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Tener una huerta en el patio: ¿cómo se hace y qué se necesita?

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Huertas en casa

TENDENCIAS

En los últimos años hay una tendencia a la comida saludable y más conciencia respecto a la alimentación. Poder cosechar y cocinar los alimentos en casa es parte del proceso. 

"Una huerta en casa es el comienzo de una relación de reconexión con los alimentos de verdad”, dice Diego Ruete, cocinero y educador. “Siempre recomendamos ceder una parte de ese jardín donde mes a mes cortamos el pasto, para comenzar un canterito para hierbas. Será el comienzo, la puerta de entrada a ‘drogas más duras’ como el tomate y la berenjena”.

En los últimos años ha habido una tendencia a la alimentación saludable, aunque todavía falta. Tener una huerta en casa es parte de este proceso de mayor conciencia respecto a los alimentos y el cuidado del medio ambiente.

“Creo que tiene mucho que ver lo que es la comunicación en redes hoy en día: te llegan muchas más recetas o información que antes, si no ibas a buscarla específicamente, no la encontrabas. Además, hay una moda de compartir lo que se come”, sostiene Fiorella Mazuco, al frente de Camino Verde. El proyecto surgió en 2012 con la “necesidad de generar una conciencia del consumo responsable, relacionado a mejorar los hábitos de las personas en pro del medio ambiente”. Para eso, agrega, se generan ferias en distintos puntos de Montevideo que promueven su filosofía y acercan a diferentes productores y a las personas que los quieran conocer.

Tener una huerta propia no es solamente cultivar un alimento más puro y saludable, sino también reconectarse con la naturaleza. “Me parece de suma importancia que los seres humanos se vuelvan a conectar con la naturaleza y vuelvan a empatizar como para poder cuidarla. En definitiva es nuestro planeta, y si lo destruimos está claro que no vamos a poder vivir más en él”, afirma.

“Es maravilloso plantar un plantín y ver cómo va creciendo y creciendo. Lo vas cuidando y sacando las pestes y, de repente, aparece la flor. Después llega el fruto y lo podés comer. Es increíble el vínculo que se genera”, dice Fiorella sobre la huerta que tiene en su casa en Maldonado.

Diego, por su parte, cree que especialmente los padres más jóvenes tienen una mayor conciencia de la alimentación de sus hijos y que hay una tendencia a informarse a través de redes con nutricionistas. Pero añade que hay que evitar “el horror de coachs nutricionales y modas sin sustento ni rigor científico”.

Por eso él, que piensa que hay que educar desde la niñez, se dedica a la “educocina”: “Es el proceso que llevamos adelante con niños y adultos, reconociendo vegetales, su estacionalidad, sus usos y posibilidades, descubrir el mágico mundo de la huerta y la cocina, trascendentes en un mundo de velocidad y dobles clicks. ¡Manos en la masa y pies en la tierra!”.

Para Pedro Young, ingeniero agrónomo que es parte del proyecto Huerta En Casa, hay una experiencia más allá de la tierra y las plantas en la huerta casera: no se trata solo de “lo obvio de cosechar un producto y consumirlo en tu propia casa; de que tenga un sabor y aroma impresionantes y esté libre de cualquier contaminante porque es orgánico. También hay, de una manera más sutil y paralela, otros beneficios. Como el contacto con la naturaleza y el cultivo de la paciencia. Es hasta terapéutico”.

Huerta En Casa surgió como una iniciativa propia de Pedro, Horacio García y Martín Fossemale, que tenían sus propias huertas y querían compartir la experiencia con otros. “Creemos que nuestros clientes sienten los mismos beneficios que nosotros. Al trabajar la huerta hay un trabajo en equipo, se involucra a toda la familia, se trabaja mucho con la prueba y el error, con la prueba y el acierto, y además en la huerta no es todo color de rosa: vos podés estar cuidando una planta y de repente viene un caracol, hormigas o una lluvia muy fuerte y perdés casi todo el cultivo. En esa sensación de derrota y de fracaso también hay mucho aprendizaje y crecimiento”, dice Pedro.

En el patio y en el balcón

Alimentos de la huerta
Alimentos de la huerta. Foto: Shutterstock

No hace falta tener un gran patio con mucho espacio verde para poder tener una huerta propia. Incluso alcanza con tener un balcón o una ventana por donde llegue la irradiación del sol de forma directa.

