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Hippies: el legado de amor, paz y flores

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Los sobrevivientes del mítico festival de Woodstock volvieron para celebrar su aniversario.

DE PORTADA

Al cumplirse medio siglo del mítico festival de Woodstock, ¿cuánto sobrevive de aquella cultura? Un filósofo, un semiólogo, un músico, una diseñadora y un literato indagan en la influencia de esta corriente cultural.

"No sabía adónde ir excepto a todas partes”. La frase pertenece a la novela En el camino (On the Road, 1957) de Jack Kerouac y se convirtió en el espíritu de una época. En especial de aquella multitud de jóvenes que aquel lejano lunes 18 de agosto de 1969 atestaron el campo de Woodstock para ver y oír a los dioses de la música. Aquella fue la primera expresión colectiva y fundacional del movimiento hippie.

Aunque pasó medio siglo y el “hipismo” parece sepultado bajo varias capas de polvo histórico, guerras, dictaduras, atentados masivos y otros desastres, su influencia se extiende hasta hoy. La música, la vestimenta, cierta espiritualidad, las letras y sesgos de pensamiento político parecen dar cuenta de ello.

Puede ser fácilmente reconocible hoy en la indumentaria despojada de algunos jóvenes, en su disconformidad contra el mundo adulto, o en su forma de escuchar la música entre otros rasgos. También hay quienes no lo registran de ese modo, y el movimiento hippie no es más que un descolorido recuerdo de unos sesentas tumultuosos irremisiblemente perdidos.

Fue un fenómeno estadounidense que se globalizó rápidamente.
Fue un fenómeno estadounidense que se globalizó rápidamente.

Lo cierto es que la llamada “cultura hippie” dejó su marca y ha adquirido diferentes expresiones a lo largo de estos años. Junto con algunas otras manifestaciones previas, como la llamada Generación Beat a la que pertenecía el autor citado al principio, tenían en común un factor que las distinguió de otras corrientes: sus protagonistas fueron los jóvenes en lo que, hasta entonces, era un mundo de adultos. Una virulenta reacción contra lo establecido y, en particular, contra los adultos que habían dejado un legado de guerras terribles, con decenas de millones de víctimas en la primera mitad del siglo XX.

Los historiadores coinciden en que el gran factor aglutinador de aquellos jóvenes estadounidenses de exuberante estampa fue la protesta contra la guerra del Vietnam. Un conflicto que llevó a Estados Unidos a su peor fracaso a lo largo de una década de combate, y agrió la victoria que, tras la Segunda Guerra Mundial, los había convertido en los victoriosos héroes de Occidente.

Con el fin del conflicto en el lejano país asiático terminó por extinguirse el “hippismo” como tal. Sin embargo, por muchos años los rasgos de su cultura continuaron vivos hasta hoy.

El símbolo de la paz, nacido como protesta antinuclear, mantiene su significado.
El símbolo de la paz, nacido como protesta antinuclear, mantiene su significado.

Lo que aún vive

“De la cultura hippie sobreviven varias cosas. Por ejemplo, el amor por la naturaleza, lo natural, que uno veía promovido por el movimiento hippie, se prolonga en el tiempo gracias a los ecologistas, los vegetarianos y los veganos-por poner tan solo unos pocos ejemplos”, dice Gustavo Verdesio, doctor en literatura latinoamericana por la Universidad de Northwestern y trabaja desde hace 18 años como profesor en la Universidad de Michigan. Además dirige la colección Discos de editorial Estuario, dedicada a música rioplatense.

Verdesio sostiene que también el respeto por las culturas indígenas proviene de aquellas raíces. El hippismo original se nutrió, precisamente, de algunos rasgos de las culturas nativas norteamericanas de las que copió, por ejemplo, buena parte de su indumentaria.

“El mundo de los artesanos, que suele coincidir con la exaltación de los sitios alejados de las ciudades, continúa viviendo en aquellos que, en el caso de Argentina, se van a vivir al Bolsón o al Uritorco (gente satirizada con cariño y añoranza en Pájaros volando, película protagonizada por Capusotto y Luis Luque) en busca de un lugar donde se favorezcan los aspectos espirituales de la vida, y en el de Uruguay, entre aquellos que exaltan las virtudes naturales de Valizas o el Cabo Polonio. La supuesta energía de esos lugares sería el elemento clave en la búsqueda de esos ciudadanos”, señala Verdesio.

El auge de las corrientes New Age, en boga sobre todo a partir de la década de 1990 hasta estos días, así como el persistente interés por las filosofías orientales y las medicinas alternativas son, a juicio de Verdesio, otras expresiones del legado hippie.

“En la música, cada tanto surge algún grupo o solista que rescata o reivindica la estética hippie. Pienso, por ejemplo, en la banda Lavender Diamond y, sobre todo, en su cantante, Becky Stark”, describe Verdesio.

Signos visibles

Para el semiólogo Fernando Andacht, más allá de la indumentaria que parece renacer cada tanto, sobre todo en forma paródica durante la Noche de la Nostalgia vernácula, “quedó en el presente un movimiento de retorno a la naturaleza”.

