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Isabel Allende regresa a corazón abierto

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"Si no hubiera sido por la dictadura nunca habría sido escritora", dice Isabel Allende.

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La notable escritora chilena publica unas memorias donde habla de las mujeres que tuvieron un papel clave en su vida literaria.

Un apellido emblemático y cargado de historia. Pero sobre ese nombre propio esta célebre escritora chilena ha edificado su propia historia. Lejos de haber llegado al tope de su carrera literaria, acaba de publicar un libro y, como en cada ocasión, es un éxito de lectores, que son legión en el mundo. Y en esta nueva obra habla de uno de los temas más vigentes y determinantes de la vida política y social de esta época: el feminismo.

Isabel Allende (78) suele ser adscripta al realismo mágico que definió la literatura del Nobel colombiano Gabriel García Márquez. Pero su obra, edificada principalmente en los géneros de novela y cuento, tiene una veta importante en un género que ha cultivado sobre todo en los últimos años: las memorias.

Su última obra transita, precisamente, ese camino. El libro Mujeres del alma mía es una suerte de lectura del feminismo a la medida de Isabel Allende. Allí la autora no solo defiende el papel de otras mujeres, tanto en su carrera como en la cultura en general, sino también ataca los mitos de la edad y defiende el derecho al amor de pareja en la edad adulta. De hecho, hace apenas un año se casó por tercera vez en su agitada vida.

De todas las penalidades que le tocó atravesar, la muerte de su hija Paula sea tal vez la que más la marcó. Sobre esa fuente de dolor la escritora también construyó su obra que hoy la coloca en un lugar indiscutido de las letras hispanoamericanas. Sobreviviente de ese duelo, hoy Allende sigue cultivando la imagen de mujer vital y enérgica.

“Hay una especie de prejuicio contra la vejez. Se parte de la base de que la gente mayor no tiene cabida en la sociedad porque ya no son productivos y eso, que tal vez era así hace unos años, ha dejado de serlo, porque la gente vive 30 años más que sus padres y esos años pueden ser contributivos a la sociedad con buena salud, como yo. Hay muchos que están en eso. La parte más tabú de todas es la del amor, porque solo con imaginar a dos viejos en la cama... Pero no tiene nada de malo, nada de raro. Se va aceptando cada vez más. Y yo espero contribuir a eso porque en mis últimas tres novelas las parejas son viejas, unas son de 60 y otras de 80. Y este libro defiende esta posición. Mi vida es un ejemplo de que se puede creer en el amor a cualquier edad”, dijo la autora en una reciente entrevista.

UN ÁRBOL CARGADO. Es el genealógico de Isabel Allende. Nació en Lima, Perú, pero es de nacionalidad chilena. Su familia tiene ascendencia hispano-portuguesa y desde hace años ya posee también la nacionalidad estadounidense. De hecho, desde 2004 es miembro de la Academia de las Artes y las Letras de Estados Unidos y reside en California también desde hace ya varias décadas.

Su padre era diplomático, lo cual explica el lugar de nacimiento, y era también primo hermano del malogrado presidente chileno Salvador Allende. Sin embargo, el matrimonio con Francisca Llona duró pocos años y, luego de divorciarse, la madre regresó a Chile con Isabel y sus otros dos hijos. Allí volvió a casarse más tarde con otro diplomático que llevó la vida de la familia primero por Bolivia y luego por Líbano, donde Isabel completó su educación.

Retornó a su país en 1959 y allí conoció al que sería su primer marido, Miguel Frías, con quien estuvo casada varios años y tuvo a sus dos hijos: Paula, fallecida en 1992, y Nicolás. Cuando tiene lugar el cruento golpe de Estado, el matrimonio debe huir del país y vivirá en el exilio durante toda la dictadura. Residirán en Venezuela hasta 1988, cuando regresan al país y, finalmente, el matrimonio se separa. Luego del divorcio, Isabel Allende conoce a quien sería su nuevo esposo, el también escritor William Gordon, con quien se casa y pasan a residir en San Francisco, Estados Unidos. En 2015, después de casi tres décadas de matrimonio, se divorcia de Gordon, aunque continúa viviendo en California.

Pero su carrera como escritora había comenzado mucho antes, mientras vivían en el exilio en Caracas e Isabel repartía su vida laboral ente el periódico El Nacional y la docencia. Escribe algunas piezas teatrales, cuentos infantiles y algunos artículos periodísticos que luego compendiará en un libro. Pero no es sino hasta 1982 cuando logra el reconocimiento de público y crítica con la obra que aún hoy continúa siendo la más conocida: La casa de los espíritus.

"Hay una especie de prejuicio contra la vejez".
"Hay una especie de prejuicio contra la vejez".

Según contó la autora más tarde, la novela nació, en realidad, como una carta que había comenzado a escribirle a su abuelo de 99 años cuando estaba llegando a sus últimos días. Aquella larga misiva de 1981 pronto se convirtió en la historia que más éxitos le permitió cosechar. La obra fue adaptada al cine en 1993 luego de haberse convertido en un best seller literario con más de 50 millones de ejemplares vendidos.

Pero a este éxito siguieron otros. Su segunda novela De amor y de sombra (1984) también vendió millones y también tuvo su versión cinematográfica.

Desde entonces su producción literaria ha estado sistemáticamente en la lista de los más vendidos. Eva Luna, Los cuentos de Eva Luna, El plan infinito, Paula, Hija de la fortuna, por citar algunas que han sido obras “devoradas” por legiones de lectores en el mundo. En contrapartida, la crítica ha vapuleado a Allende como una autora “menor” con un desmedido éxito comercial. Algo bastante común para los best sellers. No obstante, en 2010 su país le concedió el Premio Nacional de Literatura en reconocimiento a su trayectoria creativa.

Lo cierto es que su vida ha estado condicionada por las letras. De algún modo, ella es plenamente consciente de ello cuando repasa su vida.

“Sin el golpe militar en Chile yo posiblemente no sería escritora, me habría quedado en Chile y hubiera tenido una vida como periodista y muy feliz de serlo porque me encantaba el periodismo; pero no habría tenido la necesidad de escribir. La casa de los espíritus es un ejercicio de nostalgia, de tratar de recuperar en Venezuela el mundo que había perdido, la familia, mi país, todo lo que amaba. Todo eso lo intenté recuperar allí. Nunca pensé que la escritura iba a ser mi camino, en parte porque no había modelos para emular. El Boom era masculino, no había mujeres. Existían unas mujeres extranjeras solteras que se habían suicidado, o sea que el modelo no era fácil de seguir. Quizá sería escritora, pero diferente”, cuenta.

En sus nuevas memorias, recién publicadas, Allende le “ajusta” las cuentas a ese Boom masculino y trata de poner en su lugar a las mujeres que lo hicieron, como la recordada agente Carmen Ballcels que también la representó a ella durante años y la llevó a convertirse en la escritora chilena más conocida de los últimos años, sin mucha discusión.

En su último libro Allende vuelve a las memorias.
En su último libro Allende vuelve a las memorias.

En sus propias palabras

“Yo soy muy vanidosa, mucho. Me arreglo para mí. Hago muchas cosas para mí y arreglarme es una de ellas. Me levanto muy temprano y no salgo a caminar a los perros si no estoy vestida decentemente y con maquillaje. Estoy encerrada en casa, en una buhardilla, todo el día ahora con la pandemia, y estoy igual, todo maquillada. No lo ve ni lo aprecia nadie, solo yo, porque a mi marido le da igual, yo podría andar en pijama”. A propósito de la agente literaria Carmen Ballcels dice: “Era una madraza. Representó a la mayor parte de los escritores del Boom, en cierta forma ella es la madre del Boom también, porque consiguió convertir esto en un movimiento y en el caso mío yo no estaría conversando contigo hoy si no fuera por ella. Porque nadie quería leer La casa de los espíritus (su primera novela). Ella no solamente lo leyó sino que me llamó a Venezuela y me dijo: 'Yo voy a conseguir que te publiquen este libro, pero te digo que cualquier persona puede escribir un buen primer libro. El escritor se prueba en el segundo y en los siguientes. Así que no dejes tu trabajo hasta que me pruebes que puedes escribir'. Me ayudó siempre. Y me decía: 'Yo no soy tu amiga, soy tu agente y tú eres mi cliente'. Pero fue mucho más que una amiga. Era sentimental, llorona, generosa hasta la exageración”.

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