Es un mito que necesitás tener mucho espacio para tener una huerta. Con un metro cuadrado ya alcanza. Incluso hemos hecho huertas en espacios muy reducidos,”, dice Pedro. “Yo en mi apartamento tengo un balconcito y ahí tengo mi propia huerta con todas las hierbas y algunas hortalizas de hojas. Incluso hay gente que planta en macetas, así que el no tener espacio es solo una excusa”.

Lo que sí puede llegar a ser una limitante es el hecho de tener un espacio al aire libre. “Obviamente que como cosechamos las plantas de huerta, queremos que alcancen un alto rendimiento, intentamos que tengan no solo las condiciones adecuadas de agua y de tierra sino también de energía solar directa”, explica Pedro. A nivel urbano, cree, “hay un desafío porque hay edificios, paredes, árboles altos... Hay lugares en los que el sol, especialmente en invierno, puede ser bastante escaso. De todas maneras, en estos casos se asume que en algún momento del año capaz que la producción baja un poquito. Procuramos llegar a julio y agosto con plantas lo más grandes posible para que tengan un buen pasar, y después cuando la primavera vuelve, empieza a explotar de nuevo la huerta”. Para ellos, el mínimo aceptable de energía solar por día tiene que ser entre dos y tres horas.

Huerta En Casa, que ahora tiene un equipo de siete personas, ayuda en todo el proceso: desde el diseño, el armado, el cultivo y el mantenimiento. “Lo que ofrecemos es facilitarle todo a la persona que quiere tener una huerta orgánica en su casa. Vamos al lugar, vemos las características, qué es lo que pide el lugar y hacemos una propuesta a medida, traemos todos los materiales, la estructura, la tierra preparada, los carteles, les damos un manual básico y le hacemos un seguimiento para corroborar que esté todo bien. Además le damos un minitaller para enseñarles cómo es el cuidado y la cosecha”, explica Pedro.

Si bien pueden hacer diseños conforme las características de cada lugar, manejan algunos modelos estándar: las huertas elevadas, “que consisten en una mesa de cultivo de diferentes tamaños”. El segundo modelo es la huerta de piso, que permite contar con un área más grande y la forma puede variar según el diseño que pida el lugar. “En estas se puede plantar más cultivos y tener más variedad”. El tercero son las huertas escalonadas, que ayudan a aprovechar el espacio vertical, sobre todo si el lugar es muy angosto.

Sea cuál sea la forma, el diseño y el lugar, tener una huerta en casa es, en definitiva, conectarse con lo esencial, con lo primitivo, con la vida.

Para aprender
Proyecto Huerta en Casa

Huerta En Casa es un proyecto que surgió en 2014 y consiste en el armado y mantenimiento de huertas a domicilio. Actualmente tiene un equipo de siete personas entre ingenieros agrónomos y estudiantes, diseñadores y administradores.
Pero además dan cursos y talleres para adultos con o sin experiencia en huerta, en centros educativos y otras instituciones. También tienen diferentes jornadas de corta duración orientadas a clubes y empresas.
Toda la información en www.huertaencasa.com.uy

Conectar con la naturaleza
Camino Verde

Camino Verde surgió como una inquietud de Fiorella Mazuco en 2012 para mejorar “los hábitos de las personas en pro del medio ambiente”.
El objetivo del proyecto es “vincular a productores, consumidores, distribuidores, comercios, educadores e instituciones de manera sencilla, accesible y práctica, brindando un espacio virtual único donde convergen todos los interesados en la filosofía ecologista, generando así una manera más fácil y efectiva de intercambio y acción”. Su página web es www.caminoverde.com.uy

Libro educocina

Cómo educar desde la cocina

“Los adultos transmitimos mucho más de lo que decimos, por esto necesitamos asumir el rol que cumplimos en la educación alimentaria en la infancia”, dice la presentación del libro Educocina, la transformación educativa empieza en la cocina (Grijalbo), de Diego Ruete y Jimena Folle que presentaron sus autores el pasado 23 de mayo. “Necesitamos adultos que se detengan, que lean las etiquetas, que sean críticos a la hora de comprar alimentos, que se interesen más por el contenido que por el envoltorio, que se animen a cocinar más”.
Así, Ruete pone en el libro toda su experiencia como cocinero y educador de niños para compartir estrategias que ayudarán en el camino hacia la alimentación como forma de compartir el amor.
Además, el libro tiene el aporte de Folle y de diversos especialistas de diferentes áreas como nutricionistas.

Diego Ruete
Educocina, de Diego Ruete y Jimena Folle. Foto: Difusión.

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