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Cuando llega el momento de despedir a la mascota

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Perros y gatos pueden llegar a vivir hasta dos décadas, hacer el duelo es lo más difícil.

COMPORTAMIENTO

Al igual que los humanos los animales ahora viven más, pero llegado el momento sus dueños deben prepararse para despedirlos y adoptar decisiones cuando lo más importante es mitigar los padecimientos.

La llamamos Raisa. Era una cachorrita husky de apenas tres meses, tenía pelaje blanco y negro, los ojos azules e intensos. Era vivaz, inquieta, todo lo alegre que puede ser un cachorro. En aquellos años vivíamos en una casa con jardín y no pasó mucho tiempo para que Raisa descubriera a los caracoles, esos bichos fascinantes que demoraban horas en moverse. Y para Raisa, una gourmet instintiva, era un bocado de los dioses. Lo cierto es que esa fue también su perdición.

Mucho después, llegamos a la conclusión de que en algún jardín vecino habían colocado veneno para caracoles. Cuando la descubrimos aquella tarde tenía espuma en la boca, las consecuencias fueron fulminantes. Empezó con convulsiones, se hicieron cada vez más frecuentes y finalmente, uno o dos días después, murió. Mi esposa y yo hicimos el duelo más largo de nuestras vidas, pasaron tres lustros y todavía se nos llenan los ojos de lágrimas cuando nos acordamos de Raisa.

Despedir a una mascota es tan doloroso como despedir a un familiar cercano. Y querido. Aunque de sobra sabemos que vamos a sobrevivir al perro o al gato de la casa, cuando llega el momento es muy duro. Los veterinarios, que a menudo tienen que aprender más a tratar con dueños de mascotas que con animales en sí, saben muy bien todo lo que ello implica. Y a menudo ayudan a preparar el duelo, a prepararse para decisiones difíciles y a reconocer que ya no queda nada más por hacer.

Pero no siempre es sencillo advertir que ha llegado el momento de decirle adiós al integrante peludo de la familia. De hecho, así como ha aumentado la expectativa de vida para los humanos lo mismo ha ocurrido con perros y gatos, básicamente por las mismas razones.

La primera es la notable mejora en la alimentación balanceada y la otra, tanto o más importante, el avance de la medicina veterinaria que permite diagnosticar a tiempo enfermedades curables y “alargar” la vida de la mascota. También la ciencia ha permitido mitigar el sufrimiento o, directamente, evitárselo en el momento.

MORIR “DE VIEJITO”. Si se descartan enfermedades complejas como el cáncer, la muerte sobreviene como consecuencia natural del proceso de envejecimiento. “Ese es un momento donde la familia entera tiene que tomar conciencia de esa situación y prepararse. Se trata del envejecimiento, pero en realidad siempre hay una causa de muerte, pero es cuando sucede que ‘se murió de viejito’, como dice la gente”, explica Gabriela Iribar, médica veterinaria especializada en conducta animal.

“En realidad, ¿qué es eso? Que a medida que transcurren los años empieza a haber un desgaste de todo el organismo del animal, empiezan las insuficiencias cardíacas, las insuficiencias renales, problemas metabólicos en general y muchas veces problemas osteo-articulares”, explica Iribar.

Y estos son los signos, señala la especialista, a los que se debe prestar atención: “Cuando nosotros notamos que empiezan esos síntomas del envejecimiento, es un momento donde hay que empezar a prepararse porque a veces ese desenlace puede llevar un tiempo, pero a veces puede ser bastante más rápido de lo pensado”.

El proceso de envejecimiento de perros y gatos es más acelerado que la escala humana. Los entendidos dicen que, por ejemplo, para calcular la edad “humana” de un gato hay que pensar que a partir de los dos años gatunos en su equivalente humano tiene 24 años de edad y de allí en más, por cada año que cumplan, se le sumarán cuatro humanos. De modo que cuando el minino tiene, por ejemplo, seis años estamos viendo el equivalente de una “persona” de 40 años. La misma escala se aplica a los perros.

Los años de vida promedio de una mascota se calculan en alrededor de 17 años, aunque cada vez hay más casos de perros o gatos que viven hasta los 20 y un poco más. “En cambio los de las razas gigantes en general no viven tantos años, se estima que esos perros que pesan setenta kilos, por ejemplo, que hay algunas razas que se han puesto de moda, a los 10 o 12 años ya estarían llegando a su final”, señala Iribar.

De todas formas, cabe hacer algunas precisiones en cuanto a expectativas de vida. La profesional reconoce que, cada vez más, los animales domésticos están llegando a los extremos de las edades promedios, o en otras palabras las mascotas son más longevas que hace tan solo unos años.

“Debido, entre otras cosas, a la alimentación que ha mejorado muchísimo, porque hoy los buenos balanceados le están proporcionando al animal todo lo que necesita porque vienen atrás con mucho proceso de investigación y estudio. Lo otro que ha evolucionado muchísimo es la medicina veterinaria, hoy contamos con especializaciones veterinarias, métodos de diagnóstico, equipamiento y aparatología que hace años no había y eso hace, muchas veces, detectar problemas, patologías en forma precoz y darles un tratamiento que les alarga muchísimo la vida”, indica la profesional.

EL PEOR MOMENTO. Y ello plantea también una posibilidad que en los humanos aún genera enormes polémicas, como lo es la aplicación de la eutanasia. Los médicos veterinarios tienen hoy las facultades legales para hacerlo toda vez que su diagnóstico indique que se está ante un proceso irreversible que, además, puede acarrear padecimientos para el animal.

“Hay un momento en donde los dos se ponen de acuerdo. Yo siempre trato de buscar ese momento, porque llega. El propietario de la mascota a veces viene y te dice: yo quiero hacerle la eutanasia porque está con insuficiencia renal y vos le decís, no pará, esto sí va a requerir más cuidados, alimentación especial, pero el animal puede tener calidad de vida todavía”, comenta la veterinaria.

Pero también son frecuentes los casos en los que la mejor salida es la eutanasia, idea a la que muchos propietarios de mascotas se resisten. El vínculo afectivo hace que esa decisión sea extremadamente dura de adoptar.

“Entonces hay que esperar un poquito, porque en general la razón la tenemos los veterinarios, por conocimientos y nuestra experiencia”, señala Iribar.

Para el médico veterinario también supone un momento complejo, ya que en muchas ocasiones debe ponerse firme. “A veces, ha pasado, que uno se tiene que imponer porque es así, hay que decirle que el animal está sufriendo. Yo recuerdo un caso en que la dueña no quería y no quería, un gato que estaba con un carcinoma que, literalmente, le iba comiendo la cara, las fosas nasales, el animal no podía respirar, no podía deglutir. Entonces le dije, no, perdoname pero no, porque ya el animal no puede respirar. Yo siempre digo que los veterinarios tenemos la suerte de que la eutanasia es legal porque nosotros podemos terminar con el padecimiento y el dolor”, relató.

Ella misma aún se recupera del duelo por la muerte de su mascota. Amigo, el perro que solía acompañar al también desaparecido Omar Gutiérrez en su programa fue adoptado por la veterinaria. De hecho ella lo había rescatado de la calle para sumarlo a las filas de la producción televisiva en Canal 10, de ahí que la popularidad del perro se multiplicó. En junio del año pasado murió. “Yo hasta ahora lo extraño, ya pasó más de un año y todavía estoy haciendo el duelo”, dice Iribar.

Los cementerios de mascotas ofrecen un servicio completo a sus deudos.
Los cementerios de mascotas ofrecen un servicio completo a sus deudos.

Cementerios especiales para mascotas

La muerte de una mascota no es un tema menor para una familia y tal vez la prueba más evidente de ello es la existencia de cementerios dedicados a los animalitos de la casa. Existen dos cementerios privados: el Jardín de las Mascotas y Parque del Este, ambos ofrecen el servicio del retiro a domicilio de los restos y su traslado hasta el cementerio para su entierro. Desde su creación llevan más de 30.000 entierros, sus responsables estiman que se realizan entre 80 a 90 por mes. Las especies son diversas y van bastante más allá de los perros y los gatos que son tradicionales, hay conejos, ovejas, patos, cabras, hámsters, cuises, tortugas, y hasta pequeños peces. Ambos servicios también ofrecen la cremación de los restos en el marco de una sencilla ceremonia a la que pueden asistir los allegados y que no dura más de tres horas, al cabo de las que los deudos se llevan las cenizas. En caso de optar por la sepultura la misma puede contar además con una lápida. Al igual que sucede con los cementerios humanos en los de mascotas abundan las visitas de familiares en el Día de los Difuntos. El Jardín llegó a contar con una sala velatoria, pero debido a su escaso uso el servicio dejó de ofrecerse a los clientes del cementerio.

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