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Cuando me despierto

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Mujer durmiendo. Foto: Shutterstock

Comportamiento

Desde la ciencia dicen que la gran mayoría de los sueños tienden a olvidarse. Sin embargo, hay quienes logran retener los detalles de lo que experimentaron mientras dormían.

Fue después de ver Jumanji por primera vez, en los 90. Belén, que ahora tiene 28 años, soñó que las plantas de la película la querían atrapar. Corría desesperadamente y las enredaderas salían de todas partes. Aunque el tiempo puede haber dejado sus matices, lo describe como si lo hubiese soñado ayer y hasta rememora la sensación de extrañeza que le dejó.

Guillermo (50) dice que el sueño más lejano que recuerda es de cuando tenía siete años: era de noche y tenía que ir a un supermercado que quedaba cerca de su colegio. Frente al comercio, había tres ataúdes, “como barrocos, con cristal arriba”, detalla. Se acercó y en uno de los cajones estaba su profesora de biología. Lo soñó por varios días y esas imágenes reaparecieron constantemente en sus pensamientos durante la niñez.

Tanto Belén como Guillermo tienen eso en común: evocan sus sueños con claridad, pueden contarlos al detalles y les sucede desde que son niños. Según Pedro Bustelo, psiquiatra y director de la Fundación Cazabajones, eso habla “de buena salud cerebral, de un sueño reparador y un cerebro que cumple bien sus funciones más importantes”.  

Por su parte, Pablo Torterolo, doctor y profesor adjunto del Laboratorio de Neurobiología Del Sueño de la Facultad de Medicina, explica que la tendencia es olvidar lo que se sueña: “El cerebro no está diseñado para recordarlo, porque todos los sistemas que tienen que ver con la consolidación de la memoria de lo que sucede en el momento no están funcionando”. Aunque, añade, también depende de cada persona, de la intensidad del sueño y del interés especial por recordar o no.

Caso contrario es el de las personas que dicen no tener sueños (hay estudios que demuestran que siempre se sueña). Juan (35) cuenta que nunca pudo rememorar uno, que incluso visitó una psicóloga por algún tiempo y trató de hacer el ejercicio, sin suerte. Agustina (23) tiene seguido la sensación de haber soñado, pero no logra recordar, salvo algunas veces, que puede visualizar alguna imagen o alguna persona. Desde la neurobiología, Torterolo responde que no hay por qué preocuparse: “Vivir los sueños es importante para la salud de las personas, pero para el cerebro no es fundamental recordarlos. Por eso el 99% de los sueños, tiende a olvidarse”.

El ensueño (como lo llama la ciencia) es un estado cognitivo que ocurre, mayoritariamente, en lo que se conoce como sueño REM o MOR (Movimientos Oculares Rápidos). Lo común es despertar desde ese estado, por eso las imágenes oníricas están latentes. Por lo contrario, la sensación de no haber soñado ocurre cuando alguien despierta en otra etapa del sueño y que tiene distintas capas de profundidad. “Durante el sueño lento profundo, que se clasifica como N3, si a uno lo despiertan, se siente medio perdido, no sabe dónde está y no cree estar soñando en ese momento”, relata el docente.

Otra razón para “no soñar”, según Bustelo, es el uso de tranquilizantes, “sobre todo los que terminan en ‘pam’”, que se usan mucho para controlar la ansiedad y los ataques de pánico; tienden a inhibir el sueño REM.

Pero incluso para los casos de aquellos que recuerdan y narran, Torterolo explica que lo que se puede traer con facilidad a la vigilia es tan solo una pequeña parte de toda la actividad onírica de la noche. Del sueño REM, que dura aproximadamente dos horas (para ocho horas de dormir y repartidas en ciclos de 20 a 30 minutos), se recuerdan los últimos minutos.

Torterolo agrega que una de las características de las personas que recuerdan, es tener el sueño fragmentado, y “si todas esas veces despiertan del REM, recuerdan más todavía”. Hay excepciones que dependen de los componentes genéticos de cada persona.

Canciones que nacieron de lo onírico

Canciones que nacieron de lo onírico

En una entrevista reciente con El País, el músico Martín Rivero contó que muchas veces ha soñado canciones. “Esquimal, de mi primer disco, la soñé casi toda y es la experiencia más exitosa, porque lo que pasa es que a veces, en los sueños, las cosas tienen todo el sentido del mundo aunque en realidad no lo tengan”, contó, incluso ha grabado melodías. A lo largo de la historia, las artes se han alimentado de las horas de dormir, y la música es un claro ejemplo de ello. Himnos del rock como (I Can’t Get No) Satisfaction. Ocurrió una noche en algún hotel estadounidense. Keith Richards soñó con un riff, se desperté en la madrugada y lo grabó, junto a las palabras “I Can’t Get No Satisfaction”. Los sueños también alimentaron las bandas sonoras de músicos como Jimi Hendrix y su Purple Haze, The Beatles con Let It Be o Queen con The Prophet’s Song.

