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Majo Álvarez: "Majo y la del 13 siempre estuvo como un as debajo de la manga"

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Majo Álvarez. Foto: Estefanía Leal
Nota a Majo, Montevideo ND 20210203 foto Estefania Leal - Archivo El Pais
Estefania Leal/Archivo El Pais

EL PERSONAJE

Es líder de la banda de plena Majo y la del 13. Es, también, la mente detrás de ese proyecto tropical y de otros que se vienen este año. Su historia es una de lucha y crecimiento

La plena, el escenario y las luces no siempre dejan un plato sobre la mesa. A veces — muchas— la plena, el escenario y las luces son una especie de amor, de pacto, de modo de vida, de lucha o sueño.María José Álvarez, Majo, ha pasado su vida así: en ese incesante vaivén de vivir de lo que le gusta y, a su vez, que a los suyos no les falte nada. En Uruguay el mercado es chico. Lo sabe cada músico que surge de un dormitorio de adolescente o de una guitarreada en la plaza o de un garaje viejo o de una fiesta en familia. Lo sabe Majo, que desde hace años trabaja incesantemente a la cabeza de proyectos musicales que a veces han dado más trabajo que comida, pero que la fueron legitimando en la escena tropical uruguaya.

Majo, María José, es algo así como una guerrera armada con su voz, sus ideas, su capacidad para convertir una banda en un producto que llegue a las radios o a los escenarios de boliches o a salas de teatro más allá de las adversidades, de las peleas, de las decepciones.

— ¿De dónde viene la fuerza?

— Yo creo que de mi mamá. Mi mamá es muy guerrera, es una mamá que nos crió sola a mi hermana y a mí. La vi siempre peleando contra viento y marea, y creo que eso se me quedó de ella. Ya mi personalidad es así. Todo lo que se me pasa por la cabeza, y considero que me pueda hacer bien, hago lo que sea y lo logro. Siempre me rodeé de gente más grande, amigos de mi hermana, gente del entorno de mi madre. Siempre fui muy mosca en ese sentido, y creo que fue lo que hizo que madurara muy de golpe. Pasé de ser niña a ser grande, no tuve eso del adolescente, porque desde muy chica ya tenía en la cabeza salir a trabajar, a hacer lo que me gustara, y no solamente porque me gustara ir a trabajar, sino por ayudar a mi familia, porque siempre fuimos muy humildes.

En Uruguay algunos corren con talento y suerte. La suerte suele ser sinónimo de salir al exterior, de puertas abiertas. Pocas veces es sinónimo de rutas charrúas y públicos celestes, porque más allá de la pasión y el amor al arte y al público local, la música, para muchos, también es un medio de vida. “Con trabajo duro, se puede vivir. Pero no podés quedarte esperando que vengan a buscarte”.

Majo, María José, está sentada en una silla plegable gris en el medio de una sala blanca y frente a un espejo en el que una y otra vez se ha visto bailar y pensar coreografías. Detrás de ella hay un letrero blanco grande de luces apagadas que dice “MAJO”, así, en mayúscula. Ese espacio, un gimnasio que abrieron hace dos años con su pareja Fabián “Lolo” Estoyanoff, es casi como su imperio: desde ahí (y su casa que está bien cerca) salen todas las ideas que después se transforman en un éxito o en show de la banda Majo y la del 13. Entonces medita y dice: “Estamos en un país donde el mercado musical es chico. Si te querés dedicar a otra cosa tenés que tener la suerte, como la han tenido varios, pero no todos la tenemos, de poder abrir fronteras e ir a trabajar a otros lados. Hay que adaptarse y tratar de hacer lo mejor posible acá”.

Toda la vida

Si usted le pregunta a María José si siempre quiso hacer plena o ser cantante, ella le responderá que lo suyo era la necesidad de expresarse, que el escenario la llamaba, que de niña tanto le daba cantar, bailar o actuar. Que ella era “una pesadilla”, que el lado artístico la atrapaba y todos a su alrededor se enteraban. Que soñaba con ser una Selena Quintanilla en tierra oriental. Que a sus amigos de infancia los hacía jugar a que eran una banda, que respondió muchas preguntas en entrevistas imaginarias.

“Desde los dos o tres años tengo videos y fotos bailando en todas las fiestas, cobraba, re interesada era”, ríe y se describe circulando con una canastita con la que pasaba por su público. Después vinieron las clases de canto, de flamenco, de ballet, de teatro, de corte y confección, de danza árabe. Todo eso en una familia humilde, con un padre ausente y una “madre guerrera”.

