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Meghan y Harry, una historia de amor que anunciaba la renuncia real

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Harry y Meghan en el bautismo de su hijo. Foto:@royalfamily

NOMBRES DEL DOMINGO

Los duques de Sussex quisieron alejarse de la corona británica y el deseo fue concedido. Su historia de amor anunciaba las expectativas.

La historia de Meghan y Harry es la de un cuento de hadas. O no tanto. Más bien fue un comienzo tan común y alcanzable como lo es una cita a ciegas organizada por una amiga en común. En tal caso, si fuera un cuento de hadas, Violet Piers von Westenholz, la amiga en cuestión, sería algo así como el hada madrina que vio en ambos algo que podía funcionar.

Lo que tiene de cuento de hadas (versión Disney) es, en sí, el origen ya conocido de cada uno. Él, Harry (o Enrique de Sussex), nació como príncipe británico. El hermano menor y rebelde del correcto William (o Guillermo de Cambridge), hijo de Diana y Carlos, príncipes de Gales. Nieto de la implacable reina Isabel II. Ella, Meghan Markle, una actriz estadounidense, de madre afroamericana, Doria Ragland, y padre con ascendencia holandesa, Thomas Markle. Creció en Los Angeles y su nombre resonaba en todos lados por su personaje Rachel Zane en la serie Suits. Entre las puntas que la prensa británica (estancada en concepciones arcaicas de la nobleza) encontró para resaltarla como plebeya estaba que Meghan era, además, divorciada.

Por lo demás, fuera de títulos nobiliarios y reglas de decoro monárquico, lo suyo corrió más como una comedia romántica que como un cuento. El primer encuentro fue, dicen, casi obligado: Harry se presentó por diversión, Meghan por curiosidad. Él fue impuntual y le pidió a su chofer que se acercara en una hora con un mensaje falso para “rescatarlo” del posible tedio. Ella esperó y entendió desde el principio que para Harry era un juego; se dejó llevar. Pero entonces hubo química y buena charla y nada de tedio. Dejó de ser un juego.

“Para nosotros fue una manera muy auténtica y orgánica de conocernos”, contó Meghan en una entrevista con la BBC tras anunciar el compromiso. Luego de la cita y hasta unos meses después, todo fue privado, íntimo, de a dos. “Poder conocernos paso a paso y luego dar ese paso de vernos dos días e irnos juntos de vacaciones, en medio de la nada a una tienda de campaña”, recordó él. Para ella “la total privacidad fue asombrosa”. No fue hasta finales de 2016 que su relación pasó a ser un titular.

Los tabloides

A la par de los momentos altos de la relación, de salir del incógnito para poder ser una pareja oficial, de la aprobación de la reina Isabel al vínculo, del compromiso, de la boda, del embarazo y el nacimiento de Archie, ha estado, siempre, la prensa amarillista.

Rumores, titulares que buscan atemorizar a Meghan o notas a partir de cartas y cuestiones privadas que salen a la luz, mucho de lo cual tiene que ver con el vínculo roto entre la duquesa y su padre. El caso que más ha resonado es una carta de él a ella publicada en febrero de 2019 por el tabloide The Mail on Sunday, contra el que la pareja inició una demanda por invasión a la privacidad. En los últimos días se supo que Thomas testificará en contra de su hija.

Harry y Meghan, los duques de Sussex. Foto: AFP
Harry y Meghan, los duques de Sussex. Foto: AFP

En la web hay también videos donde internautas dicen reconocer signos que demuestran que Meghan quiere más a Harry que lo que él a ella. O que ella se está armando para alejarlo de la familia. O que ella tiene una entrevista “bomba” para dar en caso de que las cosas no salgan según sus planes. Por este motivo medios británicos han llamado “Megexit” al anuncio de los duques de Sussex de renunciar a parte de sus obligaciones reales(ver recuadro). Ante todo, Meghan como villana.

De lo que todos hablan

Cuando la reina Isabel II emitió su típico discurso navideño, la prensa y seguidores presintieron algo raro: entre los usuales portarretratos familiares que la acompañan en el encuadre, no aparecía ninguno con los duques de Sussex y su hijo Archie. Toda especulación (que no comienza ahí y que también abarca la supuesta mala relación entre el príncipe Enrique y su hermano Guillermo) pasó a cobrar sentido cuando Meghan y Harry comunicaron en su web y redes sociales que estaban trabajando en la transición para ser más independientes de la corona. “Tenemos la intención de dar un paso atrás como miembros ‘mayores’ de la Familia Real y trabajar para ser financieramente independientes, sin dejar de apoyar plenamente a Su Majestad la Reina”, escribieron. Isabel II ya comunicó su respaldo.

Detrás de los ataques constantes, tanto el príncipe como amigos y seguidores de la pareja reconocen machismo y racismo hacia Meghan. En una entrevista de octubre de 2019, para el documental Harry and Meghan An African Journey, confesaron lo que les cuesta vivir constantemente con esos artículos, algunos falsos, otros invasivos. “Pero todo lo que tenemos que hacer es centrarnos en ser reales, centrarnos en ser las personas que somos y defender lo que creemos. No seré intimidado para llevar un juego que mató a mi madre”, afirmó Harry.

Esas declaraciones no sonaron nada simpáticas dentro del palacio de Buckingham. Ante la vulnerabilidad que han mostrado ambos respecto al escrutinio público, tanto la reina como el príncipe Guillermo resultaron molestos, porque el decoro impide la queja. A la par de la prensa está el protocolo al que atenerse por pertenecer a la realeza. Sobre todo para Meghan que venía de una vida más independiente, ser realeza significa resignación: para casarse tuvo que renunciar a su carrera como actriz e incluso borrar un blog (The Tigs) en el que escribía sobre feminismo, empoderamiento, política y cuestiones diversas.

Meghan, decía Harry en aquella entrevista con BBC, entró a la realeza “para ayudar a las nuevas generaciones a ver el mundo como corresponde, en vez de tener una versión distorsionada. El hecho de que yo me haya enamorado de Meghan tan rápido es una confirmación de que las estrellas estaban alineadas, que todo era perfecto, que esta mujer preciosa llegó y cayó en mi vida y yo caí en la suya (...) Somos un equipo”. Desde entonces, Meghan y Harry han tratado que su vida siga, dentro de lo posible, las coordenadas de lo terrenal, de lo tangible, de lo ordinario que, para ellos, tiene más de extraordinario e inalcanzable. Y quizá en esa búsqueda esté la decisión de comunicar la transición hacia una vida más independiente.

Por ahora ya cuentan con la aprobación de la reina. Por lo demás, el tiempo, las redes oficiales y los tabloides lo dirán.

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