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Lizzo, el poder de una voz que tiene un mensaje claro

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Lizzo en la alfombra roja de los Grammy 2020. Foto: Reuters
62nd Grammy Awards – Arrivals – Los Angeles, California, U.S., January 26, 2020 – Lizzo. REUTERS/Mike Blake
MIKE BLAKE/REUTERS

NOMBRES DEL DOMINGO

Lizzo es una artista estadounidense que viene trabajando en su música desde hace años, pero no fue hasta 2019 que su nombre acaparó al público y la crítica. Ahora la cantante se planta fuerte.

Lizzo (31) es poderosa y David LaChapelle no pudo tenerlo más claro al fotografiarla como una figura de la divinidad: brazos extendidos en alabanza al cielo, un manto sobre su cabeza, un halo de luz de colores que la enmarcan, un paisaje frondoso alrededor que bien podría hablarnos de la creación, dos hombres arrodillados a sus pies ofreciéndole ramos de calas. Lizzo es extravagante. También lo es la fotografía de LaChapelle y quizá por eso haya sido el mejor ojo al retratarla para la portada de febrero de la revista Rolling Stone: el manto —verde— está forrado de flores amarillas, rojas, rosadas, azules saturados; igual que el body que se ajusta a su cuerpo.

El que antes se destacaba por retratar a celebrities hacía mucho que se había distanciado de esa temática, hasta que apareció Lizzo. Supo de ella por primera vez cuando un amigo suyo cantó Good as hell, de la cantante, y luego la cruzó en YouTube, viendo como de la nada pasaba a tocar la flauta traversa con un talento y un sentimiento de esos que trastocan. Entonces LaChapelle volvió a tomarle fotos a una cara del universo pop.

“Cada vez que alguien puede tocar un instrumento, para mí, es simplemente mágico. Es como la chica de la banda de la escuela sentada en la parte de atrás. Esa es la chica que habría obligado a ser mi mejor amiga en la escuela secundaria. Ella solo estaba llorando con esa flauta y yo pensaba que tenía que suceder. Quería fotografiarla. Y eso fue todo. Tenía que hacerlo”, contó LaChapelle a Rolling Stone.

Que la cantante sea tapa de una de las publicaciones más prestigiosas habla de que, sin duda, todos están (o deberían estar) hablando de ella: también rapera, también flautista talentosa, también escritora de letras que impactan (entre sus éxitos está Cuz I Love You, Truth Hurts, Good as hell o Juice), también activista con un mensaje claro.

Los gramófonos que se llevó a casa en 2020

Lizzo lleva mucho tiempo en la industria musical, pero hasta 2018 su carrera no había explotado. Tenía dos discos, Lizzobangers (2013) y Big Grrrl Small World (2015), pero sus giras no pasaban de los Estados Unidos e incluso desfiló por su país como telonera de las bandas Florence and the Machine y Haim. Fue 2019 el año en el que todos empezaron a hablar de Lizzo y con su tercer álbum Cuz I Love You (2019), bajo el sello Atlantic Records, llegó a ser la más nominada de los Grammy 2020. La artista, con ocho nominaciones en las que estaban las categorías principales (Grabación del año, Canción del año, Álbum del año, Mejor Artista Nuevo) se llevó finalmente tres gramófonos: Mejor Interpretación Vocal Pop Solista, Mejor Álbum Urbano Contemporáneo y Mejor Interpretación Vocal de R&B Tradicional. En su discurso dijo: “Este es el comienzo del proceso de hacer música que toque a la gente, que se sienta bien, que la libere”.

Empezar notas hablando sobre el cuerpo de alguien más no debería ser necesario a estas alturas, a excepción de cuando ese cuerpo es herramienta, discurso, empoderamiento. Este es el caso: Lizzo ha luchado por aceptarse tal cual es y hoy su amor propio es un impulso para otros como parte del movimiento Body Positive (“Cuerpo Positivo”).