“Yo estudié un montón de cosas, aprovechaba todo eso y absorbía porque no sabía si al mes siguiente podía seguir yendo. Lo que sí terminé fue danza árabe, que hice desde muy chiquita hasta grande. Pero en otras clases de baile y canto, de teatro, no sabía si al otro mes podría pagar, entonces preguntaba todo, quería saber, era bien chusma. Siempre fui muy pesada, siempre estaba haciendo o bailando o cantando o me estaba cambiando de ropa, haciéndome la modelo. Quise ser modelo hasta que vi la altura. No crecía más y lo borré de la mente. Lo bueno es que mi madre siempre me siguió la cabeza: me decía qué querés hacer, o estudiás o nos tiramos para lo que quieras. No era una burra pero para el estudio nunca fui muy buena”.

Todoterreno

Hoy María José ya venció el miedo a cantar frente a un micrófono, ya pasó por Klan B y cantó reguetón cuando el género empezaba a tomar fuerza en Uruguay y el mundo. Ya tuvo su primera banda propia, Majotón, y la dejó dormida en un cajón para pasarse a la plena. Ya pasó por el Soñando por cantar argentino, cautivó a Oscar Mediavilla y llegó a la final. Su miedo, dice, era que le bajaran la palanca en el primer programa. “Imaginate, después con qué cara me subía a un escenario en un baile como la cantante”. En ese recorrido, entre su historia de amor con Lolo Estoyanoff, entre la búsqueda por vivir en paz y repleta de amor con su familia, nació Majo y la del 13, la orquesta que, sin duda, puso su nombre en todos lados.

“Majo y la del 13 siempre estuvo como un as debajo de la manga. Y me pasaron un montón de cosas que me hicieron hacer un clic en la cabeza donde, sin que muriera Majotón — que eso me da orgullo porque muchas veces uno deja de hacer algo porque ya no da para más— teniendo trabajo, probé con esto otro. Ensayé tres meses, tuve mucha suerte de encontrar muy buenos músicos. La orquesta sonaba bien, hicimos una mezcla de cosas villeras y plena. La idea era hacer una charanga, porque me gusta mucho la cumbia también, y tiramos un par de temas y funcionó. Fue un tire y afloje”.

Majo camina y posa para la foto. Mientras sonríe y abre los ojos de un modo casi romántico en el que solo ella puede hacerlo, pone sus manos sobre la panza para formar un corazón entre los dedos y las uñas largas, y habla de la vida hoy. Dela maternidad que se avecina, de lo distinto que siente el tiempo cuando para. La pandemia puso a la banda en una especie de stand by y ha decidido dedicar tiempo a compartir con los suyos, con su pareja, con su madre, con su sobrino, con su hermana.

Ahora y por unos meses, María José descansa de Majo y la del 13, pero no deja de ser la misma con la cabeza girando y revoloteando en ideas nuevas. Así como un día apostó a pararse en el escenario con su propia banda, ahora está convencida y a gusto de ser solo productora de dos proyectos que se lanzan este año. Una banda al estilo Majotón —dos cantantes y bailarinas—, Para vos reguetón, y un grupo de mariachis a cargo de su sobrino que, dice, “canta rancheras de manera espectacular”. No es un terreno desconocido, después de todo, desde Majotón ha sido siempre ella la que está detrás de que salga el vestuario, la luz, la escenografía, la historia, las coreografías.

Es, María José, esa mujer todoterreno que transmite arriba de un escenario cuando canta y baila ante la orquesta y las bailarinas. Es, también, la mujer humana que a veces se despierta por las madrugadas con el miedo de una sala de teatro vacía, pero que así y todo trabaja, y trabaja duro, para dar un show como para un estadio repleto.

“Hay que aguantarme en esas épocas”, dice un poco seria y un poco risueña antes de recordar una enseñanza que le ha dejado esta vida: “Tenés que valorar que te siguen la rosca y hacen algo por cariño”. Sabe, Majo, que la música, el escenario y las luces a veces se hacen por un plato de comida, pero, y sobre todo, se hacen por amor, por pacto, por lucha, por un sueño.

Sus cosas

Tik Tok. Foto: Pixabay.

Tik Tok

Durante la pandemia Majo y Lolo Estoyanoff marcaron una fuerte presencia en la red social del momento. “Tik tok me ayudó a divertirme un poco porque estaba complicado estar encerrado sin hacer nada viendo las mismas caras día y noche, entonces eran momentos de risa”, cuenta la cantante que tiene 121 mil seguidores en la App.

Selena

Selena quintanilla

Cuando era niña, Majo quería ser como Selena Quintanilla, la cantante estadounidense de ascendencia latina que cantó éxitos como Amor prohibido o Como la flor. Ahora, dice, si buscan en el reproductor de su celular, difícilmente encuentren plena. Su playlist tiene mucho más canciones melódicas, salsa y reguetón, de los de antes y los de ahora.

harinas, pasta

La cocina

“Mi comida favorita es la pasta. Después el puchero y después la pizza. No una pizza común, la pizza con todo, tomate, muzzarella, aceitunas, todo. Soy glotona”, dice Majo. Ahora que el escenario está en pausa (por la pandemia y el embarazo) y que pasa más en casa, aprovecha para cocinar y darse los gustos.

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