Seguramente la mayoría de ustedes no tienen idea que es South Park mientras sus hijos y nietos gozan ante un dibujo animado de humor negro que va contra todo principio moral básico.

Es casi una metáfora del mal gusto, una perversa crítica a la discriminación del mundo norteamericano, con lo que se convierte en una mirada despiadada del mismo y casi en una denuncia (evidencia lo patético y así lo extirpa).

Es probable, también, que la mayoría de ustedes no tenga idea que sus hijas e hijos miran pornografía lateral, explícita o implícita en Internet. Eso es lo central allí adentro. ¿Ustedes hablan de semejante asuntillo con sus hijos o dejan que la Internet tenga el monopolio de esa conversación? Son cifras probadas, no estoy inventando nada.

La mayoría de los sub veinte no tienen idea quién es el comisionado carcelario o el presidente del Codicen. Ellos no miran un noticiero desde ese lugar ni regalando viajes a Europa con Lucho Suárez o Claudia Fernández. ¿Cómo hacemos para que entiendan algo de esas noticias? Es que la mayoría de los jóvenes tiene una noción de Tinelli pero no la que tenemos nosotros (los grandes) que sabemos el calibre del personaje ("Es muy vivo" dijo Fantino y le contesta Pergolini: "Es muy vivo", y ambos se van al humo porque saben que con ciertos tipos no se juega, darling). Para los péndex es solo un conductor de varieté masivo. Pregunten y verán si me equivoco. No saben más.

Muchos de ustedes —y ahora le hablo a las clases medias— miran Netflix y se pasan horas allí creyendo que ese mundo ficcional es estupendo. Y lo es, pero ese mundo tiene una asimetría abrupta con el Borro, Casavalle y el Cuarenta Semanas. ¿Cómo se hace para no perder distancia con esa realidad? ¿Con el embole de TNU o el canal municipal que son dispositivos oficialistas para contratar comunicadores oficialistas (lean el informe de El Espectador) para hablar bien de Raulito o evitar hablar mal de Dani? No jodan chicos, no me hagan reír. Una payasada. Ya está, hablemos en serio, por favor.

Unos cuantos de ustedes no sabe cómo pararse ante un mundo digital que nos transforma a todos en "nómades digitales" porque mientras vos estás cómodo en tu plataforma on line, los chiquilines al ver que viene la turba de abuelitos a colarse allí, galopan y huyen en estampida (Pokémon Go fue una señal que no todo es para todos). El Facebook uruguayo es el típico ejemplo: es una gigantesca casa de salud para mayores de 40 años. Los jóvenes solo "obligados" en grupos especiales se la bancan allí, de lo contrario, rajaron. Twitter va rumbo a deflactar en caída libre. Pasa algo en el mundo que los 140 caracteres no andan y solo le permiten a las grandes compañías tironear si tienen algo fuerte para enlazar. Instagram funciona por ahora: ¿será que somos más artísticos? Snapchat enloquece a los teens, claro, ese es un mundo jodón, divertido, rápido, erótico, al pedo y a mil. Nace y desaparece, casi como la juventud. Es la aplicación de ellos y para ellos. Los viejos: out (todo aquel de más de 25 años es un bobito allí adentro). Solo Tinelli que se cree sin edad lo mete a Macri. ¿Desubicación o maldad infinita? Elija usted.

Y lo que los medios masivos locales siguen sin entender que el futuro es el "mix" real de todo esto. Y con constantes mediciones de audiencia. Acá va a funcionar, igual que en todo el mundo: lo que "rinda". Y lo que rinda en materia de medios masivos y redes sociales es un combo de píldoras que sintonicen con la gente, que además las bajen en los celulares, que permitan enterarse del deporte, algo de la realidad en asuntos fuertes y bien editados. Y humor. Y polémica, sí, como no. Y con mucho "refresh" cada poco tiempo. No como acá. ¡Y no lo entienden! Siguen con los editoriales, los narcisismos, el debate socrático de personajes ignotos y un ritmo de 1950. Falta Solé relatando y la fiesta es completa. Todo hasta que alguno se avive y la meta. El mercado está abierto para eso pero cada loco empuja para su carpita. Como si esto fuera Manhattan. Y no es muchachos, no es, no es.

CABEZA DE TURCO i washington abdala