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Leda Sánchez: "En las ciencias no hay imprescindibles"

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La geóloga Leda Sánchez creó su especialización en terremotos.

La geóloga especializada en sismos debió abrirse paso entre el escepticismo y los prejuicios, hacer a un lado a su familia y robarle horas al sueño para afirmarse en sus logros.

Llegó a la geología por descarte. Cuando regresó con su familia del exilio mexicano, poco antes de 1985, era una adolescente con muchas inquietudes. Sus padres eran científicos y ella sentía una inclinación natural por las matemáticas, pero también hacía teatro, aunque pronto descubrió que padecía pánico escénico. Cuando se inscribió en la universidad no supo qué elegir, así que el primer año cursó en Matemáticas, Psicología, Geografía, Biología y Geología. Esta última disciplina terminó por conquistarla.

Leda Sánchez (49) es geóloga titulada en la Facultad de Ciencias y tiene además un doctorado en la Universidad de Buenos Aires en Ciencias Naturales y Exactas. En sus primeros tiempos en el ambiente académico dominaba el machismo, un freno que Leda pudo manejar con destreza para abrirse paso. Al poco tiempo de empezar a trabajar en la facultad, luego de licenciarse, fue designada como encargada de vehículos para los trabajos de campo. "Enseguida hubo hombres que saltaron diciendo que a quién se le ocurre poner una mujer al frente de los vehículos, no sabe ni lo que es una bujía", recuerda ahora.

Lo cierto es que Leda nunca tuvo problemas con meterse abajo en el motor de un auto o cambiar un neumático. En su lucha contra el machismo no hubo proclamas fuertes, pero sí mucho trabajo y silenciosa investigación. Hoy es referente en una materia inesperada para Uruguay: terremotos.

Dos experiencias la habían marcado para volver su atención sobre este fenómeno. La primera fue el devastador terremoto de México en 1985. Ella ya estaba afincada en Montevideo cuando ocurrió, pero todos sus amigos continuaban y continúan aún hoy viviendo allí. Unos 25 años más tarde el terremoto de Haití sumergió al país en una tragedia cuyos ecos se extienden hasta la actualidad. Durante su adolescencia Leda había tenido un novio haitiano, por lo que la catástrofe de aquel país tenía un doble peso afectivo para ella.

"Entonces dije ¿y qué pasa si hay un terremoto como el de 1888? Montevideo y el Sur del país van a ser una pequeña Haití, porque somos muy vulnerables, no tenemos cultura en sismos", cuenta Leda.

Y así empezó a moverse para levantar en el país el primer observatorio sísmico. El registro histórico había sido realizado por el ingeniero agrónomo y geofísico Alberto Benavides, un terremoto que alcanzó los 5,5 grados en la escala Richter y afectó la zona de Colonia del Sacramento en 1888. Hubo dos notaciones posteriores, que confirmaron la repetición de estos fenómenos en tierras que se creían libres de movimientos: en 1988 y 1990. Pero pronto fueron olivdados por la población.

"Y ahí me puse en campaña, hablé varias veces sobre temas de sismología y tectónica en la facultad. Cuando pasaban cosas en el mundo la que terminaba hablando del tema era yo, y dije ta, el Uruguay necesita por lo menos empezar a culturizarse sobre el tema, no hay sismicidad porque no se mide. Si hay algún evento raro le vamos a echar la culpa a alguien o algo, o lo vamos a politizar o vamos decir cosa de Mandinga, no importa", cuenta Leda.

Por entonces otro académico, el astrónomo Gonzalo Tancredi, comenzaba a moverse para instalar un observatorio en la zona de Aiguá (Maldonado). Se lo comentó a Leda y le pareció una buena idea aprovechar para instalar allí el que sería el primer observatorio sismológico del país.

"Estuvimos allí, empecé a estudiar el sitio sobre todo desde la parte de geomagnetismo, y la idea era reducir costos para empezar algo centralizado, porque la Universidad no es un lugar donde existan muchos recursos como para hacer inversiones en nada. Y sobre todo en áreas como la geología, que hemos sido siempre el último orejón del tarro. Hay menos recursos, tenemos menos visibilidad, es una carrera muy joven y el Uruguay no es un país minero", sostiene.

Casi todo en contra, pero finalmente Leda Sánchez y un reducido grupo de sus estudiantes de Geología consiguieron dar el primer paso. Desde entonces, su carrera fue avanzando un poco a ensayo y error. Cuando en 2016 ocurrió el temblor en el Cerro el evento tomó por sorpresa y malparada a Leda y su equipo.

La propia geóloga lo reconoce hoy, al tiempo que lamenta cómo se llegó a politizar el evento ocurrido en el Cerro en marzo del año pasado. Pero para el segundo evento de importancia, el registrado el 24 de noviembre pasado, ya estaban mejor preparados.

