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"No hay una fórmula para escribir un éxito"

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"En la vida todo te ayuda a aprender y a no ser tan ingenuo", dice.

Aventurera y justiciera, se ganó un lugar dentro de la literatura infantil con historias de misterio y heroísmo. Va por su 33er título y no piensa parar, ahora con el realismo mágico como aliado.

DANIELA BLUTH

Hace ya unos años, Helen Velando (53) llegó a la tercera charla con niños del día con la lengua afuera. La mañana había transcurrido en el Liceo N° 31 de Malvín. Largo recorrido en ómnibus mediante, la cita de la tarde era en el Colegio y Liceo Inmaculada Concepción, de las hermanas alemanas, en Aguada. "Cuando llegué estaba muerta y una de las primeras preguntas que me hacen es: ‘Los escritores, ¿viajan en limusina?’ Y yo les dije: ‘Sí, pero justo la que tomé yo venía llena y tuve que viajar parada’", recuerda la autora de los Detectives en el Parque Rodó y Misterio en el Cabo Polonio entre cómplice e incrédula. "Eso tiene que ver con el imaginario... Por eso siempre les digo que los escritores son seres humanos a los que les pasan las mismas cosas que a todo el mundo. Y eso se los explico a los niños, pero también a muchos padres...".

Hoy escritora full-time, antes de poder vivir —o "sobrevivir", como ella lo pone en palabras— de la literatura, hizo de todo. Eso sí, nunca anduvo en limusina. Vendió libros puerta a puerta, hizo encuestas, trabajó en tareas administrativas, escribió guiones para televisión, tuvo una banda de blues y se metió en el mundo del teatro. Su primer libro, hoy titulado Una pulga en la Edad Media, se publicó en 1993, pero el multiempleo terminó recién en 2001, poco después del boom de la literatura infantil en Uruguay y apenas antes de una de las mayores crisis económico-financieras del país. "En ese momento se dieron una serie de situaciones por las que pude dejar todo y dedicarme a escribir. Ahora hago lo que me gusta, aunque siempre lo hice, porque todos los trabajos que tuve los disfruté. Y siempre aprendí algo".

Incluso de las situaciones más difíciles, ella ha sabido sacar provecho. La última fue en 2011, cuando luego de terminar una novela, el archivo desapareció de su computadora y de todos los dispositivos en los que estaba respaldado. "Entonces decidí escribir algo totalmente distinto. Así nació una serie de realismo mágico que, justamente, habla de qué pasa con los sueños que nos permiten salir adelante". Sin embargo, el golpe más duro había ocurrido antes, en 2008. En aquel momento el autor Luis Martínez Cherro denunció públicamente que Piratas en el Santa Lucía contenía fragmentos textuales de su obra Crónica de la costa (Banda Oriental, 1999). El litigio se resolvió con una reparación ética y económica, sin llegar a una demanda judicial por plagio.

—¿Cuánto te afectó ese episodio?

—Creo que en la vida todo te ayuda a aprender y a no ser tan ingenuo. En su momento se habló mucho del tema, pero ahora ya está saldado. Por supuesto que me dejó una enseñanza, sobre todo la de seguir escribiendo, que es lo que realmente me gusta, siempre, a pesar de las cosas que pueden suceder.

—¿Te cuestionaste dejar?

—Sí, claro, me lo cuestioné. Y fue gracias a dos situaciones que había vivido con dos niños, muy extremas y dolorosas, que seguí. Una niña, paciente oncológica, me había dicho que mis libros le hacían pasar mejor los momentos en que recibía tratamiento. Otro chiquilín, que tenía 15 años y con el que llegué a chatear, me contó que las historias le levantaban el ánimo. Esos niños ya no estaban, pero cuando me lo cuestioné me di cuenta de que yo escribía por ellos. Por eso lo hago, es el mejor homenaje para esos chiquilines. Esos momentos son los que guardo en el alma y me hacen sentir una afortunada de la vida. Si por un momento le pude dar un cachito de alegría a alguien para modificar una realidad dura, entonces, ya está. Y ahí me dije: Está bien, a luchar por la justicia, salgamos adelante, voy a seguir.

Aventurera.

Esa no fue la primera vez que afloró en Helen una veta "justiciera", esa misma que en su obra cobró forma en Súper Pocha, protagonista de un sinfín de aventuras. De hecho, la escritora estudió tres años en Facultad de Derecho antes de dedicarse al arte. "En aquel momento era el auge de las murgas universitarias y yo cantaba, así que me llamaron para la murga. Entré y me di cuenta de que me gustaba mucho más eso que seguir estudiando derecho penal", recuerda. Al poco tiempo ingresó a la escuela de títeres de El Galpón. Cursó, egresó y formó parte del elenco independiente por 13 años. Allí estuvo detrás y delante de escena, escribió guiones y adaptaciones, dirigió, hizo funciones para niños y adultos. También compartió tablas, por fuera de la institución, con Jorge Esmoris, "Fito" Galli y Omar Varela, entre tantos otros.