Cambio

Francisco (28) es uruguayo, vivió en Montevideo toda su vida y nunca pudo soñar. Hace un mes y medio se mudó al sureste de Francia, desde entonces, sueña. Según Bustelo, la luminosidad de los lugares afecta ese estado cognitivo. “En ciudades con mucha luz hay tasas de depresión muy bajas: mejora el estado de ánimo, mejora el funcionamiento del cerebro y eso puede explicar que haya empezado a soñar”.

Belén, por ejemplo, vivió dos meses en una casa a la que no entraba mucha luz y durante ese tiempo no recordó sus sueños, “por lo menos no al nivel de siempre”. Sobre estos cambios, Torterolo agrega que también es común que cuando alguien se toma vacaciones, recuerde más. Tiene que ver con que “hay más tranquilidad, la persona está más relajada, duerme más tiempo y aumenta el sueño REM. A veces hasta entra y sale de un mismo sueño varias veces”.

En terapia

Jorge Bafico, psicoanalista, retoma a Freud para hablar de la importancia de recordar los sueños a nivel psicológico. Los sueños, decía el austríaco, sirven para comunicar todo aquello que la conciencia no puede aceptar. Con esta intención, desde hace dos meses, Anastasia (25) trata en sus sesiones con la psicóloga todo aquello que recuerda de su actividad onírica. “Creo que ella vio que no iba a contar mucho y empezó a preguntarme por ahí”, dice.

Anastasia no siempre recuerda lo que sueña. Algunas veces los recuerda hasta al detalle, y otras son solo sensaciones. Pero los que comparte en terapia son aquellos sueños que la marcan. Cree que esta iniciativa le sirve para darse cuenta de vivencias que en el día a día pueden pasarle desapercibidas pero que la afectan y están en su subconsciente y la ayuda a conocerse más.

No solo desde el psicoanálisis se trabaja con los sueños. En casos aislados, en los que el paciente pone hincapié en lo que sueña o tiene algunos sueños recurrentes, la terapia cognitiva-conductual también puede usarlos. Incluso se realizan ejercicios para que, si no los recuerdan puedan hacerlo. Robert Stickgold, un profesor adjunto de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de Harvard, le dijo a The New York Times que repetir la frase “recordaré mis sueños” antes de dormir, puede ayudar a que suceda.

Guillermo no va a terapia, pero desde la adolescencia comenta sus sueños con amigos y trata de atar cabos. Además, les pone títulos para no olvidarlos. Sobre aquel sueño de los siete años, entendió que se debía a la admiración por su profesora: “Era dulce, tenía mucha sabiduría y hablaba de biología, que era todo un mundo para mí”. Además, en la biología se hablaba de la muerte y ese sueño, aunque no le dio miedo, fue su primer contacto con la temática. Para él, los sueños “son revelaciones, funcionales, operativos”. También lo ayudan a conocerse y le han permitido experimentar cosas que no pudo vivir en la realidad.

Los beneficios que trae dormir

La etapa del ensueño, además de trabajarse desde la psicología, cumple tres funciones importantes para el sistema nervioso. Es, por ejemplo, el momento en el que las neuronas recapturan más neurotransmisores. También se ensancha más la sinapsis y se consolida lo que se aprende durante el día, sobre todo lo que es más importante recordar. Por último, se procesa mejor todo aquello que ya está en el cerebro y sirve para resolver problemas: “De ahí el dicho ‘Lo voy a consultar con la almohada’”, sostiene el psiquiatra Pedro Bustelo.

Angie Oña. Foto: Marcelo Bonjour
Angie Oña. Foto: Marcelo Bonjour

Ir a talleres, escribirlos o grabarlos

La actriz y directora de teatro Angie Oña (36) cuenta que tiene un vínculo muy especial con sus sueños, que muchas veces ha “tomado decisiones artísticas basadas en ellos”. Para trabajar con lo onírico, ha hecho el ejercicio de escribirlos y concurre a talleres para ampliar su visión. Dice que a veces los comprende de inmediato, otras más tarde, y que su análisis viene de un lugar más intuitivo que lógico.

Pablo (30) es músico y también registra sus sueños, no tanto para analizarlos, sino para no olvidarlos y ver si algún día le inspiran alguna idea.

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