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Hollywood, su desafío y destino

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Viene de una familia de modelos que tuvo en ella mucha influencia.

La chilena Lorenza Izzo se fue a vivir a EE.UU. y pensó que había fracasado. Pero volvió, triunfó y hoy está entre las 10 latinas más influyentes.

Justo en el epicentro de Beverly Hills, en Los Ángeles, California, las enormes palmeras que dan la bienvenida al hotel Four Seasons disfrutan de los rayos de sol. Adentro, en la sala de conferencias, hay desplegada una mesa con un mantel blanco. Arriba de él hay algunos micrófonos y en la sala, varios periodistas toman nota de la conferencia de prensa de la película Lado oscuro del deseo. En la mesa están los nombres de los protagonistas: Ana de Armas, Keanu Reeves, Eli Roth (director de la cinta) y, a su lado, la otra protagonista.

—¿Cómo fue tu experiencia durante las grabaciones?, le pregunta, en inglés, uno de los periodistas.

Las cámaras apuntan a una chica de 26 años, de ojos verdes, que usa una blusa blanca, que tiene su pelo largo, castaño y ondulado recogido en un medio moño. Lorenza Izzo, con naturalidad, se acerca al micrófono y contesta: "Fue un placer filmarla. Pero la película entera no hubiese sido posible sin este actor tan espectacular", dice, en un perfecto inglés, mirando a Keanu Reeves.

Mientras los flashes le iluminan el rostro, ella pareciera haber nacido en el vertiginoso mundo de Hollywood. Pero no. Es una actriz que hace tan solo tres años llegó a Los Ángeles para cumplir su sueño profesional. Y lo está consiguiendo. Lorenza Izzo (26) vive en Hollywood. Lorenza Izzo hizo una película con Keanu Reeves. Lorenza Izzo fue elegida como una de las 10 latinas con más proyección por Variety. Cinco años atrás la historia era radicalmente distinta. Puede resumirse así.

Suena el celular de Lorenza, en su casa de Santiago de Chile. Es Miguel Ascencio, el productor de la película Qué pena tu boda, la secuela de Qué pena tu vida para invitarla a participar a un casting para la nueva obra del cineasta chileno Nicolás López. La actriz no lo piensa dos veces, el "sí" es instantáneo. Un par de días más tarde está en la casa de Ascencio. Está nerviosa porque frente a ella está el productor de la película, el director y uno de los protagonistas: Ariel Levy. "Recuerdo que hicimos una escena y me sentí pésimo. Hice el ridículo y cuando salí de la casa no podía creer lo que había pasado. No podía creer que alguien me estaba tomando en serio como actriz y yo no sabía ni modular", recuerda. Una semana después le anuncian: "Quedaste". Aunque la historia de Lorenza había comenzado mucho antes.

De familia.

Nació en 1989 en una familia de reconocidas mujeres. El apellido Parsons era una marca registrada en el mundo del modelaje chileno, ambiente al que pertenecían tanto Rosita Parsons, su madre, y Carolina Parsons, su tía.

Corría 1995 cuando su madre realizaba un desfile en Iquique. Lorenza esperaba tras bambalinas. Con una pollera de gamuza roja y una camisa amarilla con negro, la niña de casi seis años quería que el show terminara, cuando apareció su madre y le dijo: "Vamos a caminar la última vuelta juntas".

La pasarela, las luces y las fotos la marcaron. "Ahí sentí la atención del mundo y fue como Ohhhh. Mi cerebro dijo: Esto es lo que me gusta. No sé si era la pasarela, pero me gustaba que estuviera toda la atención en mí".

Por el trabajo de su madre y distintas circunstancias, la infancia de Lorenza transcurrió durante 10 años entre distintas casas y mucho movimiento. Aunque siempre la "manada de elefantes" de los Parsons, como la hoy actriz recuerda, era unida. Hermanas, primas e hijas vivían juntas, viajaban juntas. En ese ambiente, Lorenza consideraba su familia nuclear como ella y su madre, nadie más.

—¿Y tu papá?

—Mis papás se separaron cuando yo tenía dos años, así que fuimos por mucho tiempo mi mamá y yo. Ese era mi mundo. Mi papá siempre estuvo presente, pero con mi mamá es una conexión distinta. Si ella iba a un casting, yo iba.

A pesar de que se crió con muchos primos y con sus hermanos por el lado paterno, hasta los 10 años el mundo de Lorenza eran su familia y sus amigos imaginarios. Tenía un baúl con ropa antigua de su mamá, disfraces de Disney, polleras largas como de gitana. Todas eran usadas a modo de disfraces con los que Lorenza representaba distintos personajes frente a las obras que les presentaba a su familia.

"En el Santiago College, su colegio, era lo mismo", cuenta su madre. Participó en todas las obras que hicieron. Le encantaba actuar. Cuando tenía 12 nació su hermana Clara. Y al año siguiente le avisaron que la familia completa se iba a Estados Unidos. "Cada vez que en mi vida algo se estaba asentando y cimentándose, justo cuando había pilares, ¡paff! Había que empezar todo de nuevo".

