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La historia detrás de Paris Hilton: cansada de ser

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Paris Hilton. Foto: AFP

NOMBRES

Dicen que fue la primera influencer. Para construir su nombre y una marca mostró su vida hasta el cansancio. Hoy, a los 40, busca relajarse.

Paris Hilton tiene 17 años. Es una niña al borde de crecer, pero tiene miedo. Intentó escaparse de unaescuela reformatoria a la que sus padres la mandaron, pero los funcionarios la atraparon y ahora tiene miedo, más miedo. Está desnuda, encerrada y sola en una habitación destinada para las chicas más problemáticas de la escuela. Percibe cómo el frío y el hambre se apoderan de su cuerpo, pero se abraza con fuerza a sus rodillas para mantener el calor y a sus sueños para mantener la cordura.

El video íntimo que su novio de la adolescencia filtra poco tiempo después y las risas imparables que aparecen en la tele, el teléfono, reuniones, la hacen aferrarse más fuerte a su válvula de escape: nunca más dejará que nadie vuelva a robarle el control de su vida.

Paris hará de su nombre una marca propia tan inmensa y millonaria que nadie podrá frenarla. Incluso si para eso ella misma debe exponerse. Así lo hizo en el reality The Simple Life que protagonizó entre 2003 y 2007 junto a Nicole Richie.¿El producto constante? Ella, siempre dulce, sonriente, alegre, de voz suave y trato armonioso.

“Yo no quería ser estrella de reality, quería controlar mi imagen”, dirá luego en el documental La verdadera historia de Paris Hilton (2020).

La revuelta de la "primera influencer"

“Mi mamá quería que fuera una Hilton, yo quería ser Paris”, dice en el documental. La bisnieta de uno de los empresarios hoteleros más importantes no quería saber nada sobre apariencias adoctrinadas y elegantes. Y, sin embargo, terminó por autosometerse a la máscara de barbie de Malibú sonriente, dulce, fiestera, feliz. Un ícono perfecto para las juventudes liberales y consumistas de los años 2000.

En esa época, por un retrato suyo los paparazzi llegaban a cobrar entre US$ 50 mil y US$ 1 millón. Para lograrlo, intercambiaban palabras de odio, puñetazos y labios partidos con tal de alcanzar el punto más cercano al ave de caza de oro. “Fue la primera figura en tener un paparazzi a cada paso”, recuerda Kim Kardashian. Para la prensa rosa, fue la primera influencer: famosa simplemente por ser famosa. De ella no importaba nada más que su vida común y corriente. Una que en apariencia estaba llena de lujo y diversión.

Fue como si Paris Hilton hubiese entregado un modo de ser al mundo a cambio de libertad. Ella sería tan frívola y alegre como la televisión y las revistas de la época necesitaban y, a cambio, lograría el poder y el dinero para que, detrás de las cámaras, nadie volviera a controlar su vida. No solo eso, porque por entonces, confiesa Paris, creía que toda esa atención significaba algo que anhelaba tanto como ser libre: el cariño.

“Soy un símbolo de felicidad, paz y glamour”, decía en una conferencia de prensa de 2008 en España. Sobre esa premisa, desde los 18 años, ha construido su imperio: canciones, películas, reality shows, accesorios, perfumes, juguetes, productos de belleza y un sinfín de cosas más que valen lo que valen y se consumen como se consumen porque llevan su sello.

Detrás de Paris, hay millones de fanáticas y fanáticos que se hacen llamar “Little Hiltons” (Pequeños Hiltons). En ellos, afirma la celebridad en el documental de Netflix de 2018, The American Meme, siente que hay un cariño genuino. Por eso busca devolverles la atención que le dan. Por ejemplo, en el reality de MTV Paris Hilton My New BFF. Era una especie de Gran Hermano, solo que el ganador obtenía el título de mejor amigo de la celebridad. Lo que ha sucedido con todo eso fue que por agradar, Paris siente que vive atrapada en un personaje.

“Todos dicen que fui la influencer original, pero a veces siento que ayudé a crear un monstruo”. También sucedieron las fiestas descontroladas, las detenciones por conducir bajo efectos del alcohol, las drogas y un sin fin de momentos que se convirtieron en carne de cañón para el entretenimiento mediático.

Ahora elige crecer

De niña Paris jugaba al golf, se disfrazaba con la ropa de su padre, hacía álbumes de recortes y quería ser veterinaria. Tuvo por mascotas a un mono y a una serpiente y quería salvar a todo perro, gato y pájaro que veía. “Me gustan más los animales que las personas”, dice ahora, y en el patio de su casa construyó una mansión personalizada color rosa para tus perros miniatura.

Sin embargo, los demás tenían un plan para ella: socialité según su madre, la nueva Marilyn Monroe según su abuela materna. Finalmente, combinó expectativas ajenas y se propuso lograr una fortuna propia de los mil millones de dólares. Para eso tiene su imperio por un lado, la carrera de DJ por el otro. Se la ha visto pinchando discos desde Ibiza a Tomorrowland.

paris hilton
Actualidad. En febrero de 2021, la mediática anunció su compromiso con Carter Reum, un empresario con quien sale desde hace un año. Foto: parishilton.com

Marca y mansión de por medio,prometida con su novio Carter Reum y superado (o enfrentado) el trauma de su adolescencia en el Provo Canyon School (ver recuadro), hay algo que no cambia. Paris es como una niña eterna: lentes de corazón, cereales de chocolate, dibujos animados, juguetes adornando la chimenea, sermones de su madre y temor a madurar.

Una cámara honesta

La verdadera historia de Paris Hilton (YouTube, 2020) es un documental dirigido por Alexandra Dean y tiene como punto central los efectos que tuvo en ella la escuela reformatoria en la que sus padres decidieron internarla cuando era adolescente. Según narra Paris, en ese centro, tanto ella como sus compañeras sufrieron violencia física y verbal. En el documental, fue la primera vez que se animó a hablar a su familia sobre todo lo que había vivido. Cuenta a Vanity Fair : “Cuando empezamos la película, no era esa la intención. Simplemente iba a hacer un documental sobre mi vida y mi negocio. No tenía ni idea de que iba a revelar tanto y a contar mi historia”.

Lo que no previó esa niña fue la pandemia. Eso, dice a Vanity Fair, ha trastocado todo lo que daba por sentado: “Ahora que he tenido tiempo para recordar mi vida y ver la película y verme hablar, finalmente creo que siento que sé quién soy. Durante mucho tiempo, cuando llegué a la industria, construí este personaje; casi como un dibujo animado que no era yo. Teniendo que ser ese personaje durante mucho tiempo, casi me perdí yo misma en él”.

Y entonces el plan cambió un poco. No dejará todo aquello por lo que ha trabajado hasta ahora, pero retomará un sueño pendiente: ser madre de una niña llamada London, empezar una familia. Lo que quiere Paris, confiesa, es “tener una vida real”.

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