al menos en castellano, tiene un tono peyorativo. Se acerca mucho en significado a la palabra trampa. (…) El prestidigitador no puede engañarte nunca porque ya te avisa quién es y lo que va a hacer. Por eso la magia no es un engaño”.

Forjado desde niño

Tamariz se acercó a la magia como lo han hecho millones de niños en el mundo, aunque sin saber que su destino quedaría inexorablemente vinculado a ella (el próximo 18 de octubre cumplirá 80 y no piensa en retirarse). A los cuatro años sus padres lo llevaron a un teatro a ver a un ilusionista. Y aquello, para ese pequeñito, terminó en un encandilamiento. “Pedí a los Reyes una caja de magia. Mis amigos y familiares estaban horrorizados porque en cualquier bautizo o comunión aprovechaba para hacerles los ocho juegos que venían en la caja”, recordó una vez. Su primera “gran actuación” la realizó en un evento benéfico frente a unas doscientas personas, cuando tenía once o doce años. Mientras otros niños de su edad cantaban o bailaban, él mostraba sus juegos.

En 1956 actuó en festivales como mago y a veces como payaso, y en 1961 ingresó en la Sociedad Española de Ilusionismo. Comenzó así a especializarse con los naipes, la magia de cerca y el mentalismo. Un año después ganó el segundo premio de Magia humorística y el tercero de Cartomagia en el Congreso Mágico Nacional de Zaragoza. Nadie sabía cómo hacía los trucos, pero todos tenían claro que el futuro de aquel joven era promisorio.

También estudió Física y dirección de cine, pero pronto se dio cuenta de que lo suyo iba por otro lado. “Entrar en la Escuela de Cine me sirvió también para darme cuenta de que yo no valía para hacer películas, aunque nunca hice más allá de unos pocos cortometrajes espantosos. Bueno, uno de los que hice tenía su gracia, pero los otros eran más malos que la quina”, declaró a Jot Down.

En 1968, en el Primer Certamen de Madrid consiguió el As de Cartomagia, el As de Magia y el Premio Extraordinario (estos dos últimos junto a Juan Anton, uno de los grandes ilusionistas de España y uno de sus maestros). Su consagración llegó con el primer premio de la Federación Internacional de Sociedades Mágicas (FISM), que cada tres años organiza una conferencia durante la cual se celebra el Campeonato Mundial de Magia.

Luego se dedicó a organizador festivales y a dar clases (una de sus hijas, Ana, es directora de una escuela de magia en Madrid que fundó junto a él). Además, a lo largo de su carrera ha aparecido en una enorme cantidad de programas de televisión, tanto dentro como fuera de España, lo cual le ayudó a hacerse mundialmente conocido. Su éxito televisivo llegó con el programa Chanta tachan (1992) en Telemadrid, por el que pasaron magos de todo el mundo.

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Juan Tamariz.

Artista global y legado

Durante su carrera ha combinado giras y conferencias por Europa, América y Asia, lo cual lo ha llevado a pararse en el podio de la magia por sus esfuerzos para perfeccionar y popularizar este arte milenario.

Entre sus obras se encuentran Truki-cartomagia (1970), Aprenda usted magia (1973), Secretos de Magiapotagia (1988), Sonata (1989) y Por arte de Verbimagia (2005), además de una obra de historia de la magia de tres volúmenes. También es el fundador y propietario de la editorial Frakson, dedicada a la publicación de libros relacionados con el ilusionismo.

Tamariz ha desarrollado gran cantidad de teoría psicológica a lo largo de más de seis décadas de carrera. Según su ficha de Wikidat, es, por ejemplo, el creador del método de las pistas falsas, según el cual un juego debe ser presentado de tal modo que se elimine el deseo de los espectadores de analizarlo, de modo que la “sensación mágica” se potencia. Esta teoría fue explicada en su publicación La vía mágica, de 1987. Y se dice que de ese libro, hay una copia en la biblioteca de la CIA, que se sabe contrató a magos como expertos para resolver intrincados casos.

La visita del maestro a Montevideo y Punta del Este

Tamariz estuvo en Uruguay hace tres décadas, invitado por el mago Ariel. “En 1992 me llama un amigo de Argentina para decirme que Juan Tamariz estaba paseando por Buenos Aires junto a su señora. Tenía un año sabático y andaba recorriendo el mundo. Después de Buenos Aires no tenían un destino definido, por lo que a mi amigo se le ocurrió sugerirle que conociera Uruguay. Él se puso en comunicación conmigo y me contó que estaba dispuesto a venir”, recuerda Ariel a Revista Domingo. “Era una alegría, un honor. Le dije inmediatamente que sí y que estaba a la orden para lo que necesitara”, agrega el mago más conocido de Uruguay.

Tamariz llegó con su esposa, se hospedó en un hotel en Montevideo y dio una charla para los magos locales.

“A los dos días yo tenía que empezar mi temporada en Punta del Este y lo invité a que me acompañara. Le dije que iba a estar desde mediados de diciembre hasta una parte de marzo. Y él me contestó: ‘Qué lindo, me hablaron maravillas de Punta del Este’. Le dije que tenía lugar en mi camioneta y en la casa. Y nos fuimos para Punta del Este”, recuerda.

Ariel manejaba y él iba de copiloto, haciendo juegos de magia. “Lo tuve una semana conmigo y pasamos Fin de Año juntos. Todo lo que aprendí y lo que conversamos fue algo maravilloso. Además, tiene un humor madrileño que es increíble. Desde que se levanta hasta que se acuesta es una máquina dedicada a los juegos, las técnicas, los ensayos, las lecturas, a la historia de la magia, a cómo presentar las cosas”, destaca.

Ariel le prestó una biografía de Fu-Manchú que Tamariz se devoró en una noche. “Al revés que la mayoría de los mortales, él estudia, trabaja y escribe de madrugada. Y se levanta, con suerte, a las dos o tres de la tarde. Cuando me dijo que se levantaba tarde creí que lo hacía al mediodía, pero no: el primer día se levantó a las dos y cuarto. Yo estaba muerto de hambre y lo esperaba para llevarlo a comer. Por eso en la noche está fresco como una lechuga. Dice que la madrugada lo ayuda a inspirarse. Sus libros también los ha escrito de noche”, agrega. Ariel no duda al decir que, para él, Tamariz “es el maestro de los maestros, sin lugar a dudas”.

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Juan Tamariz.

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