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Joven, carismática y primera ministra de Islandia

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Katrin Jakobsdottir es la mujer más joven a acceder en ese cargo en su país.

NOMBRES

Katrin Jakobsdottir tiene el gran desafío de guiar a su país fuera de la crisis económica en la que estuvo inmerso.

Es de izquierda, ecologista, feminista, pacifista, experiodista y experta en novela negra. En Islandia es la dirigente política mejor valorada en los últimos dos años. Katrin Jakobsdottir fue investida como primera ministra de Islandia el año pasado, luego que dos escándalos sucesivos voltearan a sus antecesores en pocos meses.

Hasta hace no mucho el minúsculo y helado país ubicado entre el continente europeo y el Polo Norte era un completo misterio. Su clasificación al Mundial de Rusia 2018 lo puso en el candelero, un país de poco más de cien mil kilómetros cuadrados y 338.000 habitantes que dejó de ser colonia escandinava a principios del siglo XX.

Aunque Katrin Jakobsdottir es la segunda mujer que lidera el Ejecutivo islandés en su historia independiente, es la más joven en ejercer el alto cargo. Katrin es madre de tres hijos y durante mucho tiempo se dedicó a estudiar la novela negra y, en particular, a su autor internacionalmente más conocido, Arnaldur Idridason, por lo que sus ensayos sobre el llamado nordic noir son material de consulta para los expertos en el género.

El ejercicio de su gobierno ha estado plagado de desafíos. Para empezar por sus aliados, Jakibsdottir lidera el Movimiento de Izquierda Verde pero tras su elección se vio obligada a formar gobierno —Islandia es una república gobernada por un régimen parlamentario, la primera magistratura se elige a partir de la fracción mayoritaria— con los conservadores del Partido de la Independencia y los centristas del Partido Progresista.

De cuna.

Katrin nació el 1° de febrero de 1976 en Reikiavik, la capital islandesa. Tal como su apellido lo indica es hija de Jakob Armannsson, un prestigioso académico vinculado a la banca como experto en comercio exterior. Su madre fue la psicóloga Signy Thoroddsen que, además de Katrin, dio a luz otros tres hijos mayores que la actual primera ministra, ambos padres fallecieron. No es raro entonces que de ese ambiente académico la joven Katrin haya terminado inclinándose por la Filología islandesa, título con el que se graduó en 1999.

Además de escribir sobre el género policial, Katrin tuvo su pasaje por la música. En 1996 integró la banda Bang Gang, con la que llegó a grabar un video.

Luego de terminar sus estudios trabajó como periodista para la agencia de noticias RUV, entre otros medios locales. Al mismo tiempo comenzaba a militar activamente en política, fue así que terminó ocupando varios cargos en el Ayuntamiento de Reikiavik y de allí pasó al parlamento islandés (Alpingi), el más antiguo del mundo.

Entre 2009 y 2013 Katrin Jakobsdottir se desempeñó como ministra de Educación y Ciencias, luego como ministra de Cultura. Sin embargo donde se labraría su reputación sería en el cargo de ministra de Cooperación Nórdica, donde además de su reconocida buena gestión se mantuvo al margen de los escándalos de corrupción que han venido sacudiendo al país en los dos últimos gobiernos.

Islandia sufrió el mayor colapso financiero de su historia en 2008, cuando la crisis global golpeó a las primeras economías del mundo. La salida de la crisis fue timoneada por la primera mujer nombrada como jefa del Ejecutivo, Jóhanna Sigurdardottir, junto a quien Katrin ocupó los mencionados cargos ministeriales.

El país nórdico es un pionero en materia de igualdad de género, por lo que la elección de la joven intelectual y militante ecologista no sorprendió a nadie. De hecho, a partir de su elección como primera ministra Jakobsdottir está impulsando leyes aún más avanzadas en materia de igualdad, así como derechos para la comunidad LGTB y la aceptación de más refugiados, tema candente para toda la agenda europea. La Izquierda Verde que ella lidera promueve además una reforma de la Constitución que contemple la aportación de la sociedad civil a través de las redes sociales. Jakobsdottir es contraria, además, a la integración de la OTAN.

Katrin está casada con Gunnar Örn Sigvaldsason, profesor universitario de Ética, Política y Filosofía, con quien tiene tres hijos: Jakob, Illugi y Ármann Áki.

Desafíos.

Katrin Jakobsdottir tiene por delante una tarea compleja. Recuperar la confianza de la gente en los políticos es, tal vez, la más difícil en un panorama salpicado por escándalos de corrupción.