Por esos años tuvo una banda de blues, La Trapecista, hasta que en 2002, paradójicamente y crisis mediante, "la banda se desbandó". Hoy, la música casi siempre recorre las páginas de sus historias y, para "despuntar el vicio", en las presentaciones con público la guitarra es una protagonista más. "Sigo cantando, componiendo y tocando. A veces alguno de mis hijos todavía me acompaña", cuenta. Helen tiene dos hijos varones, ya adultos y vinculados a la gastronomía, y una pequeña nieta con la que usa babero, prepara jugo de mandarina y, además, se nutre para seguir escribiendo, ahora de nuevo para los más chiquitos.

A la literatura infantil entró a impulso de Roy Berocay e Ignacio Martínez, dos de los más prolíficos y exitosos escritores para niños. "Me probé y tuve la suerte de que en la editorial me dijeron que lo querían publicar. Lo pensé como medio segundo y dije: Sí, ¿qué hay que hacer?". Una pulga en la Edad Media nació mezcla de su "fascinación" por ese período de la historia y su "espíritu aventurero", que surgió y creció entre revistas de cómics y árboles frutales en los veranos en la casa de sus abuelos en el balneario Santa Ana. "Yo no quería vivir como una princesa en un castillo, quería salir a matar dragones. Tenía muy presente esa cosa entre trágica y romántica. Así se me ocurrió la historia de esta pulga que cae en un libro de historia y allí empiezan sus aventuras", cuenta. Dos años después esa misma pulga viajó al espacio y así nació Una pulga interplanetaria. Y la pluma ya nunca se detuvo. En el marco de la 15ª Feria del Libro Infantil y Juvenil que termina hoy, Helen presentó dos nuevos títulos: Un recreo de locura y otros cuentos (Random House) y El gran circo desprolijo (Santillana). Con ellos suma 33 textos publicados, además de varios premios en su haber, como el Bartolomé Hidalgo Revelación en 2001 y Libro de Oro entre 2002 y 2006.

—¿En qué te inspirás para crear tus historias y personajes?

—La fuente de inspiración tiene que ver conmigo, con mis hijos, sus amigos, las novias, las cosas que les pasaban, lo que les preocupaba o lo que los ponía feliz. Pero por otro lado están los lugares que me inspiran y la gente, que siempre me cuenta cosas. A Cabo Polonio, por ejemplo, fui en unas vacaciones y me enamoré del lugar. En una época viví al lado del Cementerio Central y veía el Parque Rodó. A las Sierras de las Ánimas llegué porque una amiga tiene una casa allí. Iba cuando mis hijos eran chicos y despertarse con las sierras enfrente era imponente, me dejaba en paz.¡No hay forma de separar!

Helen no tiene una rutina para escribir. En la época del multiempleo, aprovechaba el silencio y la calma de las madrugadas. Hoy, la madurez y la actividad freelance en escuelas y liceos le permite elegir el momento en que la casa —que comparte con su pareja y cinco gatos—está más tranquila. Eso sí, la presión que generan las fechas de entrega no cambió. "Cuando estoy por entregar un libro me puedo pasar de estar una semana sin dormir, la cabeza no para, sigue y sigue". ¿Y el momento más disfrutable? Cuando no está "urgida" y la cosa va "fluyendo".

—¿Es posible anticipar cuándo un libro va a ser un éxito de ventas?

—Cuando escribo, tengo que llegar a algo que me guste, si no me conforma ese libro no sale. Ahora, qué pasa después con ese libro nunca lo sabés. O yo por lo menos no lo sé... A veces, un libro que a mí me gustó mucho no es el que más se vende. Eso tiene que ver con los lectores, pero no hay una fórmula para eso. Sí escribir con honestidad, tratando de dar lo mejor de uno. El éxito o el fracaso depende de que hagas algo que realmente te guste y lo hagas de la mejor manera posible.

SUS COSAS.

Los más chicos.

Por (buena) influencia de su nieta de dos años, Helen volvió a escribir para los más chicos y al formato de libro-álbum, con poco texto y grandes ilustraciones. Por estos días estrena dos títulos: El gran circo desprolijo y Un recreo de locura. "Tenía ganas de trabajar otros temas: la convivencia, el respeto y la forma como nos tratamos".

Cabo Polonio.

Después de vivir en La Blanqueda y con vista al Parque Rodó, se mudó a Solymar, cerca del mar y del verde que tanto le gusta. "Me quise ir de Montevideo, no aguantaba más el ruido. Y no me voy más lejos porque todavía no puedo. Pero mi idea es vivir en Cabo Polonio, por lo menos... Viviría más desconectada, son mis raíces, me siento muy cómoda con eso".

Sus recetas.

En sus tiempos libres, la escritora dice hacer "cosas tan exóticas" como cocinar. Su plato "emblemático y preferido" es el ceviche, que suele acompañar con chapati, pan hindú, también casero. "No soy vegetariana pero casi. Además, me gusta comer y comer bien".

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"En la vida todo te ayuda a aprender y a no ser tan ingenuo", dice.

el personaje I helen velando

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