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Guilherme Boulos, la cara nueva de la izquierda brasileña

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Guilherme Boulos. Foto: AFP
Brazilian leader of the PSOL party, Guilherme Boulos, speaks during the Brazilian presidential candidate for the Workers Party (PT), Fernando Haddad, campaign rally in Rio de Janeiro, Brazil on October 23, 2018. (Photo by Mauro Pimentel / AFP) (Photo credit should read MAURO PIMENTEL/AFP/Getty Images)
MAURO PIMENTEL/AFP/Getty Images

NOMBRES

Perdió en la segunda vuelta por el municipio de San Pablo, pero el político aparece cada vez con más fuerza en la contienda de Brasil.

Guilherme Boulos tiene 38 años y una responsabilidad enorme en sus manos: él —dicen los medios, políticos y buena parte del pueblo— puede ser el que resucite a la izquierda brasileña. Él, paulista, militante del Partido Socialismo y Libertad, puede ser el que termine con el “bolsonarismo”, con la derecha. ¿Pero quién es? ¿Por qué su nombre apenas hace eco y a su vez suena tan fuerte? Las elecciones por la alcaldía de San Pablo pusieron todas las miradas en él. Sobre todo las de la segunda vuelta, cuando era el claro contrincante del vencedor Bruno Covas —centroderecha, reelecto por el Partido de la Social Democracia Brasileña—, y aunque perdió por 20 puntos, 40,66% contra 59,34%, los 2.168.109 votos que obtuvo dijeron algo, con prevalencia de las zonas periféricas.

Su mayor conquista, ha dicho, son los votantes jóvenes. “La juventud creyó y se comprometió. Y cuando los jóvenes se movilizan, la victoria es una cuestión de tiempo”. Ahora, tras recuperarse de COVID-19 —no pudo votar en la segunda vuelta ni presentarse al debate contra Covas— Boulos saldrá atrás de la otra conquista, la de los votantes desencantados con la izquierda de Lula y, a su vez, irá detrás de la unión de ese palo político.

“Es como si Boulos y el PSOL fueran un vigoroso hijo adolescente que entra en la madurez mientras el PT y Lula parecen más bien un caballero de glorioso pasado que envejece mal (y buena parte del electorado odia)”, escribió hace un par de semanas Naiara Galarraga Gortázar, corresponsal brasileña de El País de Madrid.

En la cabeza de Boulos, o en su discurso, se trata de “derrotar el atraso bolsonarista” que será “el gran desafío de 2021”, y así lo expresa constantemente en sus redes sociales. “Si la unidad no prospera, si no hay comprensión y madurez política de los líderes de nuestro campo sobre la importancia de la unidad para derrotar al bolsonarismo, bueno, solo podemos lamentarlo. Si el resultado es este, cada campo, cada partido de izquierda tendrá su candidatura, presentará su proyecto y la posibilidad de que volvamos a repetir fracasos actuando así es mucho mayor. Toda la sociedad ve esto, el electorado de izquierda lo ve. No es posible que la dirección política de la izquierda no sea sensible al menos a hacer un esfuerzo e intento en esa dirección ”, dijo Boulos en una entrevista con Agencia Pública poco después de la derrota municipal.

El expresidente Luis Inácio Lula da Silva manifestó su apoyo al candidato paulista ni bien se supo que iría a segunda vuelta. Boulos, que nunca perteneció al Partido de los Trabajadores de Lula, fue uno de los que encabezó las protestas para que su liberación.

Lula Da Silva junto a Guilherme Boulos. Foto: Ricardo Stuckert.
Lula Da Silva junto a Guilherme Boulos. Foto: Ricardo Stuckert.

Según la revista Piauí, en ese enero de 2018, Boulos le dijo a Lula que el tiempo de la obediencia ya había sido suficiente, que era el momento de subir.

“Cuente con nosotros, presidente Lula. Si quieren, si amenazan, si intentan ponerte un dedo encima, se va a complicar la cosa en este país”, expresó.

Los que lo observaban desde antes —prensa brasileña, sobre todo— dicen que Guilherme Boulos no era de mostrar mucho una sonrisa. O que lo hacía en contadas ocasiones, que más bien ponía una mueca amable y que escondía los dientes. Eso era, tal vez, porque no consideraba que hubiese tanto para reír, porque cada vez que se lo veía, por fuera de la campaña —también fue candidato a la Presidencia en 2018, obteniendo menos del 1% de los votos— , era en luchas sociales. Ahora Boulos sonríe. Será, quizá, la risa del buen presagio que le dejó la elección municipal. Pero sonríe: boca ancha, dientes ordenados. Basta con scrollear su cuenta de Instagram para saber que sí.

Vida y obra

Boulos, que estudió filosofía en la Unidad de San Pablo y un máster en psicoanálisis, que además de político es profesor y escribe, nació en una cuna acomodada, lo cómodo que puede ser una infancia con padre y madre —Marcos Boulo y Maria Ivete Castro— médicos infectólogos con buenos trabajos. Pero su percepción de la conciencia de clase lo hizo abandonar todo lujo que le fue dado desde un inicio: primero les pidió para dejar el colegio privado donde hacía secundaria por una escuela pública, poco después, a sus 20 años, pasó a vivir en una ocupación organizada por el Movimiento de Trabajadores Sin Techo(MTST). Desde entonces ha militado con ellos y defendido la idea de ocupar edificios públicos abandonados. Estuvo detenido en varias ocasiones por los disturbios en manifestaciones frente a la policía que quería desalojar familias; las causas, por lo general, han sido enmarcadas en incitación a la violencia.

Boulos, que en la facultad de filosofía empezó a trabajar en profundidad sus ideas sobre la igualdad social, que desde los 15 años empezó a militar en movimientos comunistas de su ciudad y país, se convirtió, poco a poco, en uno de los líderes referentes del movimiento de los Sin Techo en Brasil.

Su carrera política es incipiente, pero su carrera social viene desde mucho antes, y de esta última se nutre para trabajar en lo demás: “La unidad solita no nos va a dar la victoria para la izquierda; la unidad es un mensaje importante, pero no suficiente para una victoria, para derrotar al bolsonarismo”, dijo a Agencia Pública. “Hay otro desafío, que es reconectar a la izquierda con la gente y ese desafío es mi obsesión desde hace 20 años, actuando en el movimiento que tiene base en el MTST, en las ocupaciones de la tierra, en las luchas sociales”.

Su campaña a alcalde de San Pablo la financió a través de una cuenta crowdfunding, el sistema de micromecenazgo que se utiliza sobre todo para proyectos, emprendimientos, inventos a menor escala. Terminada la campaña, el dinero no había sido suficiente para pagar todas las cuentas y el candidato llamó de nuevo a la colaboración. Su candidata a vice fue Luiza Erundina de Souza, de 86 años. La eligió por sus ideas y su experiencia en cargos políticos. Lo curioso, dicen medios especializados en política brasileña, es que a su partido, el PSOL, lo votan más la clase alta de la izquierda.

Si se habla de su vida paralela, la no política, la no dedicada a la lucha social, se puede decir que Boulos —el niño que vivió su infancia en los años 80 y la adolescencia en los 90— ha sido siempre un hincha empedernido del Corinthians y no se perdió ningún juego en aquel entonces. Hoy continúa analizando los partidos del cuadro de sus amores.

También se puede decir que Boulos —el adulto, el hombre— está enamorado. Con su esposa, Natalia Szermeta (ver recuadro), y sus dos hijas viven en una casita sencilla en el barrio Campo Limpo, de la periferia paulista. Por esa zona vivió ella toda la vida. En las entrevistas, en los reportajes, ante la cámara de los curiosos, él, Boulos, trata de pasar por alto todo lo posible las preguntas que refieren a su casa, a su vida íntima. Pero cuesta, ser candidato y que la la izquierda brasileña lo esté mirando con cariño, sabe, despierta curiosidades.

Natalia Szermeta
Se conocieron en la lucha social
Guilherme Boulos. Foto: AFP

La vida política de Natalia Szermeta empezó mucho antes que la de su esposo. A los 13 años creó el gremio estudiantil de su escuela. A los 17 ya acampaba con los movimientos de los Sin Techo de la capital. Al sitio Uol, contó en 2018 que se unió a ese campamento porque quería entender al movimiento, ver cómo se organizaban, saber cómo era la lucha por una vivienda digna. Allí conoció a Guilherme. Sobre él, dijo en aquel momento: “Guilherme podía haberse quedado solo en la idea de estudiar a los Sin Techo. Pero dejó su zona de confort, para darle voz a aquellos que nunca tuvieron lo que él tuvo”.

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