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"No voy a extrañar al fútbol, sí a la radio"

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"El periodista que llama por teléfono y pregunta si puede criticar, está liquidado". (Foto: Ariel Colmegna)

Luego de una carrera de casi 50 años, el comentarista de Universal deja el periodismo deportivo. Lo hace convencido, con una imagen creíble y deslizando cierto hastío por el sistema.

LEONEL GARCÍA

Enrique Yannuzzi (65) mira como si no conociera el estudio de radio Universal, a la que pisará pocas veces más. "Son como 30 años mintiendo frente a este micrófono", bromea. "¡Como yo vivo frente a una iglesia, luego cruzo a pedir perdón!", remata el comentarista deportivo, el aparcero del relator Alberto Kesman, el hincha y socio de Bella Vista, el ya mucho más vecino de Piriápolis que de Pocitos. Ha pasado sus últimos días como periodista deportivo, culminados hace siete días, abrumado por tanto cariño de compañeros, colegas y oyentes. Se multiplicaron los pedidos de que siga. "No se puede creer, demasiado... Pero hace dos años que lo venía madurando. Hay que irse en el mejor momento y ese es éste; estos últimos cinco años han sido plenos. Estoy contento de irme y sentirme así. Pero quiero descansar. ¡Quiero un fin de semana!". Los ojos ríen y se humedecen a la vez a lo largo de la charla. No esconde las emociones; siempre fue creíble.

Yannuzzi, Quique, quien no se come la pastilla, siempre quiso ser periodista y comenzó a los 18 años con una pasantía en Acción, cubriendo policiales luego de asistir a la Escuela de Periodismo de Leonel Tuana. "Un día a la semana ibas con el fotógrafo a Jefatura para sacarle fotos a los detenidos. Había pocos robos y un homicidio era algo rarísimo". Atrás había quedado una infancia "espectacular", siempre en torno a su querido Bella Vista, barrio y club, con casa natal en Ricaurte y General Farías ("A dos casas vivía Carlos Solé"), escuela 24 al frente de la sede por Agraciada, liceo en el 16 y el Bauzá.

"Eran otros tiempos, maravillosos... Bolita, trompo, titiriyá y fútbol en la cancha cruzando la vía, lo que ponía muy nerviosa a mi madre. A las cinco de la tarde entraba a la casa de cualquier amigo y enseguida me invitaban a la merienda. El otro día pasé por la casa de mi tía Elba, en calle Paraíso, hoy (Eduardo) Carbajal, donde recién se pasaba cerradura a las once de la noche. Hoy hay rejas...". Algunas cosas han cambiado. Otras no.

Informar.

"Si vas a comentar fútbol, se acabó el bolazo. Vas a tener que ser el más informado de todos". A Enrique, casado en segundas nupcias con Verónica, nueve años menor y contadora, padre de la psicóloga Soledad (36, fruto de su primer matrimonio), el profesor de educación física Pablo (26) y la publicista Mariana (21), no se le olvida lo que le dijo Ariel Delbono. "Él me formó como comentarista deportivo", dice del amigo fallecido.

—¿Muchos no se informan?

— Muchos creen que llegar a comentarista deportivo es tocar el cielo y ya está.

Fueron varios sus maestros: Tuana, Luciano Mosteiro, Antonio Pippo, Juan Ángel Miraglia, Dalton Rosas Riolfo, Héctor Morás, Julio Sánchez Padilla, Kesman... En 1976 Quique Yannuzzi trabajaba en el Plan Agrícola del Ministerio de Ganadería (ahí también estuvo en Comunicaciones y Exportaciones), calificado por la dictadura como un ciudadano categoría "B" dada su simpatía jamás oculta por el Frente Amplio, cuando Pippo lo llamó para trabajar en una publicación llamada Todo Fútbol; fue su inicio en el periodismo deportivo. Enseguida, Miraglia lo convocó a hacer Todo Fútbol en el Aire, en CX 36; fue su debut en el éter. El periodista radial terminó de hacerse en Carve, con Rosas Riolfo y Morás. Ahí incorporó la velocidad, la dinámica y el hábito de madrugar; aún hoy es raro que siga acostado a las nueve. En radio Universal estuvo 30 años; en televisión, estuvo 16 años en Deporte Total y 25 en Estadio Uno.

"Yo tuve la suerte de encontrarme con hombres como (Gastón) Labadie, uno de los mejores locutores que hubo acá. Fue un privilegio tomar un café con él cuando yo no era nadie, en Carve. Eso me permitió darme un barniz de humildad, no creérmela, no pensar que por tener un micrófono soy un fenómeno".

—¿Eso pasa en este ambiente?

—Sí, y esos tienen recorrido corto. Y si tienen recorrido largo, están prendidos con alfileres. La gente es muy inteligente.

Crítico.

El fútbol le dio "absolutamente todo". Eso incluye haber cubierto cinco mundiales, catorce copas América y los Juegos Olímpicos de Londres 2012, "que fue la experiencia más grande". También está la casa en Piriápolis, fruto de su esfuerzo y el de su esposa, que seguirá yendo y viniendo a Montevideo. "A esa casa le puse Luna, como mi perra schnauzer de 14 años, pero perfectamente la podría haber bautizado Pelota de Fútbol".

Pero el fútbol, "el estar siempre en la máquina", también le quitó tiempo a la familia y al disfrutar de sus cosas. Ahora se vienen años de pisar la arena, de asados y jardín, de encarar un par de proyectos literarios y de andar sin reloj. Justo él, que por hacer previa y comentario final, por abrir y cerrar la transmisión de Universal, pasaba doce horas por fin de semana en el Centenario. Y los disgustos...

"En estos años hubo cosas que me marcaron. El fútbol uruguayo me provoca estar siempre denunciando cosas... Yo estoy en contra de su sistema de gobierno, de su estructura, de su organización, de su profesionalismo inviable donde todos los equipos deben y todos, menos Peñarol, Nacional y Liverpool, van a pedir plata al mismo lugar". No oculta la resignación en el tono, tampoco la satisfacción de haber tenido la razón. "Hace diez años, cuando criticaba a los gordos de la Conmebol, y por gordos me refería a sus bolsillos, decían que yo era contra, que era gris, aburrido y que siempre decía lo mismo. Yo hoy veo a muchos colegas que decían eso que hoy están subidos al carro mío. ¡Y eran hechos visibles! ¡Es lo que pasa ahora! Solo que la gente no se animaba a decirlo. Y yo hoy digo que el fútbol uruguayo es inviable, el tiempo dirá quién tuvo la razón...".

Su postura crítica con Tenfield y con Francisco Casal, bien lo sabe, le hizo ganar rápidamente credibilidad. Ambos, la empresa y el empresario, tienen la batalla por la opinión pública prácticamente perdida. Y esa postura a Yannuzzi lo habrá bajado de un avión charter en 2000 junto a su colega Mario Bardanca, pero lo hizo subir en la consideración del público. "Tengo que reconocer que estar en contra de una figura como Casal provoca que mucha gente esté a mi favor. Pero no lo hago por eso: no estoy en contra de Casal sino de cómo se arma el fútbol uruguayo en torno a él. Me conmovió cómo fue removido el anterior ejecutivo de la AUF (se refiere al presidido por Sebastián Bauzá), por revancha, por haber vendido los derechos televisivos como no los había vendido nadie, por haber provocado la ira de Tenfield y el deseo de sacarlos. Tenfield es una empresa como cualquier otra, que pone dinero donde nadie lo hace, pero no es bueno que se dedique a la política...".

Con Kesman, único periodista vinculado a Tenfield con el que ha trabajado, su relación siempre fue muy buena. "El día que me bajaron del avión, la empresa le quiso poner a otro comentarista y él se negó. Él es independiente. El resto, no sé... El día que un periodista levante un teléfono para preguntar si puede criticar a alguien, está liquidado; está liquidado no con la empresa donde trabaja, sino con la gente, con él mismo".

—¿Eso pasa?

— (Piensa) Me han llegado rumores. Todos quienes estamos en este ambiente los conocemos...

Alma.

En la cancha de su amado papal, el Parque Nasazzi, una cabina lleva su nombre desde octubre. "Eso fue lo mejor que me pasó en mi carrera periodística", se emociona. Aunque dice irse en su mejor momento, llama la atención el corte abrupto, de raíz: "No voy más al fútbol. Al Estadio no voy nunca más. A lo sumo iría a ver a Bella Vista si un día vuelve a jugar". Rechaza la palabra desencanto. "No... ya está. Mi vida fue dentro del estadio. No voy a extrañar el fútbol, quizá sí la radio".

—Dice que los últimos años fueron los mejores, ¿por qué irse, entonces?

—A mi edad, hay una línea muy fina entre que te digan "quedate" y "andate". Y a la gente le tengo que decir gracias, mil veces gracias. El otro día estaba en la rambla de Pocitos y un tipo se bajó del auto a la altura de Buxareo. "No te vayas, hermano". Estaba lleno de autos y yo le decía que subiera y se fuera. "No se vaya, maestro", agitaba los brazos. Y nadie le tocó bocina. Yo me llevo esas caricias al alma.

SUS COSAS

Su posesión material

"La casa de Piriápolis. La tengo hace cinco años. Está a la altura del Hotel Argentino, cuatro cuadras hacia arriba". Enrique Yannuzzi es habitué de este balneario desde hace 30 años, pero ahora que deja la actividad periodística profesional va a pasar la mayor parte de su tiempo ahí. Un retiro dorado para el comentarista.

Un jugador de fútbol

"De jugadores uruguayos, el más completo que vi fue Pedro Virgilio Rocha", dice. No fue amigo de futbolistas de renombre. Como periodista, siempre recomendó buen trato pero no amistad. "Eso porque al jugador lo tenés que criticar. Y muchas veces ellos se confunden. Periodista y jugador tienen relación mientras están activos... y yo concibo la amistad de otra manera".

Su festejo

Hubo un partido en el que Yannuzzi dejó las obligaciones profesionales para mejor ocasión. El 23 de diciembre de 1990, en el Nasazzi, Bella Vista empató 1-1 con Cerro y se clasificó por primera y única vez campeón uruguayo. "Yo me fui al vestuario a festejar, quedó (el relator) Walter Miranda cerrando la transmisión".

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"El periodista que llama por teléfono y pregunta si puede criticar, está liquidado". (Foto: Ariel Colmegna)

El Personaje | enrique yannuzzi

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