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Gregorio Pérez: "Yo soñé mucho con el fútbol y se me cumplió"

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Gregorio Pérez fue figura en el último Quinquenio de Peñarol

EL PERSONAJE

Fue el técnico de Peñarol durante cuatro de los campeonatos del Quinquenio y los hinchas aún se lo agradecen. Además dirigió a la Selección junto a Tabárez.

En Gregorio Aznárez, una localidad al Suroeste del departamento de Maldonado, hay una plaza de deportes. La plaza, con su cancha de fútbol era, en la década del 50, el punto de encuentro de los niños del pueblo. Ese era el lugar al que iban él y sus amigos después de salir de la escuela Número 17, la única de la localidad. Armaban dos equipos: los hinchas de Peñarol para un lado y los de Nacional para el otro. Después, cada uno elegía a un jugador para ser él durante todo el partido. Él casi siempre era Juan Eduardo Hohberg, figura de Peñarol de los 50 y además, ídolo de su papá. Allí Gregorio Pérez (71) soñó con ser jugador de fútbol por primera vez, aunque nunca imaginó nada de lo que le sucedió después.

“Yo ahora miro para atrás y pienso en cómo todos aquellos sueños de niño se me cumplieron. Yo soñé mucho con el fútbol, y se me cumplió. Sigo soñando, pero la realidad es lo que ya está hecho. A veces me pongo a pensar y digo ‘qué lindo todo lo que me pasó’. Lo tengo muy presente, pienso en las cosas que pude concretar, por las dificultades que pasamos, en mi familia, en los amigos, en los viajes. Yo soy un agradecido”, dice Gregorio desde el living de su apartamento en el Parque Batlle.

Desde allí, por la ventana principal se puede ver el Estadio Centenario. Y para Gregorio el Centenario es un lugar especial. Fue ahí donde gritó cuatro de los cinco campeonatos de Peñarol que le dieron al club la que sea, quizás, su última gran hazaña y también el recuerdo más grande de Gregorio como entrenador: el último Quinquenio. Es allí donde hasta hoy recibe abrazos, los hinchas le piden fotos y autógrafos, le cantan, le dicen “Gracias, Don Gregorio”.

“Yo voy a todas las canchas, voy a ver fútbol de la A, de la B y lógicamente también voy a ver a Peñarol. Ahora casi siempre voy con mis nietos. La gente me canta, me grita, y para mí es una alegría y un orgullo muy grande. Porque... cómo lo puedo decir, es algo que mis nietos ven y capaz mañana digan, ‘El abuelo anduvo por buen camino”, dice. Hace una pausa. Los ojos fijos en un punto detrás de los cristales. “Hoy momentos en los que me emociono mucho, sinceramente. Soy bastante vergonzoso, me gusta pasar desapercibido, pero es imposible. Y no dejo de reconocer que que te den un abrazo, te pidan una foto es muy lindo. Me siento una persona muy feliz y disfruto mucho de todo eso, así como también tengo un gran respeto y reconocimiento por todos los clubes por los que he pasado, como jugador y como técnico. Pero este es un sentimiento especial”.

Don Gregorio

Foto: Archivo El País
Foto: Archivo El País

No se llama Gregorio por su pueblo, Gregorio Aznárez, sino por su papá. Cuando él nació, en 1948, la localidad se llamaba Estación las Sierras, “porque hasta ahí llegaba el ferrocarril y porque enfrente están la Sierra de las Ánimas”. Gregorio recuerda la vida en el pueblo como una infancia feliz, sencilla, con “algunas carencias y dificultades como toda familia obrera, pero con una educación rica”.

Creció en la época en la que las mujeres no salían de la casa. “Todos los padres del pueblo trabajaban en la fábrica de azúcar y los niños nos pasábamos jugando afuera. Yo soñaba con ser jugador de fútbol, como casi todos los muchachos de mi generación, lo único que teníamos para jugar era una pelota”.

Se acuerda con detalles de la primera vez que viajó a Montevideo para ir al Centenario a ver a Peñarol. “Vine con mi padre, jugábamos contra Rampla. Me acuerdo del ómnibus que tomamos desde la estación de ferrocarriles al Estadio, me acuerdo de cuando mi papá fue a sacar las entradas, de entrar y encontrarme con la cancha, me acuerdo de la formación de Peñarol, que en ese momento dirigía Béla Guttmann, y también de la de Rampla. Ganamos 1 a 0. Para mí todo era una novedad”.

Gregorio jugó en el Rausa, el club del pueblo y además en la selección de fútbol de Maldonado. La posibilidad de jugar profesionalmente, o al menos de probarse en Liverpool llegó el mismo año que falleció su papá, así que ese sueño quedó en una ilusión. Poco después, a través de una amigo de su padre le llegó la noticia de que en Wanderers, que por entonces estaba en la B, estaban buscando a un jugador con las características de Gregorio: un 5 que corriera, que metiera, que marcara. “Me fui a Montevideo, hice tres o cuatro prácticas y quedé. Fue una gran alegría porque el sueño de jugar de forma profesional se me estaba cumpliendo”. Ese año Wanderers salió campeón y además subió a la A. Gregorio fue titular todo el campeonato.

Después pasó por Cerro, Central Español, Bella Vista, La Universidad Católica de Quito y Defensor. Como con Wanderers, con los violetas también marcó la historia del club y del fútbol. Gregorio formó parte del plantel de Defensor que en 1976 salió campeón uruguayo, rompiendo con la hegemonía de los grandes, que se alternaban el campeonato desde 1932. “Con Defensor viví una etapa maravillosa, de esas que quedan marcadas a fuego. Hasta el día de hoy nos reunimos con los muchachos que siguen por acá de aquel plantel”.

Por una lesión en la rodilla su carrera como jugador fue corta y terminó en Progreso, a los 32 años. La terminó con una certeza: si había logrado jugar profesionalmente también lograría seguir vinculado al fútbol. “A veces pensás que las cosas van a pasar y no pasan, pero yo siempre me puse en la cabeza que tenía que llegar. A veces las cosas se concretan. Yo soy un empecinado en eso. Quería al menos tener la oportunidad. En mi pueblo había 20 muchachos que jugaban mejor que yo, y sin embargo me tocó a mí. Por eso cuando se terminó la etapa como jugador me puse en la cabeza que yo tenía que seguir como técnico. Fue muy difícil pero lo logré”. 

Gregorio con la hinchada de Peñarol
Gregorio con la hinchada de Peñarol

El primer equipo que dirigió fue, justamente, el Progreso que dejó en 1980. Fue técnico de la tercera de Defensor y ayudante de campo del profesor Ricardo De León, volvió a dirigir a su pueblo y después, en el 85, le dieron la primera de los violetas aunque por un problema interno del club lo cesaron del cargo al poco tiempo. “Esa fue una etapa muy difícil pero pudimos salir adelante”. Sin trabajo y con sus dos hijos siendo niños empezó a trabajar en una estación de servicio, en el mercado de frutas y verduras por la madrugada, en la automotora de uno de sus amigos, “incluso en ese momento Ildo Maneiro y Cacho Blanco tenían un reparto de cigarros y me daban la camioneta para que repartiera y pudiera ganar unos pesos”. De ahí a la tercera de Nacional y otra vez a la automotora y a dirigir Rampla, donde hizo una “gran campaña a pesar de las dificultades”; después a Central Español, a Wanderers (a quien le dio el primer campeonato en la historia del club, ganando el Torneo Competencia y la Liguilla), al fútbol argentino, paraguayo, italiano y colombiano. Fue parte del cuerpo técnico de la Selección Uruguaya, junto a Oscar Washington Tabárez, con quien trabajó durante dos años, incluso durante el Mundial de Italia 90.

Pasaron los cuadros, los planteles, los goles, los campeonatos, las giras con la selección. Pasó todo para que en 1993 Peñarol lo contratara para ser su técnico después de años en los que no lograba el campeonato. Gregorio y su equipo ganaron el Uruguayo de 1993, de 1994 y de 1995; en el 96, aunque Peñarol también lo ganó, Gregorio se fue a dirigir a Italia. Volvió y ganó el torneo de 1997, a pesar de que no fue un año fácil. “Teníamos que ganar ocho partidos seguidos, incluido un clásico, que fue el que le dimos vuelta a Nacional 4 a 3. Fuimos al mejor de tres con Defensor y Nacional. Les ganamos a los dos y salimos campeones”.

—A los dos clásicos de ese torneo Peñarol los dio vuelta frente a un Nacional que tenía un gran equipo. ¿Cómo lo explica?

—Yo creo que la hinchada ayudó mucho, porque empezaban a empujar al equipo y eso se sentía. Peñarol en el Quinquenio tenía unos planteles bárbaros, con muy buena técnica, pero históricamente fue un equipo entrelazado con su gente, por eso también hubo grandes hazañas en el club. El Quinquenio es una de ellas.
sus cosas
Gregorio Pérez y su nietos
Su familia

Gregorio dice que es un agradecido de su familia, que sin el apoyo de su esposa, René, de su hermana Mary, de sus hijos, Lorena y Martín y de sus nietos, Conrado, Tomás, Juan y Agustina. Que sin su apoyo no hubiese logrado nada de lo que logró. “El respaldo de mi familia ha sido todo”.

Gregorio Pérez en Colombia
¿Un nuevo equipo?

Estuvo un tiempo en el fútbol Colombiano, en Tolima y en Santa Fé. Aunque no puede decir nada en concreto, cuenta que existen las posibilidades de volver a dirigir en Colombia. “Es importante que se acuerden de uno, más allá de que se concrete o no. También está la posibilidad de ir a algún otro país”.

ejercicios, correr
Correr para pensar

Gregorio es de mirar hacia atrás para pensar, para acordarse de lo que ha logrado pero también para enfocarse en las cosas que aún le gustaría hacer. “Ahora que estoy en Uruguay todas las mañanas salgo a correr o a caminar y pienso en qué puede pasar, me creo expectativas. La llama está viva, las ganas de trabajar siguen intactas”.

¿Cómo ve a Uruguay para la Copa América?
Edinson Cavani y Luis Suárez. Foto: Nicolás Pereyra

"Pienso que con la gran base del mundial de Rusia, la selección está armada, más allá de algún muchacho que se incorporó en la renovación. Va a ser una linda copa, porque hay mucho conocimiento y hay algunas selecciones que han generado mucha expectativa: las que no estuvieron en el mundial, por ejemplo, como Ecuador, Paraguay o Chile. Está también la incertidumbre que genera Argentina, que no se sabe qué va a pasar con ellos, con el técnico, el recambio tan grande que han llevado a cabo en distintos partidos. También está Brasil con Tite y su base, Venezuela que está pasando por una situación muy difícil, pero con la que Rafael Dudamel ha hecho un gran trabajo. Colombia que tiene un nuevo técnico y con muy buenos jugadores, Bolivia con las dificultades que tiene, con nuevo técnico que va a apostar a gente joven según lo que he sabido.
Nosotros tenemos siempre la ilusión de ser protagonistas por todo lo que nos ha dado la selección últimamente, más allá de que uno pueda estar o no de acuerdo en algunas cosas. Esto no es ser complaciente con nadie, sino ver una realidad".

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