—¿Te costó considerarte linda?

—Para mí fue un viaje, nunca fue fácil. No fue fácil aceptarme y quererme. Me costó mucho considerarme linda porque me comparaba con mi familia. Fue difícil.

Lorenza probó el duro mundo estadounidense en 2007, cuando se fue a vivir por seis meses a Nueva York para estudiar un curso de actuación en la Academia de Lee Strasberg. Se asustó y apenas terminó decidió volver a Chile. "Echaba mucho de menos. Pensaba: ¿Cómo se me ocurre venirme a Estados Unidos?, ¿qué estoy pensando?, ¿que me va a ir bien como una de esas actrices?". Sentía que su gran oportunidad se le había pasado. Así que volvió a Chile, comenzó a estudiar periodismo pero al poco tiempo todo volvió a cambiar. La llamaron para participar como actriz en un proyecto universitario. Fue su primer papel en el cine y la actuación la había dejado con ganas de más.

En 2010, conoció a Nicolás López y el mundo se le vino encima, pero para bien. Filmó Qué pena tu boda, luego Aftershock, e incluso conoció a Eli Roth: actor, director de cine y hoy su marido, con quien vive en Los Ángeles desde 2012. Allá participó en la serie de Netflix Hemlock Grove, protagonizó la comedia romántica Sex-Ed, el thriller The Green Inferno, estuvo en The Stranger y protagonizó Lado oscuro del deseo. En cinco años pasó de no saber si la actuación era el camino a tener un nombre en Hollywood.

Salto al vacío.

La alarma de Lorenza suena a las siete de la mañana y desde ese momento su día no para. Desayuna, va al gimnasio, a veces visita a la nutricionista. Se lee tres guiones, los estudia, los memoriza, los ensaya. Prepara un personaje, busca información de cada uno en Internet, llama a alguien que tenga el acento que necesita ese papel.

"Tienes la presión encima de que tu marido es famoso, así que tienes que ser buena, pero buena de verdad —explica—. Pero muchas veces todo lo que hiciste, lo que te preparaste, lo que estudiaste, se va a la punta del cerro porque te come la vergüenza", dice. "Los contactos pueden ayudar, el talento puede ayudar, pero no te garantizan nada. El que diga que esto es fácil es mentira", dice.

—¿Te sientes exitosa?

—En parte sí. Porque yo no estoy buscando el éxito en un cartel gigante en Hollywood o en la alfombra roja. Para mí el éxito personal es hacer una película con mis héroes. El haber trabajado con Keanu Reeves, por ejemplo, es un éxito. Yo busco trabajar con Meryl Streep, con Christian Bale, con Emily Blunt. Con directores como Michael Bay, Woody Allen, Almodóvar. Eso para mí es el éxito. A medida que he crecido, he ido bajando las revoluciones. Pero si no hubiere sido atrevida, nada de esto hubiese resultado. Si hay una oportunidad, la tengo que tomar. No existe otra posibilidad en mi cabeza. Roth agrega: "Probablemente eso es lo mejor de Lorenza: no le tiene miedo a nada. Ella ya no ve puertas que se cierran, ya no le importa lo difícil que sea llegar a la cima. ¡Parece haber tenido diez vidas por lo madura que es!". EL MERCURIO/GDA

"A ella no le gusta fallar".

El centro de eventos Avalon en Los Ángeles está adornado de gala. Por la alfombra roja desfilan quienes fueron elegidos por la revista Variety como los 10 latinos con mayor proyección. Sonriente, usando un vestido naranja con negro, viene Lorenza Izzo. Se para enfrente de los camarógrafos y posa orgullosa. Más atrás viene Eva Longoria.

"Chicas como tú son un ejemplo para las nuevas generaciones", le dice a la chilena. Luego la abraza.

"Ahora puedo entrar a audiciones que antes jamás hubiese podido acceder, estoy conociendo a directores, estoy en el radar de personas que antes no estaba. Pero el éxito no es en la cartelera, aunque obviamente es súper emocionante", dice.

Pero no todo en la vida de Lorenza es trabajo. De día se le puede ver paseando por West Hollywood con alguna de las amigas que ha hecho, como la actriz Lily Collins, hija de Phil. El domingo es el momento de la semana que tiene para relajarse: va al mercado junto a Eli Roth, su marido, y allá puede dejar el inglés de lado y hablar en español con los comerciantes que, en su mayoría, son mexicanos. Luego van a casa juntos, Lorenza prepara almuerzo y hacia el final del día vuelve a la rutina: leer guiones, estudiar para audiciones, preparar reuniones. "Ella es, sin duda, una fuente inagotable de energía, no importa dónde esté o qué esté haciendo. No le gusta fallar y es muy dura consigo misma. Su debilidad, a veces, es que va muy rápido, como un caballo de carreras y por eso a veces se equivoca. Pero es porque le gusta hacer las cosas bien", dice Roth.

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Viene de una familia de modelos que tuvo en ella mucha influencia.

Nombres El Mercurio/GDA

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