“Basado en religiones orientales - el comentado viaje espiritual de The Beatles a la India, para encontrarse con el Maharishi -o en autores que estaban muy lejos de ese movimiento, como por ejemplo el novelista alemán Herman Hesse- hay una búsqueda de lo que la sociedad occidental moderna habría perdido en su afán de mejorar materialmente la calidad de vida”, señala.

El académico ve un claro ejemplo de esta influencia en el célebre Partido Verde alemán, precursor global del ecologismo.

En cuanto a los rasgos de la corriente hippie y de los movimientos contraculturales que aún mantienen vigencia, Andacht advierte su huella en algunas expresiones juveniles propias de esta época.

“Podemos pensar en esa juventud hippie como un movimiento globalizado que funcionó como campo de ensayo para lo que hoy ha estallado en Instagram y otras redes. A saber: comunidades de afinidad estética, ideológica, política”, sostiene el investigador.

Andacht afirma que estas huellas persisten aún en las diferencias notorias que caracterizan a las nuevas generaciones, como por ejemplo la celebración del consumo, anatemizado por los hippies.

Otro aspecto en el que el semiólogo ve una clara influencia hippie es en el uso de drogas, desde la marihuana hasta el ácido lisérgico, tan propios de la psicodelia. “Una experimentación con la imaginación y las diversas formas de ‘subir’ (en inglés, get high) no son tampoco una invención del movimiento hippie pero sí un ingrediente de sus prácticas culturales, tanto en la fase positiva -la expansión de la percepción -como la negativa marcada por el exceso y la muerte”, explica. Andacht recuerda, en este sentido, las icónicas figuras de Jim Morrison, Janis Joplin y Jimmy Hendrix, todos ellos muertos a la edad de 27 años en el auge de sus carreras.

En la música moderna el movimiento ejerció una enorme influencia.
En la música moderna el movimiento ejerció una enorme influencia.

PENSAMIENTO. La protesta y el antibelicismo está en el centro del movimiento hippie y, por ende, en su pensamiento. Así lo entiende el filósofo y docente universitario Javier Mazza, que ve en el movimiento un claro alzamiento contra la guerra de Vietnam que luego se intelectualizó.

“Creo que como bien sucede con todos los movimientos contraculturales, el movimiento hippie tuvo un auge y una decadencia bastante seguidos en el tiempo. Un poco, eso es lo que define a los movimientos contraculturales: surgen -y tanto por la manera en la que están conformados, por la manera en la que operan, como también hacia qué operan- hacen que sean de corta duración”, opina Mazza.

El filósofo pone como ejemplo el recordado movimiento del Mayo del 68 francés, donde los estudiantes radicalizados de izquierda se volcaron a las calles para una protesta incendiaria contra el gobierno de Charles De Gaulle. A la agitación callejera pronto se unieron los sindicatos y el Partido Comunista francés, que transformaron la revuelta en la mayor huelga general de la historia francesa. Tras la protesta el movimiento como tal se extinguió. “Surge, plantea una cosa y la pone sobre la mesa y así como la plantea, desaparece. Hay una definición de (Gilles) Lipovetski respecto a los movimientos contraculturales que dice que los movimientos revolucionarios en la posmodernidad son sólo aparentemente revolucionarios”, señala.

“Podría decirse que los movimientos contraculturales en realidad son reactivos y no propositivos, como sí pueden serlo la Revolución Francesa o la Revolución Estadounidense”, explica Mazza.

Asimismo, advierte una mezcla de corrientes filosóficas ya existentes en la época que terminaron por alimentar el pensamiento hippie, tales como el existencialismo, el vitalismo y el nihilismo entre las principales. El “redescubrimiento” de Henry David Thoreau y su obra magna, Walden, son propios de la época con dos ideas centrales: la rebelión civil y la vuelta a la naturaleza.

Mazza también coincide en que el uso de drogas alucinógenas, tomado primero como experimentación y luego como una cuestión casi identitaria, atraviesan todo el movimiento y casi lo definen. Algunas bandas de rock lo convierten en su nombre propio, como fue el caso de la emblemática The Doors (Las Puertas), que debe su nombre al ensayo de Aldous Huxley Las puertas de la percepción, a su vez basado en los poemas visionarios de William Blake. En esas páginas Huxley se refería a sus experiencias con la mescalina, bajo cuyo influjo escribió la obra.

Otros aspectos ligados a la cultura hippie han revivido con fuerza en nuevas expresiones como el veganismo y cierto espiritualismo, los que -a juicio de Mazza-, han estado más vinculados a los movimientos contraculturales que específicamente al hippismo. En su opinión, estas corrientes surgen como una reacción que ha tenido Occidente sobre sí mismo.

“Sobre todo, diría que desde Nietzche en adelante, toda la filosofía del siglo XX, en particular hasta la primera mitad de siglo y un poquito después, se planteó esa cuestión de decir: ‘Evidentemente hemos pensado el mundo de mala manera, o han existido muchas malas maneras de pensar el mundo que nos han llevado a cometer atrocidades como las bombas atómicas o el mismo Holocausto’”, apunta el docente.