"El sistema político islandés ha tenido muchos vaivenes y los ciudadanos ya no confían en sus políticos", explica Jakobsdóttir en una entrevista que tiene lugar en su despacho de Reykjavik, publicada hace pocos días. "No los culpo pero necesitamos pensar cómo podemos volver a recuperar la confianza en la clase política", agrega la dirigente.

El líder del Partido de la Independencia, Bjarni Benediktsson —uno de los dos aliados en el gobierno de Jakobsdottir—, se ha visto envuelto en muchos escándalos. Es el anterior primer ministro pero estuvo menos de un año en el cargo ya que el gobierno se desmoronó cuando se supo que encubrió durante meses que su padre había escrito una carta en defensa de un conocido pederasta (condenado por abusos sexuales a su hija menor de edad). Benediktsson sucedía en el cargo a Sigmundur David Gunnlaugsson, que se vio obligado a dimitir cuando su nombre apareció en los Panamá Papers.

En la mencionada entrevista la primera ministra fue interrogada acerca de estos dos escándalos que han involucrado a personas cercanas a su gobierno. "Lo miré desde un punto de vista práctico, no moral. Pensé que teníamos que encararnos a una situación, cambiar el sistema y necesitábamos que todos participaran en esta renovación. No era la mejor opción decir no, no voy a trabajar contigo porque creo que tu comportamiento fue moralmente incorrecto", explicó.

Jakobsdottir cree que los "códigos éticos" se cumplen del mismo modo que las "leyes convencionales". "Se cumplen cuando todos aceptan que tienen que seguir unas normas de comportamiento. También tenemos que analizar si este código funciona, esto es lo que estamos haciendo ahora", opinó la mandataria.

Está convencida de que su país necesita de una "transformación profunda" para recuperar la confianza de sus ciudadanos. "Al hacerlo de esta manera, con partidos políticos muy distintos, tanto en lo relativo a su ideología política como en su mentalidad, trabajando unidos… es una apuesta. Creo que es una oportunidad para que nos reinventemos", apunta.

Pese a todos los avances que, comparativamente, Islandia posee en materia de igualdad de géneros, Jakobsdottir no está para nada satisfecha. "Islandia no es el paraíso de la igualdad de género", puntualiza. "Hemos dado pasos en la buena dirección, pero hay menos parlamentarias ahora que en la anterior legislatura. Todavía no podemos hablar de una igualdad de género perfecta", subrayó.

A pesar de todos los retos, se siente cautelosamente optimista respecto al futuro de la izquierda: "Creo que la política de este siglo va a girar alrededor del debate izquierda-derecha y se hablará del hecho de que el salario de muchas personas no les alcanza para vivir, los derechos humanos… cómo tratamos a la gente. La igualdad nunca ha sido más necesaria. No importa cómo lo hagamos posible".

Por si había alguna duda en cuanto a su forma de pensar, cuando fue designada primera ministra se le hizo notar que era la segunda mujer en ejercer el cargo. "Es muy raro que sea la segunda, debería ser la número 15, o algo así. Así que para rectificar esta injusticia tendría que haber 15 primeras ministras después de mí", comentó sonriente.

Borró brecha de salarios

Según el Foro Económico Mundial Islandia es el mejor país para las mujeres. Desde el primer día de 2018, este país ha elevado su objetivo hasta convertirse en el modelo a seguir en cuestiones de igualdad: se convirtió en el primero en prohibir por ley que los hombres puedan cobrar más que las mujeres en trabajos de la misma categoría. Esta ley entró en vigor el pasado 1° de enero y establece que la diferencia salarial por género es ilegal tanto en empresas privadas como en públicas de más de 25 trabajadores. Para ello, el gobierno someterá a auditorías a las compañías, estableciendo sanciones para las que incumplan la medida y exigiendo a todas un "certificado de igualdad salarial". Expertos en igualdad de género se han felicitado por la medida y esperan que la legislación islandesa anime otros países para abordar esta lacra. Subrayan, además, la necesidad de combatir la falta de políticas a favor de las mujeres a escala global. La primera ministra, Katrin Jakobsdottir, marca 2022 como fecha para acabar con la brecha salarial en un país en el que, pese a estar por encima de la media, sólo el 38% del parlamento está constituido por mujeres. Un informe publicado por el Foro Económico Mundial en noviembre de 2017 resalta que Islandia encabeza el ránking mundial en igualdad de género. Esta posición, según apunta el estudio, se alcanza gracias a una "acción colectiva y a la solidaridad de las defensoras de los derechos humanos, la voluntad política y herramientas como la legislación, un presupuesto de género y las cuotas".

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