"Yo estaba acostada, jugando al Candy Crush, esperando que me viniera el sueño. Enrique (su esposo) se había ido con Andrés (su hijo mayor) al cine, Paula (su hija menor) estaba durmiendo. Y en eso me suena el celular, Noelia (Franco, encargada de prensa de la Facultad de Ciencias) y me dice: ¿Oíste lo del terremoto?. Y le digo, no, a esta hora me parece una joda. No, no, en serio, ¿no miraste las redes? No, qué voy a mirar", y así empezó el periplo que la mantendría casi dos días sin dormir. Luego seguirían varias jornadas más de insomnio.

"Era la primera vez que nos enfrentábamos a un evento sísmico en el cual estábamos tratando de determinar el epicentro, en ese momento nos había dado en Sauce porque teníamos dos estaciones que habíamos procesado", recuerda.

Al cabo de diez días lograron presentar un informe final donde se precisaba la geolocalización y la magnitud del evento.

Dilemas.

Para Leda Sánchez, igual que para muchas mujeres, por no decir la mayoría, los desafíos tienden a crecer a medida que pasa el tiempo.

Primero fue el "ecosistema" machista que enfrentó como joven estudiante desde que ingresó a la facultad. Y, poco después, los desafíos que suponen la formación de una familia.

Leda se casó con Enrique Latorres (52), quien se desempeña como jefe de sistemas del centro de estudios y que con el tiempo se ha convertido en pilar de las actuaciones del equipo de geólogos. Juntos tienen dos hijos: Andrés (16) y Paula (13), el primero ingresó a la Facultad de Ingeniería el año pasado, un chico de un alto coeficiente intelectual que logró superar todas las vallas e ingresar a una carrera que suele barrer con la mayoría de los aspirantes. Paula sigue el mismo camino y ahora cursa Secundaria.

No todo ha sido un camino de flores para Leda. Tal vez uno de los momentos más duros fue el que tuvo que sobrellevar en 2015 cuando ingresó a la Dirección Nacional de Minería y Geología (Dinamige), mientras continuaba con las clases en la facultad y sus trabajos de investigación académica.

"Los chicos sabían: mi mamá viene pero no está. Está físicamente en casa, pero no está. El trabajo en Dinamige no me resultaba gratificante y yo soy muy obsesiva, de hacer todo bien y todo rápido, entonces en muchas cosas también la embromás como corresponde y estaba perdiendo un espacio con mi familia", resume Leda.

Algo del tiempo perdido con su familia ha logrado recuperar ahora. Pero las jornadas siguen siendo agotadoras.

—¿Vos sentís ahora, después que pasaron todas estas cosas y ocupás un lugar bien definido, que sos más escuchada?

—Yo creo que sí. Es feo decirlo, pero esto nos vino como anillo al dedo, es feo decirlo porque detrás del anillo al dedo está la gente. Lo podemos decir porque no pasó nada, más allá de esos daños materiales no resultó trágico, pero lo cierto es que la gente que era más escéptica hoy es menos escéptica, la gente que era algo escéptica dejó de serlo, la gente que creía y confiaba en lo que nosotros decíamos sigue confiando y confirma. No es fácil, todos seguimos creyendo que el Uruguay es un lugar re-tranquilo, porque por suerte no es Chile, no es Venezuela, no es México, no es Japón, por suerte. Pero no quiere decir que no haya sismos, los hay y los habrá.

La geóloga está tranquila porque ha logrado formar un equipo, "sus chicos": Martín Rodríguez, Hernán Castro y Anahí Curbelo. Sobre ellos recaerá el legado de la incipiente sismología nacional. La consigna es clara: "En la ciencia no podés ser imprescindible".

SUS COSAS

Gourmet

La cocina es uno de los gustos de la geóloga, aunque solo cuando "tiene ganas". "Está mal decirlo, pero tengo buena mano", se jacta Leda. Así es que, cada semana, le gusta sorprender a su familia con algún plato sacado de la galera para que todos se chupen los dedos. Y la familia espera con ansiedad cada ocasión.

Cultivar

Su interés por la tierra va más allá de su carrera. En su casa en Carrasco tiene una pequeña huerta a la que dedica algunas horas, las que le dejan libres la facultad y los chicos que no son muchas. Allí tiene zapallitos, tomates, perejil, cilantro, orégano y algunas variedades más de especies y hortalizas. "Me encanta regar, es mi forma de distensión", confiesa.

Rock N Roll

Leda escucha mucho rock, sobre todo del más clásico. Las grandes bandas de los 70 como Led Zeppelin, Pink Floyd, también los Rolling Stones. Más acá, disfruta mucho a Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, pero sobre todo a Manu Chao, de la que se declara totalmente fanática. Ha ido a recitales de ambos.

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