El hippismo lleva ya medio siglo en el camino y aún continúa tan campante con los largos cabellos al viento.

Cabo Polonio suele atraer a aquellos que mantienen viva la llama del hipismo.
Cabo Polonio suele atraer a aquellos que mantienen viva la llama del hipismo.

El hipismo "ya fue" para Hugo Fattoruso

Hugo Fattoruso se apresta a recibir el Latin Grammy en reconocimiento a su trayectoria en la música moderna. Un aspecto medular de la obra de Fattoruso radica en su búsqueda de fusión con un ritmo tan propio como el Candombe y el rock. Aunque vivió aquella época Fattoruso dice que “no podría notar si (el hippismo) me influyó como músico”. En cuanto a los rasgos que perviven el músico asegura que “ni cerca de lo que ya fue, o por lo menos es lo que puedo encontrar en la calle, en la vida”. Sin embargo cree que esta cultura sigue viva en aquellos que la profesaron en los años sesenta.

Colores brillantes, artesanías, la típica indumentaria de los hippies.
Colores brillantes, artesanías, la típica indumentaria de los hippies.

La indumentaria típica se adaptó a usos más locales

La vestimenta se convirtió en un distintivo del movimiento hippie. Colores vivos, vaqueros desteñidos, flores, indumentaria étnica típica como los vestidos Walla Walla, los pantalones “pata de elefante” u Oxford, collares y artesanías conforman la característica indumentaria hippie. Algunos de estos rasgos fueron adaptados o también sobreviven en la indumentaria juvenil moderna, observa Ángela Rubino, diseñadora industrial en el área textiles y coautora junto a Magdalena Ponce de León de la Historia de la moda uruguaya de 1985 a 2018 . “Los orígenes del movimiento hippie y la instalación de Woodstock fueron, obviamente, debido al surgimiento de la juventud en el mundo, veníamos de una humanidad envejecida y después de la Segunda Guerra hay como una explosión de niños. Ahí surge esta rebeldía”, observa Rubino. La experta en diseño cree que los jóvenes hoy se expresan con mayor libertad en Uruguay que durante el auge del hipismo en el mundo. “En nuestro caso nos parecíamos más al resto de los latinoamericanos, usábamos buzos peruanos, aquellas guarachas, las sandalias de rueda, nosotros nos vestíamos con lo que había alrededor, los colores no eran estridentes, eran colores oscuros, también porque el país estaba en esa situación”, recuerda. Rubino cree que algunos rasgos del estilo hippie persisten, sobre todo, en la forma despojada de llevar la ropa en los jóvenes actuales. “Hay muchos grupos de gente joven que se expresan también a través de la indumentaria de acuerdo al grupo con el que se relacionan, o a lo que estudian”, observa. Sin embargo, el carácter del país parece imponerse en todas las capas, por ejemplo en la elección de los colores que suelen ser apagados u oscuros en forma predominante. El uso de prendas de segunda mano, si bien está vigente, no provienen de aquella época. “En las casas con ropas de segunda mano no hay prendas de los setenta, por ejemplo, que eso en Europa y en Estados Unidos pasa. Pero acá no, la ropa más vieja que conseguís es de fines de los noventa”, señala Rubino. Algunas técnicas de teñido casero, como el Batik, sobreviven bajo nuevas modalidades e idénticos resultados.

genealogía hippie

Palabras, símbolos e ideas

La palabra inglesa “hippie” deriva de la palabra del mismo origen “hip”, que puede traducirse por “popular o de moda”. A fines de la década de 1950 comenzó a hacerse común para referirse a los vanguardistas el término “hipster”, que a principios de los 60’ ya envolvían bajo ese nombre a la bohemia de los clubes de jazz. La ciudad de San Francisco, California, fue la cuna por excelencia del movimiento hippie. Fue, precisamente, un periodista de un periódico local -Michael Fallon, un cronista del The San Francisco Examiner- el primero en utilizar el término “hippie” en una crónica publicada el 6 de septiembre de 1965. Ahí se refería a la nueva bohemia de aquellos jóvenes pelilargos y chicas de largos vestidos Walla Walla, en contraposición a los ya un poco envejecidos representantes de la llamada Generación Beat, a la que pertenecía el escritor Jack Kerouac. Ya no era el jazz la música que escuchaban, sino las composiciones de bandas como The Mamas & The Papas, Jefferson Airplane o The Grateful Dead. Dos años más tarde el término “hippie” ya se había extendido por todo el mundo. El círculo con las tres líneas en su interior es tal vez el símbolo más conocido y popular que identificó al movimiento y se convirtió en parte de su indumentaria. El símbolo fue creado en 1958 por el diseñador británico Gerald Holtom especialmente para la campaña de desarme nuclear, el tema que desvelaba a los movimientos de protesta de la época. Holtom tomó las letras iniciales de Nuclear disarmament (“Desarme nuclear”, en inglés) en el alfabeto semáforo que representa la N con los brazos hacia abajo y la D con un brazo vertical arriba.

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