“Sé que mi mera existencia es una manera de activismo, especialmente para la comunidad que lucha por la concepción de un cuerpo positivo”, dijo en una entrevista. “Me comprometí a sentirme bien. Tenía que mostrarle mucha atención a mi barriga, mucho amor”, añadió a The New York Times.

Y el empoderamiento de Lizzo está en sus letras (Sí, tengo problemas con los chicos, eso es lo humano en mí / bling bling, luego los resuelvo, esa es la diosa en mí, canta, por ejemplo, en Truth hurts); está en sus movimientos de baile en un paso que se llama twerking y que es algo así como un perreo a gran velocidad (“Me encanta ver las formas que genera mi cuerpo cuando me muevo”, confesó); está en su historia de vida porque llegar a donde está hoy —en la portada de prestigio, en la alfombra roja de los Grammy como la más nominada o con los tres gramófonos en mano— no fue cosa fácil. Porque Lizzo, antes de irrumpir en la escena, trabajó duro y en ese camino aprendió a querer con fuerza aquello por lo que labraba tanto.

El largo camino al Grammy

Nació en Detroit, pero se crió en Texas. Era en las calles de la ciudad de Houston que una por entonces Melissa Viviane Jefferson compartía tiempo con amigos, horas que dedicaban a idolatrar a la banda Crime Mob (de ahí, en parte, sus influencias raperas) y a construir sus propios versos. Todos componían algo y así surgió el grupo Cornrow Clique. Fue en ese clima, y no por percepción propia, que supo que tenía talento: otra de las chicas del grupo, que normalmente se burlaba de ella, dijo que los versos de Melissa eran los mejores. Un halago del que no se olvidó más. Y también con Cornrow Clique nació Lizzo.

A la par del grupo de amigos haciendo rap, Lizzo comenzó a estudiar música clásica en la Universidad de Houston. Todo se avistaba en armonía hasta la muerte de su padre, en 2009. Perderlo fue para Lizzo un antes y un después tanto por extrañarlo como por los problemas económicos que vinieron con su fallecimiento. Lizzo llegó a dormir por casi un año en su auto. Lo que pasó después fue una mudanza a Mineápolis, en Minnesota, gracias a un amigo, y un sinfin de intentos fallidos de bandas a las que entró y de las que se fue, otras que armó y desarmó. A la par estudiaba flauta, que hoy usa en sus canciones pop y para la que tiene un nombre (Sasha) y una cuenta de Instagram (Sasha Flute).

Lizzo con sus tres gramófonos en los Grammy 2020. Foto: Reuters
Lizzo con sus tres gramófonos en los Grammy 2020. Foto: Reuters

Su vínculo con la música ya era serio, pero el compromiso oficial vino, primero, con el sello independiente Totally Gross National. De ahí su primer álbum, Lizzobangers (2013), y de ahí el ojo de la prensa sobre ella. Otros álbumes, el trabajo con el productor Ricky Reed —conocido por producir a Pitbull, Meghan Trainor, Maroon 5, por nombrar algunos— y con el sello Atlantic Records, giras con otros grupos independientes, canciones que se escuchaban pero no lo suficiente (ver recuadro), y en el medio, la persistencia. Entre 2013 y 2019 parece haber pasado un largo período para que recién ahora estemos hablando de Lizzo con fuerza. Ahora, con tres gramófonos en su haber, buenas posiciones en las listas de Billboard, shows en festivales importantes y con el público coreando sus versos en los espectáculos, probablemente reciba su rédito.

Someone Grat, película de Netflix
Escena que le popularizó Truth Hurts

La película que le dio un empujón

La escena es de la película Alguien extraordinario (Netflix, 2019): Jenny (Gina Rodríguez) baila en su casa cantando a viva voz, entra a la casa su amiga Erin (DeWanda Wise) y la acompaña. La canción que suena es Truth Hurts y se viralizó luego en Tik Tok, donde los usuarios imitaban la escena. El éxito de Truth Hurts puso a todos con los ojos y oídos en la cantante.

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