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La experta en hallar universos

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Ann Druyan

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Productora, científica, con un asteroide que lleva su nombre y viuda de Carl Sagan, Ann Druyan prepara otra entrega de Cosmos.

Ann Druyan
Ann Druyan

La voz de Ann Druyan es de una amabilidad extrema. Incluso, agradece las preguntas. Es una de las más importantes divulgadoras científicas del mundo y coescribió el libro en que se basa la película Contacto, protagonizada por Jodie Foster, esa fantasía de cómo sería el primer encuentro con vida inteligente fuera de nuestro planeta.

También participó con la NASA en los proyectos Voyager 1 y Voyager 2, las sondas espaciales lanzadas en 1977 a las estrellas con mensajes, imágenes y sonidos de nuestro planeta para alguna civilización inteligente fuera de nuestro mundo. Los registros fueron escogidos, entre otros, por esta mujer de 69 años que también es directora y escritora de la serie Cosmos, tanto de la original de fines de los 70 como de la de 2014, Cosmos: Una odisea del espacio y tiempo, y de la que vendrá en 2019: Cosmos: Mundos posibles. Ah. Y además es la viuda de Carl Sagan.

Pero hay que ser claros. Esa categorización, "la viuda de", puede injustamente opacar el mundo por descubrir que hay debajo de la sombra de quien fue su esposo, el astrofísico estadounidense y animador de la primera temporada de Cosmos. Porque Druyan tiene peso propio en el universo de la divulgación científica y es una voz autorizada por sí misma.

Y tiene las respuestas justas para los tiempos que vivimos.

—En varios países hay grupos de personas que creen que la Tierra es plana. ¿Qué responsabilidad siente después de todos estos años para seguir divulgando la ciencia al ver estos casos?

—Sí, en mi país también pasa eso. De hecho, estaba realmente conmocionada hace muy poco tiempo. Hablaba con alguien que se volvió hacia mí y me preguntó a secas: ¿plana o redonda? Yo dije, ¿qué quieres decir con eso? Y la persona me respondió: ¿Es la Tierra plana o redonda? Le di la misma explicación que Eratóstenes descubrió hace dos milenios (el sabio cirenaico que dedujo la circunferencia de la Tierra) y este hombre cambió de idea. Estaba convencido, pero yo no podía creer que esta fuera una pregunta apremiante para tanta gente.

Ann Druyan dice que hay que asumir que en esta era de la posverdad, en que los hechos falsos se dan como verdaderos, el saber científico se hace más necesario que nunca.

"Aún hay mucho trabajo por hacer. He estado en esto desde hace un tiempo y siento que el trabajo nunca se termina, que hay un péndulo que oscila entre la cultura, la civilización, de un lado a otro. La batalla se ha ganado en una generación. Pero hay que volver a pelear una y otra vez, porque es muy tentador creer lo que quieras creer, especialmente si eres adoctrinado desde una edad temprana en fantasías. Creo que tenemos el deber de decirles la verdad a nuestros hijos desde el primer día. Así, estaríamos por delante del juego y no tendríamos que volver a pelear constantemente estas batallas de si la Tierra es redonda o no.

Un viaje de "enamorados".

Druyan mantiene su tono cordial, aunque su voz se pone más dulce cuando habla de Carl Sagan, el gran amor de su vida y su compañero durante 16 años. Se conocieron trabajando en 1976 en el proyecto Voyager. O más bien en el proyecto del "Disco de oro de las sondas Voyager", de la NASA. Ambos formaron parte del grupo de encargados de elegir la información que iría a bordo de estas sondas espaciales, con el objetivo de cruzar los confines del sistema solar.

Los registros de este proyecto, donde Druyan fue directora artística, contenían más de 115 fotografías de la vida en la Tierra, fauna y flora, más imágenes de hombres y mujeres; 90 minutos de música de distintas eras, desde Beethoven, Stravinsky y Mozart hasta Chuck Berry. Y quizá lo más personal de todo: una hora de grabación de sus ondas cerebrales.

Justo en esos meses, ella comenzaba una relación con Carl Sagan, con quien contrajo matrimonio en 1981. Tuvieron dos hijos y fueron compañeros tanto en su familia como en sus proyectos, hasta que él fue diagnosticado con síndrome mielodisplásico y murió en 1996.

La legendaria Cosmos: un viaje personal (1980), que marcó a una generación de espectadores del mundo, fue una de sus colaboraciones más emblemáticas, tal vez la más importante de la pareja. Allí Druyen fue cocreadora y escribía capítulos de esta serie documental que enseñaba conceptos científicos como el Big Bang, los descubrimientos de Newton y las revolucionarias ideas de Albert Einstein, por ejemplo. Así que revivir la franquicia en 2014, esta vez con la animación del astrofísico Neil deGrasse Tyson, y que le hizo ganar a ella un premio Emmy, fue su manera de honrar los valores científicos que compartía con su marido.

"Cosmos es una forma de celebración de esos valores que queremos hacer sentir a las personas. Queremos internalizar estos valores, porque la ciencia nos brinda la esperanza de superar los tipos de desafíos y peligros a los que nos enfrentamos en este momento. Creo que Carl estaría haciendo lo que estamos haciendo, contando esas historias y tratando de involucrar a la audiencia global más amplia posible en la empresa científica", señala.

Son pocas las personas que pueden decir que un asteroide tiene el nombre de uno. Ella es una. En 1988 se bautizó al asteroide 4970 como Druyan en su honor. "Estamos en esta era dorada de descubrimientos de otros planetas y diseñamos estrategias brillantes para evaluar la probabilidad de la existencia de vida en algunos de estos mundos, posiblemente vida inteligente. Queremos transportar personas a estos mundos posibles, de los cuales existe prácticamente un número infinito, en el universo. Eso solo nos da una idea de cuántas historias futuras: creo que podríamos hacer Cosmos para siempre y nunca nos quedaríamos sin historias y nuevas aventuras". 

Latidos enamorados en el espacio

Los 13 capítulos de Cosmos: un viaje personal, serie que se estrenó en 1980 fueron un punto de inflexión en la historia de la televisión de divulgación científica. La serie fue vista por mas de 400 millones de personas en 60 países.

Dirigida por Carl Sagan, y con Ann Druyan como guionista, durante el proceso de filmación eligieron juntos los imágenes e imágenes que incluiría el Disco de Oro, una suerte de "botella cósmica", y que viajaría en las sondas espaciales Voyager 1 y Voyager 2, lanzadas en 1977. También decidieron incluir cuestiones vinculadas a la esencia más profunda del ser humano: patrón electroencefalográfico y latidos cardíacos de Druyan. Según recordó el diario español ABC días atrás, Druyan quiso mantenerse "fría y centrada" y que sus pensamiento se centraran en la cultura, el arte y la historia. Lo que estaba fuera del guion (quizás no de Sagan) fue que dos días antes de la grabación Sagan la llamó y aunque no habían tenido ningún contacto romántico, se le declaró e incluso le pidió matrimonio. El amor era correspondido y pocos meses después se casaron. Lo que no se cumplió fue la intención de Druyan fue mantener sus ondas cerebrales en estado de paz, por lo que hasta ahora se recuerda que persiste las ondas de un cerebro enamorado más de 40 años después.

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