Publicidad

Invitados a la casa del chef

Compartir esta noticia
Reciben de 10 a 30 personas personas, todas invitadas de antemano. No hay recambio

La movida independiente de los llamados “restaurantes a puertas cerradas” hace furor en la vecina orilla y concentra comensales que buscan nuevas experiencias.

Si algo no le falta a Buenos Aires son restaurantes y bares. Su oferta gastronómica es abundante, variada y apta para uno de los públicos más acostumbrados y exigentes en lo que refiere a eso de "salir a comer afuera": los propios porteños. Sin embargo, o por eso mismo, siempre hay espacio para innovar en la experiencia culinaria.

La última tendencia en esta área tiene nombre: restaurantes "a puertas cerradas". Salir en su busca es una aventura. La fachada no dice mucho, el timbre suena, ¿será acá? Lo único que se conoce de antemano es el menú. Una vez que se abre la puerta, la casa tiene una hermosa escalera de madera y salones amplios en donde esperan las mesas con una cubertería vintage, se oye música suave, los presentes charlan de forma amena y la comida en pasos comienza su danza.

Durante la velada el o la chef saldrá de su métier para explicar a los comensales el origen de lo que están degustando y sus ingredientes.

De clientes a invitados.

Manuel González empezó como comensal y terminó sumando su hermosa casona familiar en el barrio porteño de Almagro a la movida de los restaurantes a puertas cerradas, pero aclara que los grandes espacios no son precisamente un must.

"Un día me llama un amigo y me cuenta que estaba haciendo un puertas cerradas en la casa. Yo no sabía ni lo que era, pero fui para apoyar su emprendimiento y me sorprendí porque me encontré que en su departamento de dos ambientes había hecho un restaurante. La comida era profesional, bien hecha, bien servida, pero el ambiente era mucho más relajado porque era su casa. Era un ambiente familiar, no porque hubiera familias sino porque aunque no te conocieras la dinámica generaba que te sintieras entre conocidos", cuenta.

Más gráfico, agrega que la experiencia es "como salir a comer, pero en casa". Todo está teñido por esa circunstancia, nada menor. "Te sirven como en un restaurante pero no dejas de estar en una casa: vas al baño y el baño es el de una casa. En lo de mi amigo la pasé tan bien y vi que no era tan difícil utilizar mi propia casa en esos términos, porque no necesitaba remodelar todo el espacio y no tenía que invertir, sino sólo ambientarla bien con lo que tuviese y buscarme un buen cocinero", relata Manuel.

En cuanto a las propuestas gastronómicas en el mercado de los "puertas cerradas" hay de todo y para todos los gustos: cocina de autor, étnica, regional, casera, naturista. Eso sí: no hay carta. El único menú disponible se comunica previamente en la organización del evento.

La idea es que el comensal va a comer a lo del chef, se convierte en su invitado, va a compartir su cocina. En eso, las redes sociales cumplen un rol fundamental como parte de la convocatoria, que incluye amigos de los organizadores, turistas que quieren conocer la cotidianeidad argentina o simplemente personas que buscan nuevas experiencias y compartir momentos agradables con otra gente. De hecho, existe una aplicación para el celular llamada Cookapp en la que muchos chefs y hasta cocineros amateurs de la capital argentina invitan a comer a sus casas.

En cuanto a las posibilidades de socialización, también hay propuestas variadas. En algunos casos, se comparte una gran mesa con completos desconocidos. Otros son para los que prefieren la independencia y concurren en pareja o con un grupo de amigos.

"Hay un grupo de gente a la que les gustan estas cosas y que llegan a través de la aplicación, pero después son siempre conocidos, los amigos, los amigos de los amigos, conocidos que se enteran de lo que estás haciendo y les gustaría probar la experiencia y se copan. A veces vienen un poco desconfiados pero cuando se van el resultado siempre es bueno. Y al turista en Buenos Aires, si sabes dónde buscarlo, se prende mucho, porque esto es algo que se está haciendo en todas las grandes ciudades del mundo", explican los anfitriones.

Relax y aventura culinaria.

Dependiendo de la residencia el concurrente podrá encontrarse con ambientes amenos de entre 10 y hasta un máximo de 30 cubiertos. La intimidad reside en que no hay recambio: la gente que participa es la misma de inicio a fin.

En general se desarrolla en los barrios céntricos o que concentran la mayor parte de la vida cultural, como Palermo, Belgrano, Almagro, Villa Crespo y San Telmo.

El boca a boca 2.0 genera una red de nodos por la que los intereses de los comensales confluirán al menos en lo que refiere al menú. La propuesta culinaria es conocida de antemano y en general se trata de una cena de entre tres y cinco pasos que depende enteramente de la creatividad del chef y, en algunos restaurantes, la comida admite variaciones ajustadas para quienes tengan alguna dieta en particular, como son las personas vegetarianas, celíacas o diabéticas, siempre que se avise con anticipación.

Del tipo de preparaciones, las bebidas que incluya, la cantidad de pasos y de comensales dependerá el precio del servicio, que en general incluye el agua mineral y el café y en algunas ocasiones también una copa de vino.

Asimismo para los exigentes que quieren sentirse totalmente como en su casa, existe hasta la posibilidad de llevar el vino o bebida espirituosa propia.

En promedio, el precio oscila entre los 200 y 300 pesos argentinos (entre 450 y 650 uruguayos) por persona, con todos los pasos incluidos. Los más "premium" pueden alcanzar los 500 argentinos (1.100 pesos uruguayos), pero son los menos.

"No es caro en comparación con ir a comer afuera. Por ahí, por lo que comés un plato y un postrecito en un restaurant, acá haces una comida completa con plato, entrada, postre y, a veces, hasta vino incluido. Se trata de una experiencia para pasar una linda noche, porque la gente tiene unas dos o tres horas entre que llega, se sienta, come. La bebida en general se cobra aparte, lo que se estila mucho es que compres el vino que sugiere el chef que marida con la comida o que vos lleves tu propio vino porque hay gente que toma determinadas cosas específicas y se quiere sentir bien, como en su casa", explica González quien además de La Cuoca en la Casita 340, el restó a puertas cerradas que lleva adelante con su socia, la chef Verónica Ruzzante, abre su casa para que otros cocineros hagan sus convites.

"En un a puertas cerradas no sabés quién viene, es muy diferente a un local. En mi local sí pienso totalmente en el perfil del cliente, porque hice un relevamiento en la zona. Pero trabajar en un puertas cerradas es un concepto diferente que me encanta y es una aventura: imaginás, costeás, convocás y confiás. El menú lo genero a partir de mi estilo —que sean productos frescos, que están en época— y del espacio físico y los elementos que tengo para trabajar en el lugar", explica Ruzzante, quien es chef desde hace 15 años. En la actualidad posee un local de comida casera e integral en el microcentro porteño y durante su experiencia profesional trabajó en el País Vasco y en Palma de Mallorca.

Pero no hace falta haber estudiado cocina para tener éxito esta área. Por ejemplo, Rodrigo Schieda se define como un "cocinero autodidacta" que se inició en esto "para cortar un poco" con su rutina laboral y con los espacios que compartían sus amigos. Actualmente el concepto de Scheida, su restó a puertas cerradas, es "viajar comiendo". Él lo resume así: "La movida está presente en Buenos Aires desde hace unos cinco años y vive un boom hace dos. Convoca todo tipo de gente, desde la clase media a la que le gusta experimentar otros espacios más privados, hasta aquellos que buscan divertirse y conocer gente con la comida como tópico principal".

Una novedad en la noche porteña

Los servicios de restó en casas particulares son la tendencia del momento en lo que a gastronomía se refiere. Buenos Aires, plena de lugares para salir a comer, está adoptando la costumbre, que se comparte por el boca a boca y, en particular, por las redes sociales. Los "a puertas cerradas" son parte de un circuito culinario off que hace escapar a los tradicionales restaurantes y bares.

De cliente a visita

La premisa general de los restaurantes "a puertas cerradas" es que el comensal dejar de ser cliente para convertirse en invitado. Por eso es que puede llevar su propio vino, por ejemplo. La invitación llega solo por conocidos o porque la persona está en busca de esa experiencia. Para los cocineros, en tanto, es una forma de cortar con la rigidez del trabajo en un restaurante. Es algo relajado tanto para los comensales como para los chef. El pago se realiza únicamente en efectivo.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Reciben de 10 a 30 personas personas, todas invitadas de antemano. No hay recambio

TENDENCIASVictoria Molnar - Buenos